ERP. Se cumplen dos años de la peor catástrofe que haya ocurrido en la región Piura. Aún la memoria de miles de piuranos tienen presente, cuando el agua desbordó su cauce normal, siguió las pendientes muchas de ellas pobladas, causando daños materiales en viviendas y las pertenencias de muchas familias, que en gran parte quedaron entre las aguas de un río que tiene la característica de transportar poco volumen la mayor parte del año.
Las cicatrices de ese fatídico día aún se mantienen y con realidad se diría que siguen sangrantes, porque el desastre si bien es cierto fue natural, también es verdad que existen responsables en diversas instituciones, que nadie decidió conocer a profundidad, para saber la verdad, corregir para el futuro y evitar que la historia se repita.
Existen responsables institucionales y también responsables sociales. Incorporar la gestión del riesgo en todas las decisiones, resulta hasta ahora un imposible. Mucha población prefiere la comodidad temporal a la planificación previsora, se ubican en la ribera del río y en las hondonadas de las quebradas, desoyen la normatividad existente y de igual manera nadie obliga a cumplirla.
El “Fenómeno el Niño” que es recurrente, reactualiza las vulnerabilidades obviadas, lamentablemente las hace real con mucho dolor y llanto.
El río Piura debe ser gestionado y eso es una verdad innegable. Desde su naciente y hasta su llegada al mar. Pero igualmente, más allá de la protección de la ribera, de la limpieza del cauce, se debe contar con la tecnología adecuada que permita estar informados frente a eventos naturales de esta naturaleza. Se debe conocer el río minuto a minuto y eso sería simple con el instrumental debido, saber la velocidad de desplazamiento de las aguas, el volumen que se transporta y sobre todo, alertar para que no hayan sorpresas.
En el 2017, todo fue caos, todo fue desorganización, mucha impericia hablante y pocos conocedores de la realidad. Igualmente, inexistencia de un sistema de alerta temprana y consecuencias inesperadas en poblaciones como Catacaos o la misma Castilla, que quedaron entre las aguas. Nadie les dijo una sola palabra del cómo protegerse y más aún de los riesgos latentes. Nadie.
Si no se supo actuar antes del desastre, menos se logró hacerlo en el desastre y el post desastre, es tan frustrante como los dos casos anteriores. El gobernador de aquel entonces, no entendió respecto al liderazgo que debería tener, tampoco tuvo una propuesta para salir del desastre, se dejó llevar por ignorancia o conveniencia hacia el nivel central y facilitó la famosa Autoridad de la Reconstrucción con Cambios, dejando a su suerte y albedrío a las municipalidades.
La Autoridad de la Reconstrucción con Cambios, un eufemismo central parte bajo el supuesto que se harán los cambios reales y de verdad, dos años después son más de lo mismo. No por lo que podría hacer bien o no el Director Ejecutivo, sino que en su concepción se cree que el centralismo se encuentra mejor preparado para realizar las obras y las acciones de rehabilitación y reconstrucción.
Ya se hizo común ver a decenas de funcionarios llegando a Piura para realizar un trámite sectorial, lo que podría realizarse desde los gobiernos subnacionales.
Actualmente tenemos a todos los ministerios presentes en el territorio y un gobierno regional ejecutando lo que le permiten y municipalidades ejecutando obras de ornato antes que de prevención. El concepto de prioridad se perdió con los millones ofrecidos y anunciados para realizar la reconstrucción y por un diálogo que fue de sordos. La academia en lugar de ser escuchada pretendió ser ridiculizada.
Se gastaron millones en la limpieza del río Piura. Una pequeña lluvia nuevamente les demostró que o tienen poca información sobre el tema o quienes adoptan las decisiones son dueños de una ignorancia supina que es peor que un desastre natural.
Tras los primeros meses de la vigencia de la Autoridad de la Reconstrucción con Cambios, se tuvo la dirección de Pablo de la Flor, quien no tuvo ni la capacidad profesional para entender la parte pública y menos la actitud para articular debidamente con los principales actores. La presencia posterior del Ing. Edgar Quispe, ha permitido en el último periodo, concertar y articular mejor y dinamizar la inversión, ayudado por la flexibilización de normas que le permite avanzar mucho mejor.
Aunque aún resta la efectividad o ejecución del proyecto principal de Piura que es el drenaje de la ciudad y la gestión integral del río Piura, se viene avanzando con otros proyectos que mirados en el contexto general son positivos, es el caso de la vía Panamericana Norte que quedó en parte destruida, actualmente se ha recuperado y se continúa con la construcción de varios puentes que le darán continuidad.
Otras de carácter nacional como la vía Piura Catacaos, se culminó y ha facilitado la integración con uno de los distritos más golpeados con el desastre, además, de estar en pleno proceso de ejecución el Puente Independencia que beneficiará a todo el Bajo Piura. De acuerdo al Director Ejecutivo de la Reconstrucción Edgar Quispe actualmente el 70% de los recursos se ejecutan desde el gobierno regional y los gobiernos locales.
Piura requiere mucho y como hemos sostenido antes, la prevención se hace en el día a día. La Autoridad de la Reconstrucción puede ser un buen articulador de todos estos procesos y es positivo; sin embargo, de nada servirá si no se inserta en la imaginaria de todos los piuranos, que el río puede ser una potencialidad, pero igualmente es un riesgo y como tal deben adoptarse las acciones imperativas para vivir seguros.