ERP. (Por Miguel Arturo Seminario Ojeda) Hace 199 años, el general José de San Martín proclamaba ante la sociedad limeña, que desde ese momento el Perú era una sociedad libre, su proclama era el resumen de lo que había observado, y había conocido desde antes de poner sus pies en la patria que nos legaron los hombres y mujeres de Caral, de Chavín, de Huari , de Moche, y de los incas, de manera que el sol de la libertad se vio fortalecido con la presencia el Ejército Libertador en el Perú, tras su arribo al país, en setiembre de 1820.
El general San Martín, como lo entendieron otros protagonistas de la independencia de América, sabía que la independencia de sus países estaba en peligro, sino se liberaba el centro del poder hispano en la América del Sur, poder concentrado en el Perú, desde donde se combatía a los rebeldes de esta parte del continente.
El 28 de julio de 1821, Lima amaneció de fiesta, la anunciada proclamación llevó a muchos a pasar la noche en vela, con toda seguridad, el 27 fue un día de ajetreos, había que dejar a la ciudad lista para ese acontecimiento que se protagonizaría en horas de la mañana. Y así fue, la gran fiesta fue un acto solemne, emotivo, la población estaba congregada en la Plaza de Armas, y mientras el Libertador, con gran aplomo y emoción pronunciaba la proclama, el pueblo vibrante repetía emocionado, las frases que debió rememorar de modo textual, por mucho tiempo.
San Martín comenzó diciendo, “Desde este momento el Perú es libre e independiente”, una nación libre se alzaba en el consenso de naciones que se gobernaban por sí mismas, por sus propias autoridades, reconociendo en muchos casos, la existencia paralela de una autoridad tradicional, representada por el Rey, al lado de los parlamentos, con estas palabras se anunciaba al mundo, que se levantaba otra nación, engarzada desde entonces en los parámetros que poco a poco la conducirían hacia su libertad total y plena.
“Por la voluntad general de los pueblos”, expresión, que como lo hemos referido más de una vez, refleja la actitud de respeto del general San Martín, porque la decisión de ser libres e independientes la habían tomado los propios peruanos y peruanas que protagonizaron esas páginas de la historia de la independencia, que recordamos cada 28 y 29 de julio.
En un mundo lleno de un catolicismo extraordinario, Dios no era partidario de las injusticias y de la explotación, por eso el Libertador exclamó: “Y por la justicia de su causa, que Dios defiende”; y así, entre los gritos de triunfo de los congregados, San Martín terminó diciendo, Viva la Patria, viva la Libertad, viva la Independencia, ante esa multitud que registró el hecho en sus pupilas, como una fotografía natural, grabando eternamente el episodio del que fue testigo.
La proclama en su contenido, fue también una advertencia para los realistas, que con toda seguridad, pronto se enteraron de los sucesos, la decisión ya estaba tomada, los peruanos estaban ansiosos de romper su vínculo político con España, ya habían crecido lo suficiente, y madurado y capacitado, para conducir el Estado independiente, que se restituía después de casi 300 años de interrupción.
Antes de finalizar el año, San Martín, ya convertido en Protector de la Libertad del Perú, convocó a un Congreso Constituyente, ante el que renunciaría el mismo día de su instalación, unos días después de haber permanecido dos años en suelo peruano. Gloria a los héroes y heroínas de nuestra independencia, que esta rememoración, nos sirva para hacernos reflexionar, en medio de este golpe tan fuerte como el que estamos viviendo, como lo diría César Vallejo, y se parafraseó en la homilía celebrada esta mañana en la Iglesia Catedral de Lima.
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Miguel Arturo Seminario Ojeda: Director del Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones