Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda. En el Regional Piura se ha difundido constantemente la fecha de la fundación de Sullana, de la que a nivel local se mencionó por primera vez en 1983, con ocasión del bicentenario de ese hecho; y desde 1985 empezó la tarea de difusión, en el que un equipo de personas preocupadas por el pasado, empezaron a apoyar en la divulgación de un hecho que ahora está en la memoria colectiva de los sullaneros.
En este equipo estuvieron presentes desde el comienzo, Maura Celi de Núñez, Fernando “Pompi” Bel, Rodolfo Cruz Merino, María Quintana de Tume, Ena Ognio de Silva, Marcela Ruiz Carnero, César Antonio Leigh Arias y Frank Távara Gamio, Ruth Seminario Ojeda, Silvia Ruiz, y un entusiasta grupo de sullaneros y sullaneristas, que han vibrado con el acuerdo de celebración de la fundación de la ciudad de Sullana, que ha tomado la honorable municipalidad provincial, el miércoles 4 de julio del 2018, a partir de la propuesta presentada por el regidor Leigh Arias.
Para entender a la Historia como ciencia, hay que tener en cuenta sus métodos y reglas fundamentales, de lo contrario haremos juicios apresurados, que nos pueden hacer caer en la subjetividad, y siendo la Historia, una ciencia, se debe tener presente la objetividad, la verificabilidad, y la universalidad.
Hay una serie de categorías para el análisis que nos ubican en el tiempo, en el contexto en el que ocurren los hechos, que si no se manejan adecuadamente, promueven un mal entendimiento de los sucesos.
En el Perú del virrey Francisco de Toledo, se llevó a cabo la reducción de las poblaciones indígenas, en los llamados pueblos de indias, desestructurándose la sociedad andina y costeña, que estaba acostumbrada a vivir desparramada por los campos, porque la actividad principal era la agricultura, sin embargo, a la usanza europea medieval, los españoles concentraron a la población nativa, en núcleos a los que denominaron reducciones.
En las reducciones, la población desarrollaba su pluricotidianidad, tal como lo especificaba el aparato administrativo hispano, y en esos espacios residían también los curacas, que muchas veces fueron los intermediarios, entre las autoridades virreinales, y la población nativa.
Dos siglos después, un obispo ilustrado, de grande recordación, procedió a la fundación de pueblos, no de reducciones, como consta en el voluminoso informe de varios tomos, que el obispo envió al Rey Carlos III, que se reprodujeron en 1978, en Madrid, y que en Piura, sólo se puede leer en la biblioteca de la UDEP, y en la biblioteca de Luis Ernesto Mendoza Ramírez, en Sullana.
Sabemos que hay pueblos en toda la tierra, cuyos orígenes resultan perdidos en el tiempo, y desentrañarlos es un trabajo agotador, pero edificante, llenando de satisfacción a los estudiosos del pasado, sobre todo, cuando sus hallazgos están asociados a la Historia como ciencia, y con el manejo de técnicas y herramientas que aproximan al investigador a la verdad.
Hasta donde se conoce, el primero en hablar sobre la fundación de Sullana, fue el historiador Rubén Vargas Ugarte, quien menciona, lo que hizo el obispo Martínez Compañón, entre 1782 y 1785, fundar pueblos y no reducciones, en los pueblos ya no sólo vive población indígena, viven blancos, indios, negros, y todo el que quisiese avecindarse, ciñéndose a las normas establecidas, de regulación de la vida social.
Y así, esas fechas se convierten en fastos perdurables, en hitos de vida colectiva, que muchas veces son desplazados por las fechas asociadas a leyes, o a la independización jurisdiccional, como es la creación de distritos y provincias.
Martínez Compañón fundó pueblos, que en el caso de Sullana y Tambogrande, surgieron en espacios escogidos para juntar a la gente desparramada, y llevarla a la vida civil organizada, un 8 de julio de 1783, hecho del que hace poco se cumplieron 235 años. Así como la ciudad de Sullana, y la villa de Tambogrande, que ya es una ciudad, cuyo reconocimiento retrasan, quienes hace mucho debieron solicitarlo, cientos de pueblos del Perú recuerdan sus inicios con grandes celebraciones, sobre todo cuando cumplen los 25, 50, 75 o 100 años, por ejemplo.
Sullana, la ciudad ubicada a orillas del río Chira, está empezando a celebrar esta fecha, reconociendo a su fundador, al autor de esta obra, al obispo de la diócesis de Trujillo, don Baltasar Jaime Martínez Compañón, y en esto están comprometidos un buen grupo de sullaneros, entre los que se cuenta a, César Antonio Leigh Arias, Carmen Cruz Delgado, Manuel Rodríguez Paiva Borrero, Marcela Ruiz Carnero, Maby Olaya Guerrero, y compromete el quehacer de Sigifredo Sánchez Crisanto, Petronila Peña Acaro, Luisa Chulli Castillo, Hortensia Seminario Gallo, Nedda Bel Yaksetig, Frank Távara Gamio, Renato Zegarra Pezo, Idelfonso Niño Albán, y otros tantos sullaneros amantes de su terruño.
En “Historia de Sullana”, hemos dado a conocer parte de este hecho, que como lo se menciona líneas arriba, previamente, a fines de la década del 30 y comienzos de los años 40 del siglo XX, divulgó el jesuita académico de la historia, Rubén Vargas Ugarte, especialista en Martínez Compañón, cuyos artículos fueron publicados en la Revista Histórica, órgano de difusión de la Academia Peruana de la Historia. Cabe el honor de haberlo publicado por primera vez en Sullana, a don Reynaldo Moya Espinoza en 1983, en el artículo titulado, “Hace 200 años se fundó Sullana”, estableciendo la relación del obispo con el Valle del Chira.
