ERP. César Armando García Castillo, es un joven que ha logrado superar sus limitaciones y que acaba de cumplir su más grande sueño: ser un profesional universitario, lo hizo a sus 30 años al graduarse como bachiller en Ciencias Administrativas en la Universidad Nacional de Piura.
Para César, no existían imposibles y fue así que se trazó esta meta de estudiar una carrera universitaria y ser el orgullo de su familia.
Hoy, ya con su grado de bachiller en mano, nos cuenta emocionado su admirable historia.
“Me siento muy orgulloso de haber obtenido este grado, las experiencias que tuve fueron muchas, una de ellas fueron las amanecidas, los proyectos que teníamos que hacer, los trabajos, los exámenes, fueron muchos”, relata.
Su madre, Karina Castillo Niño, es la más orgullosa, y fue con quién compartió el momento de recibir el ansiado grado académico.
“César no quería un instituto, quería la universidad, y teníamos como padres que hacer el esfuerzo, no lo podíamos guardar en cuatro paredes, no podíamos parar sus ansias, sus anhelos, quería ser un profesional, era un sueño de él”.
César, no sólo ha logrado obtener su grado, sino que ya se desempeña laboralmente en la Municipalidad Provincial de Paita.
“Gracias a Dios, ya desempeña su carrera, ya está trabajando en una oficina de la Municipalidad de Paita, y está rindiendo muy bien en su trabajo, es muy responsable en todos los aspectos”, agrega su madre.
A pesar de las dificultades y prejuicios, César demostró que ninguna discapacidad física es impedimento para cumplir los sueños y que el esfuerzo es todo lo que se necesita para salir adelante.
“Les diría a los jóvenes que sí se puede, que solamente es cuestión de empeño y dedicación, y siempre con la ayuda de Dios”, expresa César.
Asimismo, Karina Castillo, deja una gran frase para todos aquellos que se ven limitados de alguna manera.
“A los jóvenes les aconsejo que sí se puede, que en todo lo que uno se empeña en esta vida, se logra, teniendo ese ánimo, teniendo esa valentía de salir adelante. Con esto yo puedo decir a los jóvenes, ustedes pueden, les digo como le dije a mi hijo, sí se puede, César, tú lo has pensado hacer y sí se puede”.
César se despide no sin antes agradecer a su madre por creer siempre en él y por todo su esfuerzo y sacrificio.
“A mi mamá le digo que tiene un hijo muy orgulloso de ella, como mamá, como amiga, como compañera. Gracias mami”.