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Sáb, Abr

El estado fallido que todos quieren que cambie y que pocos lo intentan

Editorial
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ERP. El colapso del sistema sanitario nos ha develado un Estado que no es del primer mundo como vitoreaba Alan García y tampoco el de prosperidad como se ufanan los liberales que nos gobiernan desde 1990. Tenemos si, un Estado más pequeño a lo que era antes, con algunas nuevas oportunidades distribuidas para más sectores sociales, pero fortalecido en estructuras más individualistas.

Realizando una evaluación de los 100 días de la pandemia en el país, el presidente Martín Vizcarra, con la candidez que le es ya conocida ha pretendido señalar una agenda futura. Ha manifestado como prioridades un sistema integrado de salud; luego una educación universal semipresencial; un Estado más presente en hogares de pobreza y pobreza extrema; un Estado que trabaje de manera rápida con el sector privado. Hasta aquí la buena intención. 

Luego, el presidente Vizcarra en una bravuconada, quizá pensada o de repente cándida, adujo que utilizaría el artículo 70° de la Constitución Política para intervenir las clínicas privadas, considerando los onerosos cobros exigidos a pacientes que se atendieron en ellas en la etapa de la pandemia. De inmediato, las reacciones no se hicieron esperar para oponerse a la medida y plantear exigencias de muy difícil cumplimiento. 

El acuerdo inmediato suscrito entre el gobierno y las clínicas privadas ha desinflado las intenciones presidenciales y de igual manera la furibunda respuesta de muchos. Sabemos que, por un lado, existen justas preocupaciones por observar un sistema indolente a las necesidades y por el otro, la defensa exagerada del status quo. No desean que cambie nada y si se mantienen las cosas como están mucho mejor.

Martin Vizcarra el estado fallidoEl estado fallido que todos quieren que cambie y que pocos lo intentan

Pero las clínicas privadas pueden ser un trocito de la realidad peruana, donde las diferencias sociales y económicas lo hacen un país desigual. Bastaría revisar lo sucedido con el programa Reactiva Perú, para darse cuenta que las buenas intenciones solo son eso, por cuanto el sistema financiero privilegió a unos con dinero del Estado perjudicando a otros que vieron una luz de esperanza que nunca les llegó. 

Con los recursos del Estado, se pretendió favorecer a las micro y pequeñas empresas, la realidad demostró que eso fue simple falacia. Miles de emprendedores quedaron frustrados porque los recursos que tienen garantía del Banco Central de Reserva del Perú, fueron a parar a manos de grupos empresariales y se descartó a esos peruanos que hacen economía de la manera más ingeniosa y que seguro seguirán así con su propio esfuerzo e iniciativa.

Para estos pequeños empresarios o emprendedores populares, el Estado solo existe para esquilmarlos de sus pequeños ingresos, conseguidos con mucho esfuerzo. Jamás lo tendrán presente para estímulos reales que complemente su acción, ha sucedido con Reactiva Perú y otros programas dispuestos para apalancar la economía afectada por el aislamiento social.

Lo que tenemos es un Estado fallido, de buenas intenciones, pero donde la hegemonía se encuentra en los grupos de poder y no en quienes dirigen el país en nombre del pueblo. Consecuencia de esta realidad innegable, se han generado muchas distorsiones donde las frases para protegerse se confunden con la defensa de un estado de derecho y de libertad o muchos otros argumentos vinculados al sistema económico.

En el Perú que conocemos, con un Estado débil, grupos empresariales fuertes y dueños de la mayor parte de los medios de producción, nada cambiará. Es casi una verdad de Perogrullo, el Perú seguirá siendo dispar, desigual en lo social y en lo económico, porque pocos tienen mucho y muchos tienen poco y los primeros no quieren ser responsables e insisten en mantener el status quo. 

Para quienes hemos vivido desastres reiterados con pérdidas económicas y que causaron mucho dolor, la pandemia será una anécdota más en los sucesos ciudadanos. Porque el cambio, no se encuentra en el Estado, tampoco en los empresarios rentistas que logran acuerdos con el Estado, el cambio, se encuentra en una ciudadanía practicante, con población con niveles educativos que les permita entenderse entre sí y convenir objetivos comunes.

Podríamos calificar al actual gobierno de Martín Vizcarra Cornejo, como un presidente muy voluntarioso y quizá lo más genuino de honestidad en la historia peruana; pero endeble a esas otras fuerzas que son más fuertes que todo entusiasmo, que doblegan con sus acciones al más bienintencionado. Él parte el próximo año y lo que viene es la acción de los grupos empresariales para evitar que gane alguien que se le parezca y apoyar al más benigno con sus intereses. 

Este estado seguirá siendo fallido, en tanto la población mantenga esas diferencias entre norte, sur y centro, no hay esperanza al corto y mediano plazo; talvez será para esas otras generaciones que aún se encuentran en idea o en prospecto. En tanto, un poco de maquillaje es mejor que nada.

Diario El Regional de Piura
 

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