ERP. La celebración por el Bicentenario de la independencia, ha ganado la voluntad de todos los peruanos, en muchos lugares se han organizado actividades sucesivas, siendo una de las más notorias la que se hizo el año 2019, realizada en Supe, el 5 de abril, día de la proclamación de la independencia en ese lugar.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia
Así, somos testigos de las conmemoraciones que se hacen en casi todas las regiones del país, que se aprestan a celebrar el bicentenario de la proclamación de la independencia nacional, precedida de las proclamaciones que se hicieron en sus propios espacios, y también para rememorar otros sucesos de no menos significación, asociados a la historia de la independencia del Perú.
En 1830, a unos años de las páginas protagonizadas por los peruanos y extranjeros, mientras el gobierno se esforzaba por premiar a los beneméritos, hubo algunos cuestionamientos, para considerar o no, como combates o batallas, a algunos de los hechos protagonizados en la guerra de la independencia.
En este sentido, por el Decreto del 11 de enero de 1830, el Supremo Gobierno hizo conocer a la junta Calificadora de Servicios Militares, que previa a su consulta, elevada el 8 del mismo mes, frente a las dudas surgidas, se nominaba a los hechos de guerra que deberían considerarse como batallas, a las de Pichincha, Torata, Moquegua, Zepita, Junín, Ayacucho, Portete de tarqui, y a los dos sitios del Callao.
Hoy vemos que en la memoria colectiva se le conoce como batallas a una serie de episodios, de las huestes del Ejército Libertador y en los que participaron muchos peruanos, enfrentándose a los realistas; inclusive leemos que continuamente se menciona como batallas a los sucesos de Changuillo Nasca, y Acarí, cuando esto no mereció otra denominación que combate, de acuerdo a lo mencionado en fuentes primarias de la época; y como puede apreciarse en el decreto de 1830, no aparecen estos sucesos en el decreto aludido de las batallas.
Si nos detenemos a mirar los diferentes premios que recibieron los defensores de la libertad e independencia del Perú, podemos apreciar información valiosa aparecida en estudios iconográficos de la independencia, relacionados con las condecoraciones que se otorgó a los militares de la época.
Hay medallas con la inscripción: YO FUI DEL EJÉRCITO LIBERTADOR, como se puede apreciar en la Colección de Leyes, publicadas por Oviedo, y en los últimos tiempos, en las publicaciones de Eduardo Dargent Chamot, y de Juan Ricardo Rey Marquez. Como señala este último, las medallas destacaban y estimulaban la participación en la gesta independentista, cuyos participantes las ostentaban con orgullo. La medalla mencionada, se acuñó por disposición del general San Martín, para el Ejército Unido, y la Escuadra de Chile.
Hay medallas en las que muchas veces se señala el nombre de los hechos, la fecha del suceso, y algunas veces, el nombre de la persona distinguida. Al respecto, para los sucesos protagonizados por los iqueños, se acuñaron dos medallas que llenan de orgullo a los oriundos de esas tierras, y fueron por lo acontecido en Chunchanga y Caucato; al respecto no hubo medalla alguna por la deserción ocurrida en Palpa, ni por los sucesos de Changuillo, Nasca y Acarí.
Ya desde comienzos de su gobierno, el general San Martín consideró la distinción a los valerosos soldados de la independencia, otorgándoles medallas, entre ellos a los vencedores en Pasco; y así fue decretando honores para quienes le acompañaron en la campaña libertadora; una medallas con el lema A LOS MÁS BRAVOS, en alusión a los que conformaron el Batallón Numancia, de filiación realista, hasta su paso al Ejército Libertador.
No quedaron fuera de este reconocimiento quienes participaron en las guerrillas y montoneras, en los episodios de Yauyos, Yauli, Canta y Cangallo, así como “A LOS CONSTANTES PATRIOTAS DE HUAROCHIRI”
A poco del protagonismo de las batallas de Junín y Ayacucho, el 1 de marzo de 1825, el gobierno dispuso la celebración de los aniversarios de ambas batallas, y el 14 de enero de 1833 se declaró días de fiesta cívica, el 6 de agosto y el 9 de diciembre. Todo esto fue precedido, por las leyes del 25 de agosto de 1823 y del 9 de octubre de ese año, en las que se dispuso la celebración de algunos triunfos del Ejército Patriota.
En Ica se protagonizaron acciones notables, como el combate de Caucato, en 1822, victoria peruana, y en Chunchanga también; por eso, el 18 de enero de 1823, se concedió el ESCUDO A LOS VENCEDORES DE CAUCATO Y CHUNCHANGA, premiando a los heroicos defensores de la patria.
A 200 años de la gesta del Ejército Libertador, precedida de los heroicos enfrentamientos por la independencia nacional, recordemos a nuestros pretéritos, que armados por la patria, nos legaron un Perú libre, como este por el que nos esforzamos los peruanos y las peruanas del siglo XXI.