ERP. Homenajes a uno de los más grandes americanos, son noticias que se registran en muchos libros, y es que el general San Martín no necesitó morirse para ser reconocido por sus contemporáneos, quienes de diversas maneras le hicieron ver cuánto significaba para la causa americana. Indudablemente que tuvo algunos detractores, pero fueron más los que reconocieron, y siguen reconociendo su valía.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones
Tenía menos de un año y medio el general San Martín en el Perú, y siendo Protector del renaciente Estado, cuando el17 de enero de 1822, hace 200 años, recibió el reconocimiento que le tributó la Universidad de San Marcos. El discurso por el recibimiento del nuevo gobernante, realizado en el antiguo local de la Universidad de San Marcos, destruido, para la construcción del nuevo local del Congreso de la República, Fue encomendado al abogado Justo Figuerola, miembro del Colegio de Abogados de Lima.
El distinguido lambayecano, recibió la misión de hacer un laudatorio, que expresara el sentir de la Universidad, por lo que venía haciendo el primer gobernante del Perú independiente. Y en efecto, desde las palabras iniciales del discurso, se advierte que Figuerola trasmite los sentimientos de admiración que sentían las autoridades y los estudiantes, por la presencia en el Perú, de tan preclaro americano.
Las palabras pronunciadas reflejaban la realidad del momento que se vivía, y expresan el gusto de todos los peruanos por la independencia del Perú, reconociendo en la presencia de San Martín, un paso decisivo, frente a la determinación que habían tomado previamente los peruanos, de ser libres e independientes.
La admiración por el Protector, equivalía a un merecido reconocimiento hecho por la más antigua de las universidades de América, señalando que los pueblos del continente sentían admiración por el genio que en ese momento gobernaba el Perú, reconocimiento que era uno más de entre los que había recibido anteriormente don José de San Martín.
El discurso está lleno de metáforas sobre la independencia, entendibles, si nos adentramos en el momento que se protagonizaba, admiración expresada con palabras que hoy resultan en desuso, y que carecen de sentido, ahora que estamos reconciliados con el pasado, y reemplazamos expresiones de hace 200 años, que hablaban de yugos de cadenas de opresión, pese a saber que el pueblo peruano siempre manifestó un rechazo a la conquista, desde 1532.
El discurso elogia a San Martín por cimentar la independencia, y por vivir sus triunfos sin vanidades, esquivando ostentaciones públicas de apreció por los demás, porque así era el protector, la humildad lo ganaba, pese a que él sabía que era grande.
El discurso abundante en elogios, no deja de relacionar el presente de ese momento, vinculándolo con las aspiraciones de los precursores, de legar a las nuevas generaciones un Perú libre, sin oprimidos:
“¡Oh padres, oh sabios nuestros, que dormís en la noche de la tumba, y descendisteis a ella dejándonos en la amargura de la opresión! Si acaso en el reino en que reposáis ornados de gloria, sois capaces de gozaros en nuestra felicidad, considerad cual sea, recordando lo que gemíais en silencio, y pedid al Soberano Árbitro de las naciones, que jamás vuelva la América a ser gravada con tal peso; que sea amiga de todos los pueblos, pero enemiga de toda opresión; que use de su libertad de manera que se juzgue no empieza ahora a gozarla, sino que nació con ella; que sus hijos se digan antes de la patria que de la familia a que pertenezcan; y que todas las potencias vean en cada ciudadano nuestro un Catón, un Fabricio, un Valerio, que de nada se acuerden sino de la dignidad de hombres libres”.
El discurso terminaba reconociendo el aporte de España a las américas, pero que ahora sin más dominación, sino desde un plano de horizontalidad, de amistad los haría apuntar hacia un consenso de paz y unión. Y finalizaba mencionando que San Martín era el Libertador de su patria, de Chile, y del Perú.