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Mar, Dic

La patrimonialización del Señor de Chocán y las marchas en su honor

Miguel Arturo Seminario Ojeda
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Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda. El sábado 23 de junio que salió publicada la Resolución Viceministerial N° 089-2018-VMPCIC-MC, del día anterior, casi coincidiendo con el aniversario del distrito de Querecotillo, los habitantes de la villa del mismo nombre, vibraron de emoción, como lo hicieron paulatinamente los habitantes ribereños a las aguas del Chira, se coronaba así un logro, en el que la Oficina Desconcentrada de Cultura de Piura, ha tenido un gran papel. Sobre estos sucesos, el Regional Piura, hizo la correspondiente difusión.

Cuando hace aproximadamente dos años, unos inquietos querecotillanos, amantes del quehacer cultural, me comunicaron que guiado por un noble propósito, Oswaldo Purizaga Zapata había llegado hasta Querecotillo, compartiendo esta inquietud de patrimonializar la festividad al Señor de la Buena Muerte de Chocán, me alegré mucho, y sentí, que la hora de compartir lo que la Historia me había confiado, me regalaba esta oportunidad.

Hoy que se ha coronado ese logro, movido por la Dirección de Cultura de Piura, la Parroquia San Francisco Javier de Querecotillo, y la Sociedad Dos de Febrero, cuando la presidía Frank Montero Rivera, siento una vez más, lo real de ese dicho, que reza, advirtiéndonos, que “la unión hace la fuerza”, y así fue, la unión la motivó el culto al Señor de Chocán, y la fuerza fue el motor alimentado con la energía y el fervor, lo que hizo andar, lo que hoy llena de gozo al espíritu de los querecotillanos, principalmente.

Con tan singular noticia, las bendiciones de Lucía Gallo Camacho llegarán hasta el cielo, y el mismo Señor de Chocán las escuchará, porque para ella, el reconocimiento a su Chocancito, es un milagro, el agradecimiento que ella expresa, y el contentamiento y gozo que se libera en cada una de sus palabras, es el gozo de todos los querecotillanos, y el de todos los devotos del Señor de Chocán, imagen milagrosa, que ahora hace un milagro más, hacernos reflexionar, que los piuranos tenemos algo en común, al margen de la separación política, racial, y de otro tipo, la gran mayoría somos cristianos, y de esa mayoría, muchos son los católicos.

senor de chocan

La declaración de Patrimonio Cultural de la Nación a la Festividad del Señor de la Buena Muerte de Chocán, en la villa de Querecotillo, capital del distrito homónimo, en la provincia de Sullana, departamento de Piura, ha tenido en cuenta que esta devoción, es parte del patrimonio cultural inmaterial, relacionado con los usos, representaciones, expresiones, conocimientos, y técnicas que las comunidades, los grupos y en algunos casos, los individuos reconocen como parte integrante de su patrimonio cultural, y se transmite de generación en generación, constituyendo un elemento valioso de su identidad local, regional y nacional.

La resolución abunda en datos histórico sociales, donde la tradición no queda atrás, como lo manifestó la DDC de Piura, el 10 de enero de 2017, al solicitar al Ministerio de Cultura, la declaración que estamos mencionando, pedido que evaluado por las instancias correspondientes, tuvo por resultado final: la citada resolución, firmada por el viceministro Luis Felipe Villacorta Ostolaza.

Hace dos meses, cuando conversaba con el musicólogo nasqueño Miguel Oblitas Bustamante, sobre la festividad del Señor de Chocán, me enteré, que él conservaba una copia de la partitura de la marcha al Señor de la Buena Muerte de Chocán, compuesta en 1912, por Medardo Purizaga Gutiérrez, piurano radicado en Ica, algo muy singular, en una conversación que se inició tocando otros temas, pero llegamos hasta el Señor de Chocán, cuando solo conversábamos sobre el Señor de Luren, hecho que la presidenta del Movimiento Cultural Querecotillo en Acción, Hortensia Seminario Gallo, también interpreta como guiado por las manos del Señor de Chocán.

Por Oblitas me enteré de la existencia de otras dos marchas, la de Eucarpio Oliva González, de Catacaos; y una tercera, del sechurano Victorino Amaya Paiva, las tres, son marchas al Señor de la Buena Muerte de Chocán, y una de ellas fue tocada por la banda de música de Querecotillo, el domingo 1 de julio, en el templo San Francisco Javier, de la villa de Querecotillo. Providencialmente, al día siguiente, Oblitas ubicó en Catacaos, una cuarta marcha al Señor de Chocán.

El domingo 1 de julio, fue un día muy especial para los querecotillanos, que aún no salen de la emoción de días pasados, porque muchos escucharon por primera vez, una marcha compuesta por un devoto del Señor de Chocán, que aunque vivió alejado de su tierra, nunca perdió nexos con sus raíces; Oblitas se encontró con esta partitura en Ica, su espíritu de investigador le llevó a dar oportunamente con ella, y ahora la hace de público conocimiento para todos los piuranos.

chocan

La patrimonialización de la festividad al Señor de la Buena Muerte Chocán, y el hallazgo y compartir de la partitura, que estaba en Ica, son el resultado solo un espíritu de investigador, como el de Oblitas, y la perseverancia de Oswaldo Purizaga Zapata, se pudo dar con la partitura y regalarla a Piura, porque el final de ese documento habría sido Tacora, o quién sabe dónde; y la perseverancia de Purizaga se convirtió en la fortaleza para que el trámite avanzara. El Papel de la Municipalidad de Querecotillo ha sido fundamental en esta parte final del trámite, tanto como de la parroquia San Francisco Javier, que con su párroco Dergi Facundo Facundo, recibirán este 20 de julio, copia de la resolución expedida por el Ministerio de Cultura.

