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Ni renuncia ni vacancia del presidente Pedro Castillo, si cambiar y mejorar

Editorial
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ERP. El presidente Pedro Castillo Terrones, viene adoptando decisiones totalmente erráticas y por su evidente desconocimiento de lo que es la gestión pública, está empoderando a funcionarios de bajo nivel, convirtiéndoles en el poder fáctico en desmedro del formal y legal. Para nadie es un secreto, que la derecha peruana buscará los errores y los utilizará para sus fines de retirarlo del cargo.

Por su demostrada impericia, sus acciones son duramente cuestionadas y tras el vejamen del exministro Avelino Guillén, se precipitaron otras renuncias como la de la premier Mirtha Vásquez Chuquilín quien ha abonado para conocer el entramado interno que rodea a Pedro Castillo.

Después de la salida de Mirtha Vásquez, una defensora de los derechos humanos, totalmente obnubilado, Pedro Castillo nombró a un maltratador de mujeres, llevando a una reprobación generalizada. El tremendo equívoco, ha despertado nuevamente a los que intentan vacarlo desde el principio, pero igualmente a motivado a otros a pedirle, que debido a su manifiesta incapacidad, renuncie.

El presidente Castillo, no debería olvidar la exacción social que votó por él. Tras la designación de Héctor Valer Pinto y otros ministros, ha demostrado por enésima vez, su escaso entendimiento de la realidad, su baja comprensión de la situación política y su dureza para entender que es presidente de la República y que a él le corresponde, gestionar adecuadamente los asuntos de Estado.

Sin duda, que el Congreso actual no quiere hablar de vacancia por incapacidad moral permanente. Saben que amparar en el articulado constitucional que la describe, es demasiado ambiguo y confuso; no se trata solo de conseguir 87 votos, sino encontrar fundamentos legales y constitucionales que hagan incuestionable la decisión que adoptarían.

Frente a ello, el Congreso de la República, intenta cambiar la Constitución Política para impulsar de manera célere un juicio político. La medida es osada, porque en la concepción como se plantea, podría colocar en una exclusión inesperada de otros potenciales candidatos. El cambio constitucional para hacerlo se encuentra en camino y es posible, que se logre en los próximos días la primera votación.

Pedro Castillo, un personaje poco ilustrado y quizá el menos formado de todos los que han ejercido este cargo, aún puede recuperarse del hoyo en el cual ha caído. Son formalidades en un caso y decisiones de fondo en otras; una primera y de indubitable urgencia, es el cambio de asesores; luego, el nombramiento de un primer ministro con credenciales propias y el empoderamiento para que actúe con libertad.

Lo sucedido con Mirtha Vásquez y Avelino Guillén, no debería repetirse jamás. Igualmente, abrir la ventana de la duda, como la pretendida distorsión de la Policía Nacional del Perú, para redirigirla a acciones malsanas, es un tema de interés nacional y de urgente precisión. Por lo menos, en el Mensaje a la Nación dado por Pedro Castillo, no existe ni un ápice de reconocimiento del error cometido.

El presidente tiene su última oportunidad para volver a sus orígenes, entre ellas encontrar la base política que lo sustente, contar con asesores con capacidades que le faciliten una adecuada toma de decisiones; nombrar ministros especializados en el sector para el cual son nombrados e impulsar los cambios que sean posibles ejecutar. De él depende.

De continuar errático, decidiendo sin entender que es presidente de la República, sus días como mandatario estarían contados. Es un presidente demasiado débil y sus acciones deberán ser lo más inteligentes posibles, para no caer al abismo. Deberá reponerse de sus yerros cometidos y enmendar, luego, solo a él le corresponde mejorar. El lamento, le puede servir para llorar en la puna, pero no para gobernar un país.

Diario El Regional de Piura
 

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