ERP. Piura, es un escenario de tormento para la tercera edad. Las alcantarillas sin tapas son verdaderas trampas para grandes y chicos que transitan con prisa por la ciudad. Los percances se registran a diario sin una diligente solución. Huecos hay por todos lados, son escenarios de peligros indecibles para los abuelos ante los que palidece la atención municipal. La trampa mayor es el Mercado Modelo en donde parasoles destartalados y buzones sin tapa provocan lamentables accidentes.
Por Miguel Godos Curay
Periodista y docente universitario
En el principal centro de abastos no hay calle libre. Todas están sitiadas por ambulantes que se multiplican ante la falta de autoridad. Vendedores se apoderan de las aceras y las negocian al mejor postor, delincuentes arteros, roba celulares, motos lineales y mototaxistas no dejan rincón libre y multiplican los riesgos y peligros.Igualmente los muros de la moderna avenida Sánchez Cerro son carteleras de grupos musicales chicheros, amarres de amor y estafas visibles para jovencitas inducidas a los turbios negocios de los trata de personas. Las jardineras llenas de cartones y letrinas son el sucio dormitorio de indigentes e indeseables. Los jardines se han convertido en malolientes letrinas.
El despelote de la informalidad
En el mercado central los propietarios de establecimientos formales tienen uno, dos hasta tres puestos ambulatorios informales en las calles congestionadas en las que reparten sus mercancías a precio del desorden y el caos. La moderna Avenida Blas de Atienza, ya está sitiada e invadida en los extremos. Lo que se viene es ese tumulto desordenado que favorece el desaseo y el uso indebido que impide el transito fluido. La boca se les hace agua a los mototaxistas que fomentan el desorden en la Sánchez Cerro. Si el municipio no muestra autoridad con firmeza la papa rellena del desorden está por llegar.
En esencia, el mercado es un caos irresoluble lleno de traspasos de puestos y avivatos. A espaldas del municipio se venden, revenden y traspasan puestos al mejor postor. La recaudación nunca refleja la realidad y construcciones clandestinas sobre endebles cimientos y sin la autorización municipal son un pingüe negocio porque el mercado es tierra de nadie. Lo que se ordena en un día se desordena al día siguiente. La informalidad es el resorte que mueve la economía de lo que debería ser un mercado limpio, ordenado y formal. En este estado de cosas se avecina una lluvia de siniestros y percances. Hurtos y robos están a la orden del día. Hurto es sustraer carteras y celulares sin que la víctima se de cuenta. Robo implica el uso violento de la fuerza por el arrebato, uso de armas blancas o de fuego. Los que hurtan se pasean por la Comisaría alegando el poco monto de su botín. Los otros están armados dispuestos a agredir sus víctimas. Hoy los arrebatadores andan en moto en pos de mochilas y carteras.
Mendicidad, una rentable subsistencia
Una práctica informal mortificante es el comercio ambulatorio en buses de transporte urbano. La mendicidad es el modo de vivir de legiones de pedigüeños que abordan buses ante la displicencia de los conductores. Sin la autoridad municipal esta forma de agresión al bolsillo no tiene límites. Cada vez que aborde un bus mire el rostro de los falsos mendigos que se desplazan en doble sentido. Hoy abundan los raperos, con su grabadora a bordo, bendiciendo y maldiciendo a tutulimundi. Como confiesan no chorrera pero gotea. La picazón de bolsillos empieza poco antes de las 8 de la mañana hasta pasadas las ocho de la noche. No es poco lo que ganan. Con monedas en mano son los cambistas de sencillo en farmacias y comercios todos los días.
No aprendimos de las buenas experiencias
De nada sirvieron los viajes de los regidores de abastos para mirar y aprender el orden visible del mercado de Loja (Ecuador) que para comodidad de los usuarios es un ejemplo de limpieza y comodidad pues dispone de escaleras eléctricas y accesos seguros. Nosotros somos expertos en el desorden, los siniestros por conexiones eléctricas clandestinas y vindictas entre mafias que se pelean los negocios. Un solo trote de la SUNAT por el mercado pondría en evidencia una millonaria y gigantesca elusión al fisco y al municipio. Nadie otorga comprobantes de pago pese a la obligación. Nadie declara al fisco. Y cuando exiges una boleta o factura –como corresponde- te suben el precio para desalentar la formalidad. Y si verificas la autenticidad del comprobante, es un comprobante falso.
Evasión: Fiscalía a la orden del día
La evasión es visible, la sisa que pagan diariamente es irrisoria y el sistema de cobranza un tumba guabas: mucho esfuerzo para nada. Tampoco se ha sincerado el padrón de comerciantes. Los intentos de ordenamiento han resaltado un bingo cantado porque las bases de datos reveladores o se las roban o se pierden sin que nadie responda. La administración del mercado hace agua por donde se le mire. No faltan los compadrazgos y madrinazgos de regidores y regidoras que resultan gananciosos. La mejor carnecita se la lleva la autoridad.