Eso que hubiese parecido una carga pesada, se sintió ligera, el Señor de Chocán la impulsaba, y los que la empujábamos, no sentíamos ningún peso, era un equipo trotando y trabajando, cada uno a su manera, en lo que sus propios talentos le permitían. Muchos querecotillanos han llorado de emoción, imagino lo emocionado que se habría sentido Humberto Seminario Agurto, el autor del vals a Querecotillo, quien falleció hace dos meses, y a quien con toda seguridad habría visitado Oblitas, sabiendo de su vocación por las letras, la Historia, y la música.

Todo esto ocurre, en medio de un renovado comportamiento de las autoridades que tienen que ver con el quehacer cultural, desde lo que va del siglo XXI, nos hemos enterado de múltiples reconocimientos, todo el Perú se encuentra en estos gestos de valorar lo que posee, de solicitarlo, de investigar, y devociones, bailes, comidas, todo tipo de creencias, y lo que refuerza la identidad, ha sido tomado en cuenta.

Lo de Querecotillo no podía quedar atrás, hace un par de años más o menos, ocurrió lo mismo con el milagroso Señor Cautivo de Ayabaca, gran figura de la religiosidad popular piurana, que congrega miles de peregrinos en octubre de cada año, ahora le tocó al Señor de la Buena Muerte de Chocán, que entronizado en el corazón de cada querecotillano católico, y de sus devotos, también habrá hecho una fiesta en el cielo, hasta donde llegan las oraciones, cantos y ruegos de la feligresía.

Oswaldo Purizaga, por el incansable trabajo realizado, digno de un reconocimiento, que va más allá de lo personal, y Miguel Oblitas, por ese desprendimiento generoso, de compartir las partituras, y llegar hasta Querecotillo, invitado por la Municipalidad Distrital de Querecotillo, para ensayar a la banda, son merecedores de una valoración especial, ahora que podemos decir, que este triunfo, fortalece la cohesión de los querecotillanos, de los habitantes ribereños al Valle del Chira, de los piuranos en general, o como lo decían en Europa, reafirmamos, que el núcleo central de la hispanidad, más que la lengua, es la catolicidad, que entre nosotros, se expresa mayoritariamente, en el culto a la milagrosa imagen del Señor de la Buena Muerte de Chocán.

Más de tres siglos de devoción, más de 300 años de ese florecimiento, que apareció, es decir, se inició en una capilla de Chocán, que providencialmente aparece pintada en una de las acuarelas del obispo Martínez Compañón a su pasó por Querecotillo y Chocán en 1783, lejos estaba ese célebre personaje del siglo XVIII, que me generaría una emoción profunda, cuando me di cuenta que la capilla de una de las acuarelas pintada por el equipo que iba con él, era la del Señor de la Buena Muerte, y más aún cuando leí sus informes, en los que no se deja de mencionar, lo que significaba esta imagen para Piura.

La Historia como ciencia, me ha hecho posible, realizar un viaje imaginario por todo el curso de este culto, desde que apareció, es decir, desde que se inició, con base documental de expedientes primarios, que me transportaron hasta los primeros años del siglo XVIII, y he podido compararlo con otros cultos más antiguos de España y de América, para hallar una explicación a esa gran manifestación de fe que cada mes de febrero, y desde fines de enero, estremece al Valle del Chira.

Seguir el curso de este culto, con documentos del Archivo Regional de Piura, del Archivo Arzobispal de esa ciudad, próxima a su quinto centenario, del Archivo Regional de Trujillo, el Archivo General de la Nación y la Biblioteca Nacional, me han permitido evaluar el por qué y la fortaleza de su culto, culto que continuará para siempre, porque cada corazón querecotillano, es un altar particular, más allá de la permanencia de la imagen, en el templo San Francisco Javier, de la villa de Querecotillo.

Entre los variados estudios sobre la religiosidad popular, recuerdo los del padre Manuel Marzal, y los de otros antropólogos que científicamente han buscado explicaciones para estas realidades, para esa que profesa el Perú profundo, el Perú oficial y el Perú no oficial, país, que lleno de un patrimonio material e inmaterial grande, expresa lo que siente, a través de una diversidad de cultos, entre los que encontramos el tributado al milagroso Señor de la Buena Muerte de Chocán.

Yo tengo un cuadro de esta sagrada imagen en mi domicilio, tanto en Lima como en Sullana, la una en blanco y negro, y otra a colores, donde “Chocancito” como lo seguirá llamando por siempre Lucha Gallo Camacho, está y estará presente, como tengo en la memoria al Milagroso Señor Cautivo de Ayabaca, a la Virgen de las Mercedes de Paita, y al Señor de la Misericordia de Chipillico, imágenes que en parte, sintetizan la fe creciente del pueblo católico de Piura.

 

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