ERP. Para bien y para mal, si algo tenemos que reconocerle al ex presidente Martín Vizcarra es su poder de arrastre: liderar un país en tiempos difíciles y tomar decisiones que, yo apuesto, nadie hubiese querido tomar, pero también una pasmosa facilidad para generar tal efecto dominó en la política nacional que la gente ilesa se cuenta con los dedos de la mano. Lo irónico del asunto es que sus caras óptima y pésima han salido durante una misma crisis, la del Covid-19.
Por: Nelson Peñaherrera Castillo
Podemos coincidir que a estas alturas del partido, la discusión no es si el ex mandatario se vacunó o no se vacunó contra la plaga cuando técnicamente no le correspondía; si técnicamente se le hubiese permitido, como sí pasó con el actual presidente Francisco Sagasti, no fue transparente. Sin caer odioso con la comparación, Sagasti transmitió su inmunización en vivo; Vizcarra la ocultó.
El problema es que lo de Vizcarra ya no se reduce a Vizcarra. De entrada, y solo con un paquete de más de 800 dosis de la vacuna Sinopharm contra la Covid-19, de origen chino (la vacuna, quiero decir), tenemos a más de 400 personas quienes habrían recibido el fármaco de manera irregular, que habrá que ir caso por caso para saber quién lo recibió bajo las reglas del juego y quién de forma ilegal. No todo es lo mismo, y en los detalles es donde el caso se gana o se pierde.
Por lo pronto, Fiscalía de la Nación ya tiene una investigación preliminar en curso, el gobierno ha conformado una comisión multisectorial para definir la lista de beneficiarios y las circunstancias en que fueron inoculados (Sagasti ya comenzó a despedir y vetar funcionarios que hubieran recibido la vacuna irregularmente), Contraloría General de la República ya identificó a más de 120 funcionarios.
El viernes 19 de febrero se informó que el Instituto Nacional de Salud suspendió a la Universidad Peruana Cayetano Heredia, una de las supuestas zonas cero del desmadre político-científico-social, como un centro para conducir ensayos clínicos de cualquier tipo, y esa misma noche, la Procuraduría General del estado pedía detención preliminar para nueve presuntos implicados incluyendo la ex ministra de Salud, Pilar Mazzetti.
Y el Congreso… bueno, el Congreso entre formar una Comisión Investigadora y las clases de ética y moral de quienes dieron golpe de estado, pues, ya sabemos que convierte una misa de cuerpo presente en una parodia de aquelarre, o dicho de otra manera, cocinando un nuevo golpe de estado con un sospechoso tufillo antivacuna.
Ahora bien, el resto de los mortales estamos demasiado entretenidos en pedir la hoguera para esta gente mayormente conectada al gobierno, aparentemente el Legislativo, y las dos universidades que patrocinaron el ensayo en el que se convocó a 12 mil voluntarios quienes, nuevamente en principio, son tan víctimas como las personas en primera línea, los adultos mayores, las personas con comorbilidades, en fin, gente que sí se merecía el pinchazo por su nivel justificado de exposición al virus (no incluyo a los infractores en el paquete), pero no estamos mirando que algo muy parecido ha sucedido aquí a unas cuantas o unas varias cuadras de nuestras casas.
¿Por qué se llama ‘vacunagate’?
Si el caso ‘vacunagate’ parece concentrarse en Lima porque la mayoría de los beneficiados viven allá, yo creo que debería extenderse al resto del país donde el mismo esquema se ha presentado pero con no tan marcadas variantes.
Primero definamos de qué va el ‘vacunagate’… aunque creo que mejor te explico por qué se usa el sufijo –gate. No, no tiene que ver con una pasta dental. Resulta que allá por 1972, se descubrió que un grupito de sujetos estaba espiando a la campaña del Partido Demócrata mientras se concentraba en el complejo de hoteles y departamentos Watergate, en la ciudad de Washington. Watergate no significa nada en especial excepto “compuerta”, como la que tenemos en los canales de riego para distribuir el agua.
Siguiendo la madeja, resultó que estos espías parecían estar trabajando por encargo de ciertos dirigentes del Partido Republicano. Una laureada investigación periodística logró determinar que el entonces presidente estadounidense Richard Nixon estaba implicado. Tras negarlo una semana sí y otra también, renunció.
Entonces, el sufijo –gate siempre va a aludir a alguna suerte de conspiración destinada a servirse de cierta información o beneficio material dentro de una cúpula o élite a espaldas, o mejor dicho, ocultándolo deliberadamente de la opinión pública.
