ERP/N.Peñaherrera. ¿Por qué muchas autoridades están yendo a prisión, si es que no están con un pie allí? Simplemente, por estúpidas.
Varios alcaldes y presidentes regionales están en la mira de procuradurías, fiscalías, financistas y –por qué no decirlo- rivales electorales.
Y lo peor de todo es que esas autoridades, además de incurrir en ilícitos, han regado más pruebas, que facilitan el trabajo de cualquier investigación.
Por supuesto, no me parece que si una autoridad comete un ilícito, se devane los sesos –si los usa- para ocultarlo; simplemente, no debe cometer ilícitos.
No elegimos alcaldes y alcaldesas, congresistas o presidentes regionales para que se tomen los recursos públicos con tal de incrementar su peculio, sino para que mejoren las condiciones de vida de las comunidades a las que sirven dentro de las competencias que a cada cual le corresponden, y dentro del término de su periodo.
Ése es el principio ético y legal de su trabajo. Salirse de ese esquema merece perseguirse y castigarse... además de ser una soberana estupidez.
Y quien comete una estupidez, es un estúpido o una estúpida, alguien incapaz de hilvanar inteligentemente algún razonamiento lógico, o que pretende subestimar la capacidad que tiene el resto –o sea, gente como tú o como yo- a usar los miles de métodos que existen para descubrir cualquier defraudación.
Porque, honestamente, eso de intentar ocultar una barrabasada dentro de cualquier gestión, en la era de la Internet, el 'hacking' ciudadano y los Wikileaks, es una gran estupidez.
Igual con el fulanito que anda diciendo por Twitter que se trata de un sistemático "golpe de estado" (sic) a los gobiernos regionales. Es una razón poco menos que ridícula.
De más está decir que no necesitamos llevar al poder a autoridades estúpidas, o quienes den indicios de estupidez –varios y varias, según voy contando-, sino alguien que quiera jugar limpio aunque el resto le diga que así no se usa, no se estila.
¡Mentira!
La transparencia y el buen gobierno propician desarrollo sostenible, por la simple razón que el buen ejemplo motiva.
Por eso no creo en cotorras parlanchinas, gargantas de lata con el timbre mal ecualizado, ni padrinos magos. Ya fue. Creo en líderes y lideresas.
Y honestamente, hasta ahora, ninguno, ninguna, da la talla.
(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)