ERP. Quién le iba a decir a los habitantes de Mesopotamia que en su día utilizaban tablillas de arcilla para escribir, o a la China del segundo milenio a.C. en la que se usaban tablas de bambú, o a los autores del antiguo libro de astronomía El libro de seda del siglo 400 a.C., o al impresor de la primera Biblia, Johannes Gutenberg, que un día su concepto de libro evolucionaría hasta convertirse en un documento digital capaz de ser leído desde un dispositivo electrónico: los e-books.
La llegada de esta nueva tipología de libro ha hecho tambalear la industria editorial tradicional, que ha visto cómo sus ventas han bajado a raíz, entre otros factores, del creciente interés del público en lectores digitales como los Kindle de Amazon. Fáciles de transportar y capaces de almacenar cientos de obras literarias, presentan unas ventajas difíciles de pasar por alto. Sin embargo, siguen existiendo también muchos argumentos válidos para priorizar el uso de los formatos en papel.
Los e-books, ¿el fin del placer de la lectura?
Si hay una verdad incuestionable es la siguiente: un objeto de metal con una pantalla táctil nunca podrá reemplazar el ritual, casi religioso, que todo lector clásico experimenta al inspirar el olor de un libro de papel recién comprado y al tocar sus páginas con los dedos. Y qué decir de las bonitas bibliotecas que decoran el salón de cualquier intelectual, que al mismo tiempo sirven para embellecer sus casas y ofrecer un calor hogareño jamás igualado por ningún aparato eléctrico.
La distribución de libros digitales también hace muy complicado el control de la piratería, ya que novelas, ensayos, obras teatrales y poemarios son mucho más fáciles de copiar si su soporte es virtual. La propia naturaleza electrónica de los e-books también conlleva otros inconvenientes: mirar fijamente a un monitor puede causar fatiga visual, no todos los lectores son compatibles con todos los formatos de archivo y además hay que asegurarse que la batería esté siempre cargada.
Los libros de papel, ¿una amenaza para el medio ambiente?
Ahora bien, los volúmenes de papel tampoco se libran de tener ciertas desventajas respecto a sus versiones digitales, como por ejemplo el hecho de necesitar la tala de árboles para ser creados. Esto puede llegar a causar un gran impacto en el medio ambiente y, por lo tanto, en nuestras propias vidas. A esto se le tiene que añadir el coste económico cuantitativamente superior que acaba suponiendo comprar libros físicos en comparación con la lectura electrónica.
Si eres estudiante y debes cargar con muchos tomos a diario, qué duda cabe que te será mucho más cómodo tener que soportar solo el peso de una tableta a llevar en la mochila diccionarios, manuales y libros de referencia. Por otro lado, tu experiencia como lector se verá enriquecida con las imágenes, vídeos y audios que también pueden ser leídos por el dispositivo. Incluso podrás aprovecharte de su herramienta de búsqueda para encontrar un tema o un capítulo en concreto con mayor facilidad.
El determinante papel de Amazon en la transición digital
Ante el imparable cambio del mundo editorial, la gran tienda online Amazon se ha puesto a la cabeza, pero no solo por ser el fabricante del Kindle, seguramente el lector más popular. A esta plataforma se le ocurrió una brillante idea para ayudar el paso del papel al digital: regalar o ofrecer a un precio descontado la versión en e-book de aquel libro de papel que uno de sus clientes compre. Esta iniciativa puede verse, empero, como un intento de valorizar de nuevo las copias impresas.
El servicio de comercio en línea también facilita esta transición con su aplicación Kindle Convert. Como bien indica su nombre, se trata de un programa que facilita la conversión de volúmenes físicos en formatos digitales que se podrán leer posteriormente, y como es lógico, con alguno de sus lectores electrónicos. Existe otro software disponible además para poder leer archivos PDF en un Kindle, que utiliza una tecnología conocida como Whispersync.
La industria del póquer: un ejemplo de reinvención
Las editoriales literarias quizás podrían aprender algo de la industria del póquer, que ha sabido pasar del mundo físico al virtual: de los casinos a Internet. Existen muchos sitios web que ofrecen el mismo servicio que los tradicionales lugares de juegos de azar. Ya no hace falta viajar hasta Las Vegas o visitar tu sala de entretenimiento más cercano para jugar a las cartas y, con suerte, aumentar la cuenta bancaria a cambio.
Estos últimos años, son más y más los jugadores de póquer que aprovechan esta transformación tecnológica y apuestan cantidades ingentes de dinero en línea, como generaciones y generaciones lo han hecho antes que ellos en un establecimiento físico. En esa misma línea, quizás lo que le queda al sector editorial es reinventarse y aceptar que los tiempos cambian y, con ello, los gustos, las prioridades y las necesidades de los aficionados a la lectura.
¿Qué puede hacer la industria literaria para adaptarse a los nuevos tiempos?
Ya lo dice el refranero: renovarse o morir. En este caso, no obstante, los libros en formato papel no tienen por qué desaparecer para siempre. La industria simplemente debe encontrar una fórmula efectiva para que tanto las obras impresas como las editadas en formato digital puedan convivir sin molestarse, sin autoexcluirse. Y tú, ¿crees que alguno de ellos acabará ganando la batalla?
