ERP. El dolor de mucha gente de Chosica, de Tumbes y de otras partes del país, es evidente y obliga a responder con prontitud frente a la emergencia. La naturaleza con toda su fuerza, dejó sin vida a 9 personas y en la miseria a decenas de ellas, aspecto que obliga a replantear el quehacer sobre la gestión del territorio.
Si bien es cierto, que mucho de los peligros son generados por la propia población; la solidaridad no puede estar ajena, y las instituciones públicas, tanto como las organizaciones o población en general, deben acudir prestas para la disminución de los impactos negativos.
Las declaratorias de emergencia, son el instrumento que facilita que el Estado, acuda de inmediato al lugar afectado por un fenémeno natural. Significa que, de ser necesario, el presupuesto público, puede manejarse con mayor discrecionalidad y justamente, allí radican los problemas de corrupción que se han presentado a través de diversas experiencias.
Durante el terremoto de Ica, varias de las donaciones tuvieron destino diferente al esperado. En emergencias por el Fenómeno El Niño en Piura en 1982-1983, permitió que decenas de funcionarios se coludan con empresas para sacar gran ventaja en todas las acciones de rehabilitación.
Se acaban de oficializar las emergencias de Chosica, de Tumbes y de Tacna, y es muy probable si las circunstancias lo ameritan, que nuevas jurisdicciones se comprendan en estas medidas. Se sabe, que en un país con escasa planificación y previsión no queda otra alternativa que coger el presupuesto oficial, para atender lo que se destruye por efecto de los fenómenos naturales.
En el caso de las lluvias, el caso de peligros creados por la propia gente no es ajeno al diagnóstico oficial. Mucha gente se ubica en cauces de quebradas, en hondonadas, en acantilados, en la ribera del mar y muchos otros lugares de alto riesgo; sin embargo, nadie ordena el territorio y al contrario muchos alcaldes promueven la informalidad. Existe irresponsabilidad.
Mencionaremos, algunos ejemplos. En Tumbes, exactamente en Aguas Verdes, a la población no le ha interesado en ubicarse en pleno cauce del río. Cada vez que el río Zarumilla trae un gran caudal, la gente se perjudica en lo económico; sin embargo, al pasar el evento, siguen en sus ubicaciones sin que se haga corrección alguna. Igual sucede en la ribera del río Tumbes, donde cultivos y viviendas muchas veces son arrastradas por la fuerza de la corriente.
En Piura, existe una zona que se sabe de antaño que es vulnerable. Se llama Los Polvorines, un alcalde quiso negar la posibilidad de su poblamiento; más una decisión del Poder Judicial, ordenó que se les atienda con relleno. Fuertes lluvias los convertirá en damnificados. Los puentes construidos sin rigor técnico, en cada avenida deben cerrarse porque el peligro podría ser mayor.
En la ciudad de Sullana, la quebrada principal transporta más de 100 metros cúbicos de agua por segundo y los destrozos causados en eventos anteriores no han sido suficientes para alejar de la ribera a la población residente. Un alcalde, cuestionado seriamente facilitó muchas invasiones y esa población en un periodo lluvioso intenso, perderá sus pertenencias.
Lo mismo sucede con otras ciudades importantes; por lo que se requiere que alguien tenga la autoridad suficiente para gestionar su territorio, donde el enfoque de riesgo sea transversal a todo lo que se hace. Llorar después no tiene sentido.
Es deducible, que las emergencias son necesarias para nuestra realidad, por el nivel de peligros que crea la propia población; sin embargo, somos convencidos que una previsión será mucho mejor que declaratorias de emergencia que se pueden evitar.