Ordenar el mercado principal de la ciudad es un examen de eficiencia para cualquier alcalde. La actitud negligente e irresponsable es la de escurrirse frente a los problemas. No se piense que los comerciantes que se forran en billete permanecen cruzaditos de brazos. No es así, movilizan lobbys establecen alianzas con funcionarios y regidores del municipio que los defienden a capa y espada y se oponen a todo aquello que signifique orden, fiscalización y cumplimiento de los acuerdos municipales. Un tema carnudo fue, es y será siempre la evasión fiscal y tributaria. Las conexiones eléctricas clandestinas, el robo de agua. El estirar los puestos con el centímetro de la informalidad.
Falta cultura de prevención ante siniestros
El mercado, con las vulnerabilidades visibles y las ocultas sigue siendo pasto para siniestros en cualquier momento. Los cables conductores de energía robada a Enosa son como una telaraña sobre los techos. Al paso que vamos, por la mala calidad de los materiales utilizados, el desorden, el incumplimiento de las disposiciones de Defensa Civil no estamos libres de un incendio producto de las sobrecargas eléctricas, el clandestinaje y el desorden producto de la falta de autoridad municipal.
¿Qué hacer? El ingeniero Julio Kuroiwa consultado por el entonces Alcalde Paredes Maceda, tras el siniestro, indicó explícitamente que el concreto expuesto al fuego se cristaliza y colapsa en cualquier momento. Para colmo ninguna de sus recomendaciones se atendió. No existen planos de todo el centro de abastos y anexos porque se perdieron y los utilizan los invasores para el reparto de puestos informales. Son los propios comerciantes los que se apoderan de las vías de acceso y colocan sus productos a su antojo desoyendo al municipio y a Defensa Civil. Tampoco existen planos de distribución de conexiones eléctricas repartidas sin miramientos por un sencillo. Tampoco hay salidas de evacuación en caso de producirse un sismo. Como repiten los propios comerciantes “en caso de terremoto aquí cae Sansón y los que no son”.
Basta un simple recorrido para darnos cuenta del tour del desorden, la negligencia, la falta de autoridad en todos sus extremos. Ferreterías, zapaterías,librerías y bazares se confunden espalda con espalda con puestos de comida y cebicherías. Los flujos de concurrentes se bloquean por centenares de puestos que invadieron las vías de entrada y de salida. Un seísmo resultaría fatal para comerciantes y concurrentes. Algo así como reeditar la desgracia del tumulto en el estadio nacional.
Orden significa en un concepto elemental: cada cosa en su lugar. En el mercado de Piura cada cosa está fuera de lugar. Otro tema es el maltrato de los comerciantes al público. Lo que en buena cuenta ha favorecido a los mall en donde cada uno escoge lo que quiere comprar. En nuestro principal centro de abastos de cada 10 balanzas por lo menos nueve han sido manipuladas y alteradas para el robo descarado. Hasta los vendedores de ciruelas y limones que te dan yapa te dan 19 a 16 en lugar de los 25 cabales. Comprar fruta es una peripecia al menudo descuido te dan fruta maltratada y de mala calidad.
Precaria manipulación de alimentos
Otro tema sensible es la manipulación de productos cárnicos hasta en mototaxis en precarias condiciones de higiene. El transporte de carnes desde los camales vacunos, porcinos, caprinos y avícolas es sucio por donde se le mire. Pero como ojos que no ven estómago que no se reciente. Igual sucede con los productos hidrobiológicos eviscerados en pleno recorrido del mercado mayorista al mercado central. Nos hemos acostumbrado a la informalidad emparentada con el desorden, la suciedad y el desaseo. Lo que no es una visible aspiración de progreso. Somos mugrosos por tradición, desordenados por vocación y quejumbrosos de nacimiento.
¿Podemos cambiar y ser mejores? Necesitamos orden en el pensar y en el obrar. La formalidad es necesaria porque garantiza la continuidad de un emprendimiento. La formalidad tiene como coordenadas la legalidad, el respeto a las leyes y el orden y la legitimidad, el respeto a los consensos socialmente aceptados. Vivir entre personas respetuosas y responsables frente a sí mismo y los demás. Una aspiración al bien común. El mal de muchos consuelo de tontos, es una pauta impracticable cuando se quiere cimentar una sociedad de oportunidades.
Informalidad empuja el caos y el desorden
La formalidad no es como esos créditos “gota a gota” que te dan efectivo hoy, pero te cobran con la sangre de la agresión criminal mañana. El informal vive para el momento, dilapida sus ingresos porque en su teoría para todos amanece Dios. Rehúye la formalidad financiera bancaria y de las propias cajas municipales pero se lo comen los usureros, los prestamistas, los panderos engorda floreros. El informal huye de la asociatividad cooperativa porque exige el cumplimiento de normas. No asume ni quiere responsabilidades de ningún tipo. Es un irresponsable perenne. Evade la formalidad porque no sabe lo que realmente tiene y a dónde quiere llegar. Tampoco es previsor cara al futuro. Y el seguro de salud formal le parece una tontería. Cuando se enferma, espera las expensas de la caridad que nunca llega. No invierte en la educación de sus hijos porque considera que es un gasto inútil. Y cuando se da cuenta descubre la posibilidad perdida pero ya es muy tarde para cambiar de rumbo. El orden es parte del respeto a sí mismo y a los demás. Orden es seguridad, progreso, no es evasión sino contribución al progreso del propio país.