ERP. El expremier Salvador del Solar, ha desistido de ser candidato presidencial y con una lucidez interesante, ha criticado el caudillismo prevaleciente que caracteriza a la política peruana. La solución de los problemas del país, no es de personas, dice, y al contrario es la suma de muchas voluntades, consensos y capacidades. En realidad el Perú tiene una deuda pendiente de su propia población y de sus estadistas.
Por Andrés Vera Córdova
La presente opinión, es una breve pincelada sobre los retos y responsabilidades que nos corresponde como ciudadanos y de igual manera, la reiteración de una verdad; el futuro se construye en el día a día, con esfuerzo, con saber y con muchas energías.
El presidente Martín Vizcarra, con ocasión de celebrarse el 199 aniversario de la Independencia Nacional, realizó un mensaje muy criticado por su falta de visión de país. Al contrario, se dedicó a enumerar pequeñas reivindicaciones que podrían resolver los problemas temporales, pero que poco influyen en la necesidad de tener un país más sostenible en el tiempo. Las críticas no se hicieron esperar.
Las redes sociales han permitido que decenas opinen y expresen sobre determinados temas de interés nacional y uno de ellos en este semestre, sin duda es la pandemia por el coronavirus. Es gracioso leer a personajes, cuestionando al gobierno, al ministro, hablando de sistema sanitario sin ser especialistas y sobre todo indicando que se pudo hacer una cosa y otra para ser más eficientes.
Son los que todo saben, los que tienen la solución de los problemas del país en su imaginación. Los que no dudan en criticar al adversario político por solo serlo. Los que se escandalizan frente a un yerro, irregularidad o ilegalidad en el aparato público, que cuando tuvieron la oportunidad igual la cometieron. Los valientes de ahora, que antes fueron sumisos. Ejemplos, sobran.
Tenemos conocimiento vivido de gobiernos de los últimos lustros y en todos ellos, tanto como se dijo de revolución social y económica, se desdijo con los hechos. Odría, Belaúnde, Velasco en parte, Morales Bermúdez, nuevamente Belaunde, García 2 veces, Fujimori, Toledo, Ollanta y hasta el mismo Martín Vizcarra. Somos el país de las mentiras políticas y de las promesas incumplidas.
Igualmente, en todos estos gobiernos se sucedieron funcionarios públicos elegidos y no elegidos, con una plataforma igual de promesas y expectativas. Varios aún viven, otros se fueron de este mundo terrenal. Grandes decepciones del momento, opinan como los sabihondos, se escandalizan del error presente, en tanto guardaron silencio cuando les correspondió actuar.
Existen problemas estructurales enraizados en la sociedad y el Estado peruano. El programa Reactiva Perú es un ejemplo, sirvió para grupos empresariales, en tanto centenas de micro y pequeñas empresas quedaron birladas por el sistema financiero. El presidente creyó y la ministra también, que dinero público en manos de banqueros tendría buen fin. Los testimonios dicen que se favorecieron unos y se perjudicó a los pequeños.
El riesgo y la pandemia por el coronavirus es un riesgo que expone a la población a la enfermedad e incluso con la pérdida de vidas humanas, pudo preverse, pero no ante el advenimiento de ella después de hacer estragos en China, España o Italia. La gestión del mismo se hace en el día a día, planificando las necesidades presentes y futuras, ejecutando de la mejor manera el presupuesto nacional, trabajando fuertemente con la educación de las personas.
Es fácil decirlo, pero muy difícil cumplirlo. Sabemos que el sistema sanitario peruano es un desastre y si hablamos de Piura mucho más. Desde hace un buen tiempo los indicadores expresaban por si solos las brechas de infraestructura, camas, médicos, enfermeras y demás profesionales de la salud. No se requiere mucho análisis para comprenderlos, bastaría conocerlos para posicionarnos frente a la realidad.
Igualmente, conocemos que parte de la carga hospitalaria la podemos bajar con hábitos saludables; sin embargo, lo que se conoce en la teoría se inaplica en la práctica, por recursos económicos o simplemente por un tema de carácter cultural. Somos ciudadanos que consumen pollo a la brasa en exceso, que gustan del alcohol, el tabaco, que no valoran la importancia de las menestras, frutas y que tampoco gustan del ejercicio físico como un elemento de sanidad.
Las soluciones para los problemas nacionales se encuentran en el Estado porque nos representa y maneja los recursos recaudados como impuestos. A él le corresponde la salud, la educación, la seguridad y otros servicios públicos; pero igualmente, la solución está en el ciudadano informado, consecuencia de la educación formal y alimentada por los aprendizajes continuos. De otra manera, es imposible dar un paso adelante.