ERP. Una de las festividades católicas con mayor concurrencia, si es que no es la que tiene mayor concurrencia, dentro del departamento de Piura es la del Señor Cautivo de Ayabaca, talla en madera que data de mediados del siglo XVIII y a la que sus devotos le atribuyen muchísimos milagros. Por lo menos, como experiencia personal, es sobrecogedor entrar a su templo cuando está mayormente vacío: la energía existente es innegable.
Por: Nelson Peñaherrera Castillo
La festividad del Cautivo, como lo llama familiarmente la gente de aquí, de allá y de acullá es el 13 de octubre seguida al día siguiente por la Virgen del Pilar, culto mucho más antiguo a nivel local, quizás de la época cuando llegaron los españoles a juzgar por su leyenda. Ambas imágenes comparten el patronato religioso de la ciudad de Ayabaca, la capital provincial más alta del departamento de Piura.
Y tú dirás, y qué mosca le picó a Nelson que nos está dando lecciones de Geografía Humana hoy. Mira, tú déjame ser, y más adelante entenderás por qué el rollo cuasisociológico-cultural. Disfruta la columna y sigamos. ¿Dónde nos quedamos? Ah, sí, que Ayabaca está tan alto que se te congela hasta el alma.
No hay cifras exactas sobre cuántos fieles congrega el Cautivo (porque, honestamente, nadie se tomó el trabajo de empadronarlos uno por uno). Los cálculos más conservadores hablan de 20 mil y los más entusiastas dicen que 50 mil. Su hinchada, perdón feligresía, trasciende al propio Ayabaca y se extiende por casi todo el Perú, Ecuador y Colombia.
Mi familia materna, o al menos la que se declara católica, lo tiene en lo alto de su Valhala, olimpo, panteón, en fin, como el representante máximo de su religiosidad. Aún recuerdo que en la parte más visible de la sala en la casa de mis abuelos había una fotito en blanco y negro del Cristo con un finamente labrado marco, y una tía acá en Sullana lo tenía en toda la cabecera de su enorme cama.
De mis amigos católicos, por lo menos uno suele viajar cada octubre hasta la ciudad de Ayabaca, y lo hizo tanto a pie como en moto lineal durante estos años. Si no lo ha intentado en skate es porque la carretera no es lisa y porque nunca aprendió a andar en uno, que físico para impulsarlo sí tiene. Provecho con las piernas.
La Feria de Octubre, teóricamente dedicada a esta advocación del Cristo prisionero antes de ser condenado a la crucifixión, conmociona a la capital andina convirtiéndola de pueblo tranquilo a un mercado ambulante desordenado. Claro, en un año de la antigua normalidad ésa era la postal, porque lo que toca a 2020, será recordado como el año que tal feria nunca llegó a realizarse debido a la pandemia del Covid-19.
Y claro, octubre en Ayabaca es la otra postal con las oleadas de peregrinos llegando y expresando su fe de diversas formas. Devotos agrupados o no en diversas hermandades a lo largo del departamento y del país, literalmente, caminan y hasta escalan hasta la ciudad, y sobre eso hay artículos, fotos, documentales, en fin, evidencia a granel.
Nuevamente, eso en los años de la antigua normalidad, porque en la nueva el templo donde está la imagen del Cautivo fue cerrado. Pero aún así hubo peregrinos que llegaron tratando de entrar, sin éxito, y generando la alarma entre la población local por el riesgo sanitario.
El Covid sí usaba chalina y hábito
Como recordarás, y si no recuerdas te lo recuerdo, al inicio de la pandemia en Piura, las ciudades de Ayabaca y Huancabamba estaban limpias de casos de coronavirus. Cero; hasta era noticia nacional y llevó a elaborar la teoría, ahora descartada, que el Covid-19 no se activa en altura (sí se activa). La disciplina de la población local que acató el confinamiento dispuesto a nivel nacional hizo la diferencia.
Los primeros casos se debieron a foráneoss que, por diversas circunstancias, ingresaron a esas localidades portando el virus sin saberlo, espero. Y el desmadre estaba declarado de no ser porque los habitantes locales, o por lo menos los de Ayabaca, se las ingeniaron para que los casos no se disparen, y por consiguiente tampoco las muertes que finalmente hubo. Lo que hizo la población fue restringir tanto como pudo su propia circulación interna y trató de tener el menor contacto posible con los visitantes cuando las carreteras se reactivaron.
El templo no se abrió al público ni por casualidad hasta que el gobierno lo autorizó el pasado noviembre. A pesar de que la Diócesis de Chulucanas y la Parroquia Virgen del Pilar de Ayabaca rogaron (hasta por la Sarita Colonia) a los fieles guardar todas las medidas de bioseguridad y respetar los aforos, éstos se lanzaron en tropel al recinto, y en especial las hermandades, que fletaron incluso vans en las que llegaron casi a punto de sardina en lata.
Los habitantes de Ayabaca, y en especial el párroco, miraban estupefactos a la multitud mientras se consagraban hasta a Apu Kon Tiki wiracocha para evitar lo inevitable: el lunes 7 de diciembre se informó oficialmente que un empleado del templo había dado positivo al ccoronavirus.
Ni corto ni perezoso, el sacerdote cerró las puertas del santuario y ordenó no abrirlas hasta nuevo aviso. Mis fuentes en Ayabaca aseguran que si de la parroquia dependía, ese templo no se abría hasta bien entrado 2021. Agregan que ahora mismo se está pensando en suspender la clásica procesión del llamado Cautivo Peregrino, que suele hacerse todos los 1 de enero, mayormente concurrida por los agricultores de San Lorenzo para pedir agua… más de la que ha estado cayendo estas semanas, y a presión encima.
Se aprovechan de su nobleza
Quien sea escéptico o no creyente y piense que la persona contagiada probaría que el Cautivo no, o ya no, es milagroso, yo le diría que el razonamiento no va por ahí; el contagio prueba que no somos disciplinados, no seguimos la regla, incluso en casa ajena creemos que nada nos va a pasar, y terminamos perjudicando a terceros que ni siquiera conocemos. Por lo tanto, más que sobrenatural, el asunto se explica con Psicología Básica: entendiendo el lado absurdo de la naturaleza humana.
Para quien vea a Ayabaca como una realidad lejana, los centros comerciales del departamento son una bomba de tiempo aparte, con gente apiñada y muchas veces sin usar mascarilla, en especial niños y niñas; mientras tanto, nuestros casos activos nunca pararon de aumentar y se han acelerado un poco estas semanas: tenemos más contagios, más muertos, cero camas de cuidados intensivos disponibles.
De los 28 mil casos activos (la resta de los casos confirmados menos la suma de los fallecidos confirmados más los recuperados confirmados) en todo el Perú, según los datos del Ministerio de Salud al 9 de diciembre, el departamento de Piura aporta 13 mil. ¡Casi la mitad! Y no olvidemos el ‘ranking’ epidemiológico local: la provincia de Piura a la cabeza con más de la mitad de casos, luego Sullana, luego Morropón. Ya lo dije en mi columna de la semana pasada.
Oficialmente para el Ministerio de Salud (porque a la Dirección Regional de Salud le ha costado trabajo reconocerlo), en el departamento de Piura ya tenemos un rebrote. El martes 8 de diciembre, la doctora Patricia García dijo a RPP que esta jurisdicción ya evidencia una curva estadística al alza luego de meses en que la tendencia era al revés. Parece estarse cumpliendo el pronóstico de que la segunda ola iba a iniciarse justamente aquí.
Ahora se anuncia que los conciertos musicales se reabrirán al 40% de aforo y sin venta de alcohol o comida. En un mundo ideal, podría funcionar, pero estamos en Perú; y, como dice un amigo, que por si acaso es juerguero, eso va a ser el escenario ideal no para escuchar el ‘hit’ de moda sino para un rebrote que podría mandarnos a cuarentena otra vez, como ha pasado con Santiago de Chile, donde nadie asoma la cara fuera de su puerta durante los fines de semana.
Regresando a Ayabaca, ¿saben qué están haciendo las hermandades, ahora impedidas de entrar al templo del Cautivo? Pues, por más inaudito que parezca, acabándose al párroco por no dejarlos entrar. Ni siquiera en un rapto de cinco segundos… bueno, al menos tres segundos de lucidez han sido capaces de hacer examen de conciencia y llegar a la conclusión que su acendrada devoción , sea espontánea o sea pura pantalla, representa un riesgo sanitario. Es decir, ésa de ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’, solo en el papel.
Y en tiempos de pandemia de eso se trata seguir con los protocolos, de usar las mascarillas, de guardar la distancia. Así como se pide que nada nos pase y que nos conservemos sanos para poder salir de la crisis, y no elegir a otros 130 angurrientos al siguiente Congreso (y menos a un dictadorzuelo socialista o fascista a la Presidencia de la República), así también deberíamos cuidar al resto para que consiga los mismos objetivos que perseguimos. Si no te da la gana hacerlo, sobras en Ayabaca.
Como dije, el asunto aquí no es de fe con ceguera, sino de sentido común con pleno estado de consciencia. Renunciar a eso es generar escenarios de riesgo. Ya se afectó a una persona que no tenía por qué afectarse. No sabemos quién lo infectó. ¿Y qué hay del resto?
Dejemos la indisciplina guardada en un lugar fuera de nuestro alcance. Si seguimos desafiando las reglas, y peor aún, al virus, los logros que a nivel sanitario hemos conseguido en nueve meses de lucha se irán por el cerro cuesta abajo, se despeñarán, y el encierro será la consecuencia lógica. Del agua mansa nos libre Dios… pero de los mensos, ¿quién podrá salvarnos?
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