Ahora sí, definamos el ‘vacunagate’. Se trata de una operación encubierta mediante la que se inmunizó irregular o ilegalmente –nuevamente, no son sinónimos—a un grupo de personas que no estaban consideradas ni para el ensayo ni relacionadas con el ensayo de una potencial vacuna contra la Covid-19. Circunstancialmente y hasta que no se pruebe si tuvo alguna implicación, el fármaco usado fue elaborado por el laboratorio chino Sinopharm.
La descentralización del ‘vacunagate’
Si mantenemos lo esencial de este concepto, yo podría decir que también lo hemos vivido en departamentos y provincias aunque no con las mal llamadas dosis de cortesía (la embajada de China en Perú dice que no existen) sino con el hecho de que al iniciar el plan oficial de vacunación en toda la república, dentro de los beneficiados se privilegió a personas quienes no están en primera línea de combate.
Denomínase personal de primera línea a todo aquel que tiene contacto directo, presencial, a centímetros, con una persona infectada sea hospitalizada o más aún en una unidad de cuidados intensivos. El plan nacional de vacunación estableció que todos y todas profesionales de salud y afines bajo esta característica, más los miembros de mesa que recibirán nuestros votos el 11 de abril, personal militar y policial, y los bomberos, forman parte de la primera fase.
Los adultos y las adultas mayores más personal educativo en ejercicio y personas con alguna enfermedad crónica que aumente su vulnerabilidad ante el virus (comorbilidad) entran en la segunda fase, y todas las personas mayores de 18 años que no se haya considerado en las dos primeras fases, o sea todos los mayores de edad dentro del territorio peruano, irán a la tercera fase.
Tranquilo, tranquila; no me he olvidado del punto. Lo que pasa es que si no te explico esto con cierto detalle, luego te vas a perder cuando vaya al punto. Hay denuncias en hospitales tanto del Ministerio de Salud como de EsSalud señalando que en esta primera fase, la lista oficial ha considerado a personal que no está en primera línea (mayormente nombrado) y que ha dejado de lado a quien se expone más (mayormente contratado).
Como sabes, hay las llamadas áreas no-Covid que hacen consultas ambulatorias presenciales breves o han optado por las teleconsultas mediante videollamadas. Los consultorios no-Covid, por lo mismo que son no-Covid (y más aún si todo lo hacen en entorno virtual), tienen un nivel mínimo a nulo de infectarse con el ya no tan nuevo coronavirus.
El asunto es que varios de estos y estas especialistas han tenido prioridad en desmedro de quienes sí están en áreas Covid y, repito, se exponen más o incluso ya se han infectado en las últimas semanas o los últimos meses.
Las denuncias se han sucedido por toda la nación y muchas apuntan a que las listas que trató de concentrar el Ministerio de Salud no habrían sido depuradas convenientemente o habrían sido aprovechadas para meter de contrabando incluso a quienes ni siquiera trabajan en hospitales. Desde que la Contraloría General de la República está supervisando que nadie se pase de vivo, está instando a que las personas acusen a los infractores locales mediante https://denuncias.servicios.gob.pe para tener el registro y adoptar los correctivos del caso. Pero denuncia, pues.
La prensa, por lo menos, ya sabe que personal en el estadio Campeones del 36, aquí en Sullana, no fue incluído en el primer paquete de vacunas siendo un área exclusivamente Covid. No sabemos si en el segundo. Esperemos que sí. Pasando piola, lo mismo habría sucedido en el policlínico de EsSalud, donde los Covid habrían sido mezclados con los no-Covid. También está la familiar de una alta autoridad regional quien se habría beneficiado. El asunto es que la prensa se entera y difunde pero no hace justicia (porque no es su chamba), entonces sería bueno que usen la dirección que dejé en el párrafo anterior para exponer cada situación.
Entiendo que algunos pensarán que, bueno, ya va pasando la primera fase, entonces qué sentido tiene tirar dedo. Primero, según entiendo, la denuncia tiene carácter retroactivo, entonces hay que ahcerla. Segundo, piensa en las fases dos y tres, y piensa que si en fase uno fue posible ejercer el contrabando de beneficiarios, podría suceder durante esos estadíos; por lo tanto, la denuncia podría detectar si se trata de un error técnico o humano y corregirlo. Claro que si el error es humano, que se vaya despidiendo de la administración pública, ccomo lo ha prometido el presidente Sagasti.
Sobre el núcleo limeño (que mas bien parece ser nacional) del ‘vacunagate’, ya sabemos que las autoridades en los tres poderes están tomando cartas en el asunto, y habrá que estar alertas; pero en los casos locales que también son ‘vacunagate’, el que no se cometan injusticias va a depender de eso que se llama vigilancia ciudadana y que ahora nos piden ejercer de manera oficial. Ya, si no lo hacemos, por favor, no llenemos las redes sociales con deprecaciones e imprecaciones porque solo dan ‘like’ pero no hacen justicia.
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