ERP. Las ideas del federalismo no eran nuevas en el Perú a fines del siglo XIX, se habían postulado desde comienzos de nuestra vida republicana, y pese a ser rechazadas no se diluyeron del todo, ya que a fines de la décimo novena centuria las vemos como propuesta de la agrupación política de Manuel González Prada, y en la acción del coronel piurano Ricardo Seminario Aramburu, actuando en Loreto.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia de la DNEF del Jurado Nacional de Elecciones.
Manuel González Prada, el fundador del partido político Unión Nacional, había nacido en Lima el 5 de enero de 1844, y si bien su prestigio lo ubica como ensayista y poeta, también incursionó en la política, manifestando preocupación por la cultura democrática de los peruanos, influyendo con sus escritos, sobre las actitudes de muchos peruanos, de tal manera, que después de su muerte, sus ideas marcaron fuertemente el rumbo ideológico de José Carlos Mariátegui y de Víctor Raúl Haya de la Torre.
González Prada se dedicó al periodismo, y al trabajo agrícola en sus propiedades familiares, y estuvo presente ante el llamado de la patria, durante la guerra con Chile, participando en la batalla de Miraflores, retomando su labor periodística tras la salida de los chilenos de territorio peruano, y desde diversos medios de difusión, cuestionó a las autoridades y demás peruanos que consideró culpables frente a la derrota.
En 1885 dirigió el famoso Club Literario, que luego se convertiría en la Unión Nacional, organización política de orientación radical. Es famoso su discurso pronunciado en el Politeama, en 1888. Tras su viaje a Europa regresó con el mismo espíritu combativo, pronunciándose a favor de los indígenas y de los obreros. En 1912 fue distinguido por el gobierno de Augusto B. Leguía, con la dirección de la Biblioteca Nacional, y ejerciendo ese cargo falleció en 1918.
En su pasión política defendió las libertades de culto, de conciencia y de pensamiento; pronunciándose en favor de la educación laica. Sus discursos políticos estremecieron a la sociedad de su tiempo, siendo censurado por los políticos tradicionales que dominaban esa arista de la realidad social.
Entre quienes apoyaban sus ideas se encontraban Elías Alzamora, Hernán Velarde, Carlos Germán Amézaga, Germán Leguía y Martínez, Víctor Mantilla, Luis Márquez, Luis Ulloa, Carlos Rey de Castro, Manuel Moncloa Covarrubias, Ernesto Rivas, Abelardo Gamarra, Pablo Patrón, Alberto Químper, Alberto Secada, Carlos Alberto Romero, y el narrador Adolfo Vienrich, entre otros.
El 16 de mayo de 1891, Apareció la Declaración de Principios de la Unión Nacional o Partido Radical, que propugnaba un gobierno federal, pedía además la representación de las minorías en el Congreso, y el sufragio directo y con derecho a su ejercicio por los extranjeros, entre otros temas. Firmaron el documento, Manuel González Prada, German Leguía y Martínez, y todos los que se agrupaban alrededor del gran ensayista. El partido tuvo vida solo hasta 1900.
En 1891 el Partido Radical, o Unión Nacional buscó ser uno de los conductores de los destinos del país, buscando aglutinar a todos los que se sentían capaces de transformar a la sociedad, por eso como estrategia, el Partido radical se presentó como Unión Nacional.
La forma de gobierno federal, bastante propuesta en legislaturas anteriores, se había desechado en cada ocasión, pese a que varias repúblicas, ex colonias hispanas, se habían organizado bajo esa forma de gobierno, quizá los amantes del centralismo, bajo una premisa de supuesta y única estrategia de unidad, postularon y defendieron la república unitaria.
Entre los principios difundidos en la publicación periódica “El Germinal”, y que sostenían a la Unión Nacional estaba la devolución de las propiedades de las comunidades indígenas, problema que sería debatido en el Congreso, y que movería a varios luchadores sociales a hacer empatía con la problemática de este gran número de peruanos que eran parte de los excluidos en el Perú de entonces.
Los mensajes de Gonzáles Prada no gozaron de la difusión necesaria que generara un impacto sobre la población nacional, ya que sus discursos en cierta forma fueron vedados por la prensa escrita, y los periódicos que los difundieron sufrieron fuertes presiones por los grupos de poder político dominante. Pese a todas las campañas en su contra, González Prada es uno de los peruanos más recordados del siglo XIX.