ERP/N.Peñaherrera. Detrás de toda Miss Universo no está su estilista, ni su organización nacional, ni menos la retahila de anunciantes que la usan como maniquí. En realidad, está Donald Trump.
El multimillonario con base en Nueva York es el principal financista del certamen global que se ve casi en todo el mundo libre y no tan libre, que, si bien se ha deslucido un poco en los últimos años, en ciertas naciones sigue paralizando actividades como una final de Copa América o de mundial de fútbol.
Sin embargo, lo que nos paralizó de horror hace unas semanas fue la declaración que Trump hizo para lanzar su precandidatura por el Partido Republicano, identificado como el conservador en los Estados Unidos.
El magnate se lanzó un discurso injustificablemente racista que puede resumirse en que México envía delincuentes a la Unión Americana.
Obviamente, el tipo quiso hacer titulares al más purito estilo de varios políticos peruanos que apuestan al circo, pero que de estadismo y proyecto de gobierno ofrecen lo mismo que una gaseosa, hablando en términos de salud preventiva, quiero decir.
Al empresario, que hizo su fortuna gracias a hábiles negocios inmobiliarios, le salió el tiro por la culata.
La comunidad hispana (que es la mayor minoría poblacional en los Estados Unidos)saltó hasta la ionosfera, literalmente. Ha logrado bloquear la transmisión del Miss Universo tanto en inglés como en español, por lo menos, en el país de las barras y las estrellas y el vecino aludido, el del águila y la sierpe sobre el nopal.
Con el concurso de belleza fuera del aire, una veintena de patrocinadores se quedarán sin publicidad global, y publicidad no pasada es publicidad no pagada o reembolsada.
Hace poco se anunció que Macy’s, una tienda por departamentos, retirará de escaparates una línea de ropa con el nombre de Trump, y tras ella, varias empresas evalúan cancelar sus negocios con el prospecto de candidato.
¿El bocón retrocedió? ¡Al contrario!
En una actitud que me recuerda a muchos dictadorzuelos nacionales (sí, el preso) y vecinos de dudosa izquierda socialista, Trump no solo se ha encerrado en sus trece, sino que amenazó a la cadena Univisión (que no anda tan bien financieramente hablando) con una demanda por 500 millones de dólares si no ponen el Miss Universo en antena. Cualquier parecido con un presidente vecino, no es pura coincidencia.
No sé si el Partido Republicano será lo suficientemente fascista para promover la candidatura de Trump, pero el hecho debería hacernos reflexionar sobre nuestra conducta ciudadana, ahora que estamos en un periodo intercampañas.
¿Hemos tenido entre nuestro menú electoral, candidatos o candidatas al estilo de Trump que han usado el odio como plataforma de campaña?
¿La hemos consentido?
¿Hemos votado por ellos o por ellas?
Si se presentara alguien con una plataforma política basada en el odio, ¿le apoyaremos y le permitiremos que nos ghobierne?
Para quienes van a responder Sí a todas las preguntas, solo quiero recordarles que los recientes casos de corrupción generalizada en varios gobiernos locales y regionales de nuestro país (y nuestro departamento) provienen de personas que tuvieron discursos marcados por la discriminación, la soberbia y el odio.
Parece un atractivo torrente de testosterona (¿?), pero no hace más que ocultar una clara intención de querer delinquir con nuestra anuencia.
No digo que los tranquilos sean buenos; digo que las actitudes cuasi-matonescas son sospechosas por definición; entonces, paremos las orejas.
Finalmente, Trump nos demuestra que una persona con mucho dinero pero con cero valores es más peligrosa de lo que parece, porque el único sistema de gobierno en el que cree es en la dictadura absolutista, donde solo se alimenta su vanidad.
O sea, ni siquiera una Miss Universo llega a tanto.
Seríamos bien tontos y tontas si dejamos que la historia se repita.
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