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Jue, Abr

Lemas sin cuartel

Nelson Peñaherrera
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nelson penaherrera castilloERP/N.Peñaherrera. El otro día, desempolvaron en la radio el tema de lo que realmente es el servicio Militar.

Teóricamente, la idea es preparar a los ciudadanos y las ciudadanas a que estén listas y listos para defender al país en caso de un conflicto externo.

Gracias a las diplomacias binacionales, el riesgo de conflictos externos para el Perú se ha reducido drásticamente; por lo menos los limítrofes.

La razón es simple: quienes hacen guerra no son los pueblos (no les interesa ni les conviene) sino los gobiernos (porque pueden justificar, mejor dicho no justificar, gastos millonarios que terminan favoreciendo a unas contaditas personas).

El espacio radial se dedicó a destacar muchos vicios del Servicio Militar, que más que prepararnos para la defensa nacional, en realidad nos prepara para cualquier otra cosa.

El abogado que fue invitado como especialista (Quique Rodríguez) puso el parche en primera: la tortura no es un método de instrucción militar válido.

Para comenzar la tortura es un delito de lesa humanidad. Listo. Quien no lo entienda que busque a un buen abogado, o a Rodríguez, para que se lo explique despacito.

Hay otras prácticas que desdicen el fin primordial del servicio Militar, sobre el que se destina buena parte del presupuesto público, y que tratan de explicarse en ciertas frases u oraciones hechas, como para hacer moraleja de la incoherencia.

¿En serio? ¿No estamos exagerando? ¿Y si hacemos limonada con los limones que caen del cielo?

Así que, ¡firmes!, ¡pasar revista a expresiones que desafían el uniforme!

Arregle el jardín del oficial: Pero si está claro el propósito. Si el enemigo llega, lo podemos recibir con un frondoso ramo de flores y a lo mejor firmamos la paz. O podemos hacer lindos arreglos florales para nuestros caídos. Por donde lo veas, es chamba segura.

Necesitamos mejorar el rancho: ¡Pero, por favor! ¿No han leído y escuchado que la obesidad es una epidemia mundial? ¿Anémico, dijo? Ah, sí, la tropa está en buen estado 'anímico'.

En el cuartel te compondrás: perdón, señor, ¿está buscando un cuartel o un reformatorio? Son dos cosas totalmente distintas, y pretender que un espacio castrense se convierta en un centro de readaptación es lesivo para la seguridad nacional, a menos que estemos pensando en una estrategia alternativa para la guerra de guerrillas: la guerra de pandillas.

En el cuartel te harás más hombre: Ay sí tú. Buen chiste, ¿ah?

Debes sacrificarte por amor a la Patria: OK. Entonces, cuando salga de aquí parasitaré a costa de la Patria.

Aquí te enseñaremos a amar al Perú: Hágame el favor, mi suboficial. Si en casa no me enseñaron ni a amarme, menos me va a venir con ese floro.

Quienes no sirven (en el ejército), no aman al Perú: Quién sabe... pero son quienes manejan los destinos de este país. ¿Manyas?

Y así, podemos ir descubriendo el significado detrás de tantos lemas que suenan lindos y llamativos, pero que se caen de inconsistentes.

Ahora sí, tropa: ¡descanso!

(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)

 

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