El historiador Vargas Ugarte, y otros especialistas como Daniel Restrepo Manrique, se refieren a la obra fundacional de pueblos por parte del obispo, en la segunda mitad del siglo XVIII, coinciden en señalar, que en su deseo de solucionar los problemas de su feligresía, Martínez Compañón los agrupó para consolidar espacios urbanos, con la intención de dar paso a las mejoras que se privaban viviendo desparramados.
Como se conoce, hacía 200 años, que el virrey Toledo, en parecida experiencia, había nucleado a las poblaciones indígenas, nombrándolas “Reducciones”, que generaron un desencuentro entre la población nativa, porque fue en contra de su arraigada experiencia de vivir con las características de la ruralización prehispánica.
Por otro lado, esta medida del siglo XVI fue considerada saludable por la corona española, pues nuclear a la población en reducciones o pueblos de indios, sin contacto con la población blanca, era algo así como procurar que no haya abusos contra los nativos, y evitar todo tipo de conflictos, entre los súbditos del Rey.
Hace poco el Perú entero escuchó el nombre del obispo Martínez Compañón, por la subasta que iba a realizarse de su obra; en 1782, el obispo de Trujillo del Perú, don Baltasar Jaime Martínez Compañón y Bujanda, inició su visita pastoral en el amplísimo obispado del norte peruano, llegando hasta lo más apartado de su jurisdicción en la montaña.
En todo su territorio, procuró, como medida práctica, que la gente goce de salubridad, educación y orden, fundó pueblos, congregando a la población nativa, a blancos, mestizos, y gente de otras castas, para que vivan de acuerdo al orden urbano que se grafica en los planos, como consta en los dibujos y acuarelas que se remitieron al monarca español.
El obispo da cuenta al soberano que había fundado 20 pueblos en el obispado, detallando la ubicación, cantidad de población dividida en cifras de acuerdo a la raza, y otros datos, como lo pudieron apreciar los sullaneros en 1986, cuando el Instituto Provincial de Cultura, presidido por Marcela Isabel Ruiz Carnero, hizo una exposición en el 75 aniversario de creación de la provincia de Sullana, en coordinación con el Banco Continental, institución que conserva más de un centenar de las acuarelas originales que mandó a pintar el obispo.
Previamente, en 1985, cuando presidía el Instituto provincial de Cultura, la profesora Ena Ognio de Silva, fui invitado a dar una conferencia sobre la fundación de Sullana en el salón Carlos Augusto Salaverry del local del Concejo provincial, y frente a nutrida concurrencia, expuse sobre los hallazgos del documento de la fundación, que ubicara justamente, en 1983, al cumplirse el bicentenario de la fundación.
Años después, Luis Ernesto Mendoza Ramírez, propietario del tomo, donde consta la fundación de pueblos por el obispo, publicados en facsimilar por el gobierno español, dio prestado el ejemplar correspondiente al Museo de Sullana, y los visitantes a sus salas de exposiciones, apreciaron el informe sobre la fundación del pueblo “El Príncipe”, como nominó el obispo al lugar, esperando con esta estrategia, el reconocimiento inmediato por la corona española.
Naciendo Sullana con el nombre de “El Príncipe”, más pudo la costumbre, y el sitio siguió llamándose La Punta, nombre del espacio sobre en el que se fundó en pueblo, y en el que nos encontramos hasta hoy, pero ya con el nombre de Sullana, desde octubre de 1826.
En el decreto de octubre de 1826, se escribió Zullana y Suyana, pero al poco tiempo se corrigió, ya que esa palabra, quichuización de Solana, por el Inca Garcilaso de la Vega, fue escrita así: Sullana, como lo pueden verificar quienes lean la versión original de Los Comentarios Reales de los Incas, y como lo ha corroborado el lingüista Carlos Arrizabalaga Lizárraga.
Este año es un año especial para Sullana, y ojalá, aunque ya las autoridades municipales están de próxima salida, se celebre como es debido, los 150 años de la ciudad de Sullana, categoría que recibió en 1868, el pueblo fundado por Martínez Compañón, en 1783; y así fue, un 28 de octubre de 1868, la villa de Sullana se convirtió en ciudad, hito memorable, y que pasa desapercibido para la colectividad.
La familia Del castillo, dueños de los terrenos de La Punta, donde se fundó El príncipe, hoy Sullana, accedieron a la fundación el 8 de julio de 1783, y al día siguiente, el obispo envió el informe al corregidor Zavala. De inmediato, continuando con las mejoras a su feligresía, Martínez Compañón dividió al curato de Piura en 5 jurisdicciones parroquiales para una mejor administración eclesiástica: Piura, La Punta, Querecotillo, Tambogrande y Morropón, los tenientes de cura que residían en estos lugares, de inmediato iniciaron su labor, por eso, este 8 de julio pasado, los sullaneros, cumplimos 235 años de la fundación de la ciudad, y de la creación del curato, hoy parroquia de la Santísima Trinidad.
De igual manera, Tambogrande, fundado como San Gabriel por el Obispo, cumplió 235 años, una larga vida, con hitos y personajes históricos de proyección nacional, pero aún se mantiene con la categoría de villa, cuando ya debe tener oficialmente la condición de ciudad, como la tienen otros pueblos fundados por Martínez Compañón, entre los que contamos a Rioja, Tarapoto, Sullana y Celendín.