ERP. La llegada de las vacunas contra la Covid-19 nos ha emocionado a varios, ha activado a la cofradía de criticones sobre por qué solo fueron 300 mil y no más, ha encendido las alarmas del colectivo dióxido de cloro y ha creado una crisis de fe a cierto grupo considerable, y no fe en que la vacuna funcione, sino qué pasaría con su fe si la vacuna funciona como creemos que va a funcionar (en términos de eficacia, quiero decir).
Por: Nelson Peñaherrera Castillo
Sobre el punto de por qué solo 300 mil y no el millón del primer lote es porque cuesta trabajo conseguir un avión especializado en carga, no en pasajeros, que haga una ruta tan larga como Pekín a Lima: 16 mil 637 kilómetros, y por aire encima; por tierra debe ser mucho más que eso, pero si quieres hacerte una idea, piensa en tres viajes redondos de Tumbes a Tacna más un viaje redondo de Piura a Sapalache (Huancabamba) y te da esa cantidad.
También piensa en que no nos están mandando una encomiendita con galletas, sino insumos médicos y equipamiento que requiere un cuidado muy especial. Por último, para cuando esta columna se publique, las 700 mil restantes de ese primer lote ya están a buen recaudo en Lima y en los meses siguientes tiene que venir el resto de millones de diferentes laboratorios con los que Perú está cerrando tratos… si logramos seguir desarticulando los boicots de la bancada dióxido de cloro o antivacuna en el Congreso de la República, que anda más que activa aunque no se dé a notar.
A eso agreguemos que desarrollar cada dosis toma tiempo y pruebas. Si puedes fabricar una vacuna como quien hace chicha morada, entonces es una estafa porque así no se hacen a pesar de que hay ciertos ‘comerciantes’ que han querido sorprender incluso al gobierno; pero un simple cruce de información parece haberles puesto al descubierto.
Por cierto, ¿el hecho de que no se les compre vacunas a estos supuestos ‘mercaderes’ habrá liberado el dato de que el ex presidente Martín Vizcarra y su esposa fueron inoculados quizás saltándose todos los protocolos que sí cumplieron los voluntarios y las voluntarias? Ojo que el ex mandatario en su campaña para ser electo congresista hizo varias declaraciones en las que parecía alentar estos tratos ilegales.
Su torpeza e inconsistencia política ya cobraron una víctima: la ahora ex ministra de Salud, Pilar Mazzetti, quien ha sido –críticas aparte—una de las mejores funcionarias en la administración de una crisis sanitaria. Que Perú sea un país lleno de médicos y políticos machistas, ya es otro tema y da para otra columna. Y espero que por esta estupidez, Vizcarra renuncie a su candidatura o no salga electo. Sigamos.
En lo personal, y si todo sale bien, yo podría estar en la tercera fase, una vez que personal sanitario, de seguridad y de servicios con mayor contacto frente a la pandemia termine de ser inoculado y luego que tras él, pasen todas las personas adultas mayores y con enfermedades de fondo que las harían más vulnerables si el virus las infectara. En ese sentido, me califico como entusiasta a ese momento, cuando llegue.
Entre mis contactos ya hay quienes han recibido la vacuna: compañeros de promoción del colegio (que son médicos), familiares (que son médicos), amigos personales, vecinos del barrio (que son también personal de salud), quienes durante toda la pandemia han estado en primera línea exponiendo sus vidas mientras tú insistías en irte de parranda (a pesar que estaba prohibido), no te dio la gana usar una mascarilla o seguiste insistiendo en agruparte cual sardina en lata.
Hay sentimientos encontrados, básicamente: alegría porque iniciaron su proceso de protección frente al virus, pero inquietud porque aún no les toca a su familia o amistades y se tendrá que aguardar conforme transcurra el plan por fases que el Ministerio de Salud ya ha informado. Y del lado de quienes contamos los días para inmunizarnos, admiración y esperanza.
Y también entre mis contactos hay quienes han manifestado expresamente que no piensan vacunarse porque desconfían o sienten que con las que recibieron cuando bebés ya basta y sobra. Quizás en un inicio hubiese destinado tiempo a intentar convencerles de lo contrario, pero me llegué a convencer de que nada va a convencerles; así que si nada les convence como a mí sí, pues mejor les agradezco dejar libres algunas dosis para quienes sí estamos convencidos. Por último, la inmunización es voluntaria por ley.
Pero yendo más al fondo del asunto, la negativa a vacunarse en este grupo, hasta ahora, no tiene razones de carácter científico sino que se ha visto como una amenaza a su sistema de creencias que se resume en una sanación sobrenatural, algo a lo que tienen todo el derecho y no les podemos criticar mientras no pretendan que sea una norma universal (por eso siempre defenderé al Estado laico).
