ERP. En medio de un clima de profundo fervor y alegría y ante la proximidad de la principal festividad religiosa de Piura, el Arzobispo Metropolitano, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi S.C.V., presidió la Santa Misa de acción de gracias por el 30° Aniversario de la Hermandad de Peregrinos del Señor Cautivo de Ayabaca del Centro Poblado de “Rio Viejo Norte”, perteneciente al Distrito de La Arena, en el Bajo Piura.
La Eucaristía fue concelebrada por el Párroco de la zona, el R.P. José Ruiz Martínez, de la Parroquia “Nuestra Señora de las Mercedes”. Participó también el Sr. Manuel Héctor Silva Zapata, coordinador de las hermandades del lugar, y esta ocasión fue propicia para que nuestro Pastor se encontrara, una vez más, con las delegaciones de las 17 hermandades del Señor Cautivo de Ayabaca que existen en este querido distrito piurano.
Cristo es la misericordia encarnada
Al iniciar su homilía, y tras saludar y felicitar a los integrantes de la Hermandad de “Río Viejo Norte” por sus Bodas de Perla, monseñor Eguren les dijo: “Cada mes de octubre con nuestra peregrinación al encuentro del Señor Cautivo de Ayabaca, vamos en busca de su perdón, porque Él es la misericordia encarnada, misericordia que encontramos expresada en su hermosa mirada, llena de compasión y ternura. Quien mira la imagen del Cautivo encuentra unos ojos de amor, de misericordia y de perdón. Por eso cuando vayamos a Ayabaca este año, digámosle a Jesús: «Perdón, Señor Cautivo, perdón, Señor, perdón, si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad». Lo único que Él nos pide a cambio es que no volvamos a pecar más”.
En otro momento de su homilía, Monseñor Eguren, exhortó a los peregrinos a que se comprometan a ser instrumentos de la misericordia de Dios en la vida de sus hermanos: “Así como Jesús es misericordioso contigo, así Él te pide que lo seas con los demás. En el Padre nuestro rezamos: «perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Así como Dios te perdona, también tú no tengas rencores, ni odios, ni deseos de venganza. Tú como cristiano no te canses de perdonar a tus hermanos. Nada envenena más el corazón que el odio, nada amarga más la vida que los rencores y deseos de venganza. De otro lado nada es más liberador ni llena más la vida de libertad y alegría que saber perdonar a los que nos ofenden. Queridos hermanos, cada año que ustedes peregrinan al encuentro del Señor Cautivo de Ayabaca experimenten un poco más su amor misericordioso, para que así sean capaces de ser instrumentos de su misericordia en la vida de los hermanos. Así forjaremos una sociedad más justa y reconciliada”.
Al finalizar su homilía, Monseñor Eguren invitó a todos los peregrinos a ofrecer la peregrinación de este año por dos intenciones muy especiales: "En primer lugar, por el eterno descanso de todos los fallecidos durante la pandemia, para que el Señor les conceda la vida eterna y que Cristo Resucitado les otorgue a sus afligidas familias el consuelo y tener siempre una esperanza sólidamente cimentada en la fe de la Resurrección. Pero también pidan por nuestro querido Perú, para que, a pesar de los actuales difíciles momentos que estamos viviendo, nada ni nadie nos robe la esperanza ni la alegría de vivir”..
Al finalizar la Santa Misa, el Arzobispo bendijo los nuevos hábitos del Señor Cautivo de Ayabaca, así como la remozada imagen del “Señor de los Milagros”, que son venerados en esta zona del Bajo Piura. Por su parte, el Señor Silva Zapata, agradeció a Monseñor Eguren por esta nueva visita a Rio Viejo Norte: “Querido Monseñor, hemos esperado con mucha fe y devoción la llegada de este día, en que hemos podido reencontrarnos contigo. Aquí nació el 06 de septiembre de 1992 la Hermandad del Señor Cautivo de Ayabaca, de esta zona de nuestra Arquidiócesis. Ya son 30 años en que continuamos manteniendo y custodiando nuestra fe y costumbres, procurando en todo momento mantener la hermandad y siendo siempre solidarios, incluso en los momentos más duros de la pandemia que hemos sufrido, durante todo este tiempo nunca dudamos del amor, ni de la compañía de Dios por nosotros. Nuestra gratitud y reconocimiento a usted Monseñor por su labor de estar haciendo siempre presente las palabras y enseñanzas de Jesús en medio de nosotros, así como por su cariño y cercanía de Padre, que está siempre pendiente de sus hijos”.