ERP. Ya circulan las listas de candidatos al Congreso de la República. De entrada, ojalá esta nueva camada le devuelva toda, no algo de, la dignidad que las últimas dos formaciones mandaron por el retrete; aunque eso va a depender de que votemos a conciencia, y ésta se logra cuando tenemos buena información sobre las propuestas (si existen) y sobre quienes se nos ofrecen como opciones para ganarse 30 mil soles mensuales legislando, fiscalizando y representando… ah, también figureteando.
Por: Nelson Peñaherrera Castillo
Al menos en el departamento de Piura, y haciendo un repaso a las listas que se van armando, mi primera impresión es que los y las postulantes son, en su mayoría, caras nuevas. Esto tiene pros y contras. El pro es que podría, podría, haber una esperanza de que el Legislativo se adecente (yo he detectado dos buenos elementos), pero el contra es que… son unos perfectos desconocidos en el contexto departamental.
Me perdonarán la franqueza, pero un cargo de elección popular no basta únicamente con que uno tenga la convicción de que tiene la plataforma para salir adelante del atolladero postpandemia, que tenga la emoción que pueda encender mesas, digo masas, o cuyos diplomas y estudios realmente te vuelvan una cruz o un aspa cantado. Si partiste de esa premisa, partiste mal.
Los cargos de elección popular suponen que mi comunidad en general me reconoce habilidades necesarias para que ejerza las tres funciones de todo y toda congresista. Si puedes, imprime esta columna y resalta en fosforescente la oración anterior; memorízala porque vamos a razonar desde este punto. Ya, si no sabes identificar una oración, vamos peor de lo esperado. Sigamos.
Primero, definamos cargo de elección popular. Es la responsabilidad que adquiero –ojo, puse responsabilidad—ante la gente pero por asignación de esa gente que conocemos como electorado. Mediante un proceso directo (cada voto suma), universal (nadie con habilitación legal se excluye de votar) y secreto (cómo vote es mi problema, no el tuyo) se me legaliza para ejercerla. A esto le llaman legitimidad, claro está, si postulé limpiamente.
En principio, el cargo se otorga por un tiempo limitado, y espero que no cambien la ley para hacerlo leguleyamente vitalicio, como estaba pasando hasta hace poco y como los congresistas de esta camada quieren hacerlo al más puro estilo Donald Trump (especialmente los de la izquierda radical, que son su antítesis, y por los que adelanto que no votaré bajo ningún concepto debido a la amenaza socialista que sus dirigentes significan para este país).
Segundo, comunidad. En mi blog hay un artículo bien interesante y hasta medio multimedia donde lo explico con algún detalle, pero vamos a definirlo como el grupo humano que se siente informalmente conectado por varios factores que los reconocen como comunes. Por eso la palabra. Piensa por ejemplo en gente que colecciona estampillas; sí, los filatelistas. Esos hermosos pedacitos de papel que cuentan lindas historias son su elemento común o integrador.
Pero, en una elección para un cargo, no te basta que la gente tenga un solo aspecto integrador. A decir verdad, necesitas todos. Dicho en sencillo, si te propuso tu gremio, tu barrio, tu equipo deportivo o la ‘gentita’ del club… vuelves a cometer un error, además que será un tiradero de plata por el que tendrás que hipotecar hasta a tu perro (pobre Boby). Quien quiera profundizar sobre el concepto de comunidad, aquí tiene varios materiales: https://nelsonsullana.blogspot.com/search?q=comunidad
Baldor, ven a mí
Aquí es donde ingresa un concepto llamado representatividad, que no consiste en la capacidad de sentirte delegado o delegada por la gente que tú crees o que te hicieron creer (esta segunda posición ya te descalifica, déjame decirte), sino de ser realmente delegado o delegada no por una parte de tu comunidad sino por una gran parte de ella bajo los conceptos de pluralidad (hay de todo como en botica), idoneidad (nadie, pero absolutamente nadie, podrá decir que tienes rabo de paja) y autoridad (no, no es cuántos cargos tuviste, sino cuán hábil eres ejecutando la labor encomendada al punto de acreditar experiencia).
Ahora bien, desde que tenemos partidos políticos y demás engendros, sería utópico que toda una comunidad te designe como su candidato o candidata por la simple razón de que no toda la gente piensa que eres la mejor opción. Esto no contradice lo que te decía arriba, aunque sería el escenario ideal; sin embargo sí te enfrenta a ser consciente de tu primer reto: determinar cuánta gente habilitada para votar considera que eres una opción conveniente y convincente al Congreso peruano.