Aunque, el asunto en contexto de Covid-19 no tiene mucho de sobrenatural, como hemos aprendido durante este casi año y dos meses de pandemia: si estás muy cerca de una fuente cargada de virus sin protección alguna –una persona infectada—, lo más probable es que éste ingrese a tu cuerpo, se replique hasta llegar a cantidades millonarias y –ahí sí podría entrar lo sobrenatural—a pedir a lo que sea que creas para que la cosa no se complique a extremos de internamiento por falta de oxígeno. Y el oxígeno medicinal, si no te enteraste, anda escaso.
Por eso la insistencia en que nos inmunicemos todos y todas lo más que se pueda para cortar la cadena de contagio. Si el virus llega a un organismo que ya ha sido protegido, será desactivado al menor intento de iniciar su fase de replicación masiva. La inmunidad individual debe comenzar unos 15 días después de recibir la segunda dosis, según la literatura existente.
Por eso insisten los especialistas que, aunque te administren la vacuna, debes seguir usando mascarilla, debes seguirte lavando las manos cada vez que puedas, debes distanciarte físicamente y evitar las multitudes. No es que el fármaco sea inútil, lo que pasa es que cuando uno realmente se quiere, se protege.
Pero, ¿realmente si la vacuna es eficaz puede echar por tierra esa sobrenaturalidad en la que siempre has creído? Respuesta corta: no. De hecho la ciencia y lo sobrenatural son complementarios y no necesariamente excluyentes, ya que puedes creer en lo que quieras creer y encomendarte a quien quieras encomendarte para sanar y ayudar a que el trabajo de la herramienta científica sea más eficaz. Sí, orar funciona.
Incluso apuesto lo que quieras a que muchos de los desarrolladores de la vacuna deben haberse encomendado a algo sobrenatural para tener éxito en la creación del fármaco, y, a juzgar por los resultados que vienen de diversas partes del mundo, especialmente Israel, que tiene un gran significado en términos de fe, les ha funcionado. Y si no… también les ha funcionado. Pero podría decir, sin temor a errar, que Israel confió en su ciencia y en su fe a partes iguales y lo está logrando.
A final de cuentas, la fe es una experiencia más personal que colectiva. Claro que la puedes compartir con quienes la profesan al mismo estilo que tú, pero la experiencia en sí misma no es la misma contigo que con quien está a tu costado o conectado remotamente en otra parte del planeta.
Entonces, tu trabajo, en todo caso, consiste en explorar más esa dimensión de la fe para que tu experiencia sea realmente una creación o transcurrir personal y no algo que dependa de lo que alguien te diga desde fuera, al punto que si tu fe agrega o quita, sientas remordimientos.
Dicho de manera sencilla, la vacuna no tendría por qué disminuir tu fe sobrenatural porque no fue pensada para eso; pero si llegara a suceder, el problema no es la vacuna: eres tú por no explorar los campos que lo tangible y lo intangible te ofrecen y que, te repito, son complementarios antes que excluyentes, o en todo caso podrían asumirse como una forma novedosa de vivir ambas experiencias. En última instancia, la inspiración científica debe tener cierto toque divino, si acaso creyeras en Dios; y si no crees, igual esa inspiración permite que algo opere de forma extraordinaria: el talento.
Tampoco es que el médico reemplace a tu ministro en la fe o a algún profeta en especial. No es la intención de ningún médico ni personal de salud reemplazar a nadie excepto salvar vidas con las herramientas que la ciencia le da. Y si lo consigue, por lo menos reconocerás que gratitud es lo que debemos profesarle; y si crees en algo sobrenatural, que probablemente le inspiró desde lo que no vemos para sanar en lo que sí.
Dicho todo esto, no caigas en el chantaje emocional de que si crees en las vacunas contradices lo sobrenatural o que si te aferras a lo sobrenatural ya no te harán falta las vacunas. Estás cayendo en extremos, y ya hemos aprendido que cuando cualquiera se va a uno de ellos, pierde toda la perspectiva, se fanatiza, ya no razona y termina siendo víctima de lo que parecía algo salvífico.
Es más, yo apuesto todas mis fichas a que detrás de ese chantaje emocional hay alguien que no está preocupado por si te salvas o no te salvas, sino por si su bolsillo se llena o no se llena de dinero. Por cruel y materialista que parezca, así es, y tu fe no puede reducirse a cuánto contribuyes económicamente sino cuánto esa sobrenaturalidad te hace una mejor persona. Fin de la discusión.
Y como verás, esta vez no estoy tratando de abogar ni por mi creencia, ni únicamente por la ciencia. Lo que trato de decirte es que uses el sentido común y seas integral pero sabio o sabia, que cuando tomamos lo mejor de cada cosa, tendemos a innovarnos, evolucionar y tener más herramientas para salvarnos si la amenaza se presenta nuevamente. Quien tenga seso, que entienda.
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