ERP. Las mujeres tienen igualdad de derechos que los hombres y de eso no existe duda. Los derechos humanos igualmente se les debe reconocer y garantizar sin distinción alguna; sin embargo, más allá de la legislación nacional y también la que se deriva de tratados y acuerdos internacionales se encuentra la realidad social que la expone a condiciones de inferioridad frente a sus pares y no puede ser.
La marcha ¡Ni una menos! Es una manera de visibilizar lo que realmente acontece contra la mujer. Los hechos de violencia psicológica, física o sexual y sobre todo el feminicidio, son una muestra real que algo pasa en la sociedad peruana y que requiere no solo buenas intenciones y una frondosa legislación, sino actitud, sensibilización y conducta para aceptar que las diferencias solo son biológicas y nada más.
Arlette Contreras, es el símbolo de esta marcha que unirá a todas las mujeres y también a quienes comparten su desencuentro entre lo que realmente sucedió y lo que las instancias judiciales resolvieron. Es el símbolo de la violencia contra la mujer e igualmente, el símbolo de la injusticia del Poder Judicial, entidad que muchas veces le da la espalda al derecho y a la realidad de los hechos.
Pero Arlette Contreras, aún con el pudor propio de ventilar un caso personal en público, no tiene temor y desafía las condiciones injustas de las cuales ha sido víctima y saldrá en marcha en nombre de todas y quizá con todas, para hacer entender al país entero, que los seres humanos deben respetarse entre sí y que la mujer tiene igual dignidad que el varón y no debe en absoluto aplicarse violencia o toda forma de discriminación.
Hace algunos meses también los piuranos fueros testigos cuando Misui Chávez Sandoval fue agredida por su pareja y el Poder Judicial no fue tan benevolente con el agresor. Es parte de lo que se requiere para poner coto a la agresividad que muchas veces lleva al feminicidio. El paso más importante, es aprehender a convivir en armonía y con el pleno respeto de los derechos de cada quien.
Las estadísticas son frías y dicen mucho de lo que sucede en nuestro país, un promedio de 140 mil personas son víctimas de violencia familiar tanto física como psicológica, la mayor parte de este número son mujeres; en tanto que más de 5700 mujeres han sido afectadas por violencia sexual. La situación es crítica y debe hacerse algo para que estos hechos atentatorios cesen.
La marcha prevista por el colectivo de ¡Ni una menos! tiene un gran valor, primero el problema llegará hasta lo más recóndito del territorio nacional, segundo es un llamado de atención para las autoridades judiciales y al mismo tiempo, obliga a los legisladores a contemplar más drasticidad para este tipo de sucesos, que afecta a las mujeres.
Se han sumado organizaciones sociales y políticos, mujeres que siempre defienden los derechos de este género, representantes mujeres de las instituciones como la Policía Nacional y ojalá se sumen juezas y fiscalas, en una demostración que la solución es de todos y no solo de unas o unos.
De tener impactos favorables esta marcha no será una simple marcha y Arlette Contreras ya no será el ludibrio público y cualquier caso parecido será rechazado por la sociedad civil y juzgado por el Poder Judicial con criterio objetivo y no benigno como ha sucedido.
De ser así, ya no habrá ni más Arlette ni más Misuí, porque sociedad que conoce los derechos de cada quien y los respeta, sabe convivir en armonía y paz y es lo que se requiere.