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José Burgos Ramos, una historia de gloria e injusticia

Sullana
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ERP. Un domingo 12 de noviembre, como hoy, en 1995 José Burgos Ramos fue reelecto alcalde de Sullana, como reconocimiento a un eficiente y fructífero desempeño como autoridad municipal. Para muchos una autoridad que demostró eficiencia y capacidad para resolver los problemas territoriales.

Escribe: Fernando Brossard Del Rosario
Periodista y exregidor provincial

Hombre sencillo, sin mayor formación académica, pero con claridad intelectual y sabiduría para tomar decisiones por su calidad de criterio, reflexión y prudencia que lo hicieron crecer en el aprecio de toda una población que ya lo respetaba y reconocía antes de ser alcalde.

Burgos tenía una forma especial en su trato y comprensión de los problemas de la ciudad que desde su caudillismo ejercía un liderazgo natural, calculador, silencioso, por su especial personalidad, que le sumó mucho en pasar a la historia como el hombre que cambió positivamente a Sullana.

Desde niños ya escuchábamos de Burgos, pero fue en los años ochenta pasados, la oportunidad de conocerlo en una reunión popular, que por iniciativa suya se acercó a presentarse, saludar y a abrir una conversación amable. Expresaba una personalidad especial, muy sencilla, que comprometía a ofrecerle amistad, a respetarlo y hasta admirarlo, pues ya era un personaje en la provincia.

Don José, cómo afectivamente lo llamaban, impresionaba precisamente por valores tan lejanos hoy en quienes ostentan algún tipo de poder. En 1995, él aprueba me integre a su lista en la exitosa campaña de reelección. Un profundo e interior agradecimiento me marcaron en lo personal un compromiso de lealtad hacia su persona.

La historia, pondría a prueba la lealtad y confianza de su entorno, cuando intereses perversos y subalternos de miembros del Concejo Municipal que presidía, iniciaron una campaña con ribetes de odio, envidia y maldad contra el hombre exitoso, que bajo acusaciones de abuso de autoridad y usurpación de funciones, finalmente, logran con el respaldo de oscuras maniobras del poder político nacional de turno y el propio poder judicial, enviarlo a la cárcel en 1999 junto a su hombre más cercano en la gestión municipal, el director municipal, Andrés Vera Córdova .Fue una sentencial para muchos malhadada, abusiva y arbitraria contra un hombre, cuya misión era netamente cambiar Sullana. 

Ese compromiso de lealtad y consideración a Burgos frente a una injusta y repudiada decisión del poder judicial, nos obligó moral y materialmente a iniciar su defensa desde los diferentes espacios favorables que nos permitieron durante semanas encarar una defensa para revertir el abuso cometido. El mismo poder político, concentrado en Lima con la captura y avasallamiento sobre los diferentes poderes del Estado, durante la dictadura de Fujimori y Montesinos, era determinante para el logro de nuestros propósitos de libertad para don José.

Gestiones diarias de un lado a otro por semanas en la búsqueda de justicia, por fin empezó a aparecer con el acercamiento a un alto magistrado, miembro de la Corte Suprema de Justicia. La explicación del abuso e injusticia cometidas convenció al vocal supremo, que como influenciado por Dios, escuchó, comprendió y se volvió de nuestro lado.

La confianza y el perfil de un hombre honesto apareció en el magistrado, que nos llevó a compartir almuerzos norteños como prefirió, en la que ya con la confianza sincera y recíproca, había averiguado y nos detalló los antecedentes del caso, haciéndonos conocer nombres y hechos de la perversidad y miseria humana con que habían actuado para llevar a don José Burgos Ramos dónde, según el magistrado nunca debió estar allí.

Las coordinaciones y gestiones desde lo casi oculto y extrema reserva iban y venían. El día esperado llegó. Nuestro amigo con entusiasmo nos comunicó que había logrado conversar y convencer a Rodríguez Medrano el recordado instrumento siniestro directo del dominio de Montesinos sobre el Poder Judicial. "Solo espero su conformidad y el señor Burgos y su director estarán libres", recuerdo perfectamente sus sinceras expresiones

Estando en mi casa, en Sullana, pocos días después de haber regresado de Lima, su llamada expresando triunfo y satisfacción me confirmaba que pasados seis días la liberación de don José y Andrés Vera eran un hecho. Era un día de los primeros de diciembre de 1999. Sin duda ni tardanza fui al penal a informar a mis amigos. Sentí un poco de frustración frente a la comprensible actitud de don José, al no creer que se dieran las cosas. Lo recuerdo textualmente: "imposible estamos ya en plena celebración de las fiestas navideña y año nuevo y no hay tiempo para eso".

La respuesta de don José golpeó mi ánimo por su duda en la posibilidad de su liberación. Lo comunicado por el magistrado de la Corte Suprema me había confirmado en su llamada que "el martes próximo por la mañana estaría todo listo con los documentos en regla para su excarcelación". La aprobación de Rodríguez Medrano y con ello la del presidente y resto de vocales de la Corte Suprema eran favorables.

Poco después de las 10 de la mañana, pasados los seis días como me había prometido, un día martes sonó el teléfono de mi casa, el rescatable hombre del Poder Judicial, cumplía con su promesa. En menos de dos horas estarían libres los injustamente condenados. Cómo es de imaginar era de echarse a correr para llegar al penal y llegar oportunamente. Fue un imborrable recuerdo de alegría y satisfacción. La historia para adelante es conocida. Los medios periodísticos informaban a grandes titulares al día siguiente. No sé llegó a cumplir una injusta y abominable condena, que para quienes desfigurando lo justo, sano y humano actuaron en la historia como ruines actores.

Años después, en una visita a don José, pedí su aprobación para escribir esto, que por supuesto espero ampliar con detalles. Ese fue mi compromiso con un hombre que finalmente terminó en pobreza sacrificando importantes bienes materiales, pero que murió convencido de haber hecho el bien. Así lo recuerda y lo recordará la historia.

Diario El Regional de Piura

 

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