ERP. El 20 de agosto de 1820 salió de Valparaíso la Expedición Libertadora con rumbo al Perú, su máxima autoridad, el general José de San Martín estaba cargado del optimismo de la misión que se había trazado, su segundo era el ancashino don Toribio de Luzuriaga, quien llegaría a ser mariscal del Perú. San Martín llegó a Paracas hace 200 años, un día como hoy 7 de setiembre de 1820.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia del JNE
Del diario de la navegación, de público conocimiento, que está difundiendo Juan Carlos Romaní Chacón, desde La Voz Municipal de Ica hemos extractado con respecto al 6 de setiembre:
“El tiempo siguió lo mismo, pero a las ocho de la mañana, se levantó una niebla que no dejaba percibir los buques. A las diez y media se vio el cabo que llaman de San Nicolás (conocido por el Morro de Sama), a las doce se acercó la Independencia, y dijo que debíamos dirigir el rumbo a Pisco, que era el lugar donde habíamos de tomar puerto”.
Setiembre 6
“El convoy desde que zarpó de Valparaíso, hacía su ruta a una calculada distancia de la costa, de vuelta y vuelta como dicen los marinos; y todos los días al oscurecer, la capitana hacía las señales del rumbo que se debía seguir durante la noche en la vuelta de afuera, y a la madrugada daba el de la vuelta de tierra; bajo de este concepto, navegando la expedición el día 6 en la vuelta de tierra, avistamos el “morro de Nasca”, costa de Arequipa, punto que queda como 23 leguas al Sud de Pisco y 65 de Lima. Fue un placer inmenso el que tuvimos todos cuando los marinos nos hicieron esta explicación, porque considerábamos cercano el término de nuestro penoso viaje”.
Conocer con detalles estos episodios, las vivencias del Ejército Libertador llenan de orgullo a los iqueños, y a los que tienen en sus venas sangre de antepasados de Ica, ya que ese espacio geográfico sería el escenario de los inicios de la gesta libertaria del Perú, Paracas, Pisco, Ica, Changuillo, y Nasca, se trazaron en la ruta y las primeras acciones de guerra del Ejército, y de estas quedan testimonios, así como del paso en Palpa, de dos compañías realistas al ejército de los patriotas, un mes después.
Continúan los detalles del diario señalando lo ocurrido hace 200 años, un día como hoy, día del bicentenario del arribo del Ejército Libertador a la Bahía de Paracas, escenario de un hecho singular en la historia de la independencia americana.
Setiembre 7
“El tiempo era el mismo, pero bastante nublado hacia la costa. A las ocho de la mañana se avistó la Punta de Lobos. En este punto se hizo señal para que el convoy navegase al rumbo que llevaba, y reuniéndose la Isabel al San Martín, pasó el lord Cochrane a bordo de aquella. A las tres y cuarto llegamos a la boca de la entrada de Pisco donde se puso todo el convoy en facha, y la Moctezuma entró en el puerto con bandera americana. A las tres y media, se hizo señal de prepararse para anclar: a las tres y tres cuartos se hizo otra para forzar de vela: a las 5 y cuarto se vieron en el puerto tres buques, a los cuales se dirigió la Independencia.
A las seis y media dio fondo el convoy inmediato a una playa que dista como dos leguas del puerto de Pisco”.
“En la noche del día 6 al 7 había hecho el convoy su bordada en la vuelta de afuera como de costumbre, y en la que a la madrugada dio sobre tierra, se descubrió el “Morro de Sangallán” que se eleva de la isla del mismo nombre: como a las once de la mañana del mismo día entramos por el “Canal de Sangallán”, que lo forma la isla y una punta de la tierra firme, y a poco andar nos encontramos en la bahía de Paracas, ensenada que queda a tres leguas al sud del puerto de Pisco. Este había sido el paraje elegido por el general San Martín para el desembarco de la expedición, punto que para todos había sido un secreto, como por lo general eran todas sus disposiciones, siempre que se encadenasen con alguno de los planes que bullían en su cabeza.
El general era el muelle real de esa gran máquina y todo golpe de esos de grande trascendencia, él lo combinaba, lo disponía y desarrollaba su ejecución, las más veces sin dejar entrever o sospechar siquiera su designio o resultados.
Quien únicamente pudo conocer el punto elegido para el desembarco de la expedición, quizá fue Lord Cochrane, ya porque le correspondían las precauciones contra toda tentativa de la escuadra española, ya porque de él debieron nacer las explicaciones y detalles de los apuntes aparentes de la costa, por haberlos examinado y reconocido todos en el año anterior: así fue que a las seis de la tarde del día 7 se dio la orden al convoy de fondear en la ensenada, y el contento se dibujó en todos los semblantes al ver que estábamos próximos a volver a pisar tierra firme.
En seguida se hicieron señales a los cuerpos que se preparasen a desembarcar, y sin más espera se procedió a armar jangadas de pipas y barriles vacíos que se llevaban con este objeto, para facilitar la celeridad del desembarco de la tropa, que con solo los botes y lanchas de los transportes no se habría podido conseguir”.
De todos los movimientos del Ejército Libertador, de su travesía desde Valparaíso, estaban enterados los realistas, y el propio virrey Joaquín de la Pezuela, a quien le llegaban las novedades por el espionaje que se había mantenido desde que estaba armándose la expedición en Chile, pero ya era tarde para detener los acontecimientos que se veían venir.
Hoy se cumplieron 200 años de la llegada del Ejército del general José de San Martín al Perú. Llegó el Libertador a la tierra de los incas, y aquí viviría días de gloria y de descontento, sufriendo en algún momento la incomprensión de los hombres de su tiempo. Sin embargo, pese a todo esto, también brilló la estrella de la democracia, se aproximaba el tiempo, en el que los ciudadanos elegirían a sus gobernantes, de acuerdo a como se estableció por los nuevos gobernantes del Perú.