ERP/N.Peñaherrera. Hace poco, el CIPCA comenzó a emitir un aviso radial donde dos compadres piuranos se encuentran y hablan sobre cómo se destina el dinero del canon petrolero.
Uno se queja de que todo el mundo habla de eso y que parece disco rayado, pero los frutos del dinero no se ven.
El otro le replica que si no sabe cómo se usan esos fondos, es decir si ignora la realidad, tampoco es que puede exigir algo a cambio.
El primero se justifica diciendo que no tiene tiempo porque tiene múltiples ocupaciones, por lo que su compadre le espeta un "entonces no te quejes".
Tal cuadro no está alejado de la realidad. Si bien la democracia nos provee el derecho de opinar y expresarnos con libertad, también abre el campo a la opinología.
Esta ciencia oficiosa alude al estudio de todo aquel punto de vista que se lanza ante cualquier cosa sin un proceso previo de reflexión o sin contar con la competencia para emitir tal postura.
Dicho en simple: opinar por las puras.
Y a todos y a todas nos pasa que, de pronto, somos la experiencia andando y consideramos que nuestro punto de vista es altamente adecuado... aunque no sepamos ni un frijol de aquello que se lanza como materia opinable.
Nota al pie: de la opinología es que se sirven ciertas encuestadoras para presentar engañosos estudios de opinión pública. Regresemos al texto madre.
Y es que el derecho de opinar y expresarse, si bien viene con libertad, también viene con responsabilidad: informarnos adecuadamente sobre algo, para que nuestro punto de vista realmente aporte algo a la discusión pública.
Quizás no se trata de profundizar en un tema porque realmente no tenemos tiempo o hay cosas que no comprendemos, pero un manejo mínimo de los hechos siempre es necesario para apoyar o rechazar lo que se nos presenta.
Empero, decir Sí o No sin tener idea básica de la realidad –los titulares no son toda la información, por si acaso-, abre paso a la manipulación en la toma de decisiones que afectan a nuestra comunidad.
No dejemos que la opinología nos tiente. Tengamos la disciplina de conocer primero y juzgar después, porque la opinión pública antes que formarse, debe educarse.
(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)