Si tus respuestas son “todos”, mientes porque ya dijimos que no todos piensan que eres su mejor opción; si dices “la mayoría”, realmente no sabes dónde pisas; “mi provincia”, date por derrotado o derrotada. ¿Por qué? Ahora te lo explico.
Mi pregunta fue directa: cuánta. Si me preguntan por cuánto, mi respuesta tiene que ser un número del cero al infinito. ¡Ta, ta, ta, tán! ¿Tienes al menos una idea preliminar al respecto? Apuesto que no, y aquí es donde necesitas hacer matemáticas: primero, cuenta cuántas opciones hay en el mercado electoral, luego cuenta cuánto electorado hay en tu jurisdicción, haces una simple división y… ésa debe ser tu meta en cuanto a votos si quieres asegurarte un curul.
Pongamos un ejemplo práctico con el departamento de Piura, donde estamos registrados para votar 1 millón 365 mil 687 ciudadanos y ciudadanas, según el padrón que manejó el Jurado Nacional de Elecciones para el proceso mediante el que elegimos a este adefesio de Congreso. Redondeemos para no hacernos bolas con el cálculo mental: 1,4 millones de votantes. Si Piura tiene 7 congresistas, eso nos quiere decir que si reúnes 200 mil votos, puedes respirar con tranquilidad.
Ya tenemos un número mágico, pero llegar a él será tu verdadero tercer reto, y en estos casos siempre juega con el peor escenario. No eres la única opción de tu partido, sino 1 entre 7; eso nos resta tu representatividad a 29 mil votos potenciales. Pero tu partido o movimiento no es el único postulando. Supongamos que en Piura corren 20, y eso nos resta tu representatividad a 1400 votos potenciales.
(Ojo, yo estoy haciendo un cálculo con 20 opciones, pero en la práctica sabemos que es menos que eso, así que a menor cantidad de movimientos, tu número base, el grupo de votos potenciales que debieron haberte nominado, aumenta. Pero no seamos mala gente y continuemos desarrollando el ejemplo.)
¡Esos 1400 deberían ser en este mismo momento tu número base! Si no los tienes, tu segundo reto (para quienes se preguntaban por qué hablaba del tercer reto si no había mencionado el segundo) no es lanzar una plataforma electoral sino algo peor: que la gente sepa que existes porque debes partir del hecho que no te conocen. Y, ojo, estamos hablando de un departamento que ya llegó a los dos millones de habitantes y contando.
Solo para solazarme sádicamente con la cara que debes haber puesto al leer este dato, 1400 personas equivale a la población viviendo en 70 manzanas de una ciudad sin contar a los y las menores de edad que, como sabemos, no sufragan. Recuerda: ése no es tu número mágico, debería ser tu número base. Si objetivamente representas a esa cantidad, el resto ya será chamba tuya y de tu asesor de campaña para ver cómo transforman todo eso en 200 mil. Si tu asesor no te ha llevado a este nivel de análisis, despídelo; estás perdiendo plata… ¡y votos!
El diablo está en los detalles
Bueno, y como para no agregarte estrés, mejor no hablo de la regla de los mercados electorales que consiste en recordar que tu provincia de origen no garantiza todo el caudal electoral que necesitas siquiera para aparecer en los 15 primeros. Tu reto será garantizar que al menos los tres o cuatro mercados electorales más grandes de tu departamento te concedan votos de manera proporcional a su población electoral.
Por lo menos hablando del departamento de Piura, todos y todas sabemos que tienes que asegurar las provincias de Piura, Sullana, Paita y Talara, en ese orden, para respirar con tranquilidad. Las cuatro o su equivalente en el resto de las ocho (sería lo ideal). Aquí se juega con los prorrateos y esas fórmulas estadísticas que, al menos a los periodistas, nos fascina poner a jugar para pronosticar qué puede pasar. De nuevo, si tu asesor de campaña no te dijo nada de esto, ya sabes qué debes hacer.
Y ojo que estos son los primeros números que deberías manejar. Ya mejor no te hablo del presupuesto, cómo debes administrar los fondos, las nuevas reglas de financiamiento de campaña; en fin, una candidatura que obvie todo el aspecto logístico-administrativo es como una ‘miss’ que va a postular con su mejor vestido pero se olvidó de ver de dónde sacará la plata para pagar el pasaje que la llevará al sitio del concurso. Tienes harta chamba. Provecho. Y suerte, ¿no? Me olvidaba: ¡Feliz Navidad!
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