ERP/N.Peñaherrera. Por lo menos un abuso sexual contra un o una menor de edad por día.
Según la Defensa Pública, solo en la provincia de Piura, se han denunciado unos 250 casos de este tipo entre enero y junio de 2015.
De ahí sale el indicador estadístico alarmante.
Incluso esta semana hemos conocido sendas sentencias por este tema, en nuestra comunidad.
No quiero ser un dedo acusador, sino mas bien quiero concentrarme en las causas.
Sé que hay mares de estudios respetables que ahondan en ellas, y que vale la pena revisar, pero si queremos tomar dos en las que no necesitamos tanta competencia profesional, yo me quedaría con el control de nuestra voluntad y nuestra formación en valores… o al revés.. el orden de los factores no altera el producto.
La voluntad, dicho en sencillo, es la facultad que tenemos para elegir con libertad. Claro que hay que saber elegir y entender el concepto real de libertad. La capacidad de hacer las cosas sin deberle nada a nadie.
Pero, no es que la libertad ande por ahí cual mariposa (con respeto de las mariposas), toda desbridada. El control a la libertad es la responsabilidad… ¿o mas bien el control de la libertad? A ver, ayúdenme en esta definición.
El hecho es que la responsabilidad no es otra cosa que los valores que tenemos internalizados, no los que nos formaron, sino los que llegaron a cuajar.
Cuando nuestra voluntad o nuestros valores son endebles, o son una fachada, es cuando los problemas empiezan.
Entonces ni siquiera actuamos por instinto. Simplemente nos dejamos llevar por la irracionalidad; y no solo en el plano sexual, sino en cada dimensión de nuestras vidas. Quien esté libre de maña que tire la primera piedra.
Cuando tenemos voluntad y valores endebles, y actuamos reiteradamente sin reforzarlos, tarde o temprano nos metemos en serios problemas, especialmente con la ley, ya sea porque nos afectamos o porque afectamos a alguien más.
El problema con el abuso sexual no solo radica en que afectamos a alguien más, (le faltamos más que el respeto) sino que generamos una herida profunda que cuesta trabajo cicatrizar (le quebramos la dignidad). Y si el abuso es contra un o una menor, la responsabilidad es doble, pues como adultos y adultas tenemos que proteger y dar ejemplo.
¿Y qué hacemos cuando es el o la menor quien provoca la situación que conduce irreversiblemente a un cuadro de abuso? Sí, no cerremos los ojos: como hay adultos depredadores, hay menores transgresores.
Simple. Alejarse a toda prisa, plantear el caso ante el adulto responsable del menor y tomar los correctivos necesarios. Eso es saber usar la voluntad y los valores.
El escollo es que hay padres y madres que creen que su política de emasculación funciona (¡pobres ilusos!), y hay adultos y adultas que tienen la voluntad y los valores tan sólidos como pared de adobe bajo aguacero de el Niño.
Reprimir el abuso sexual parece ser la solución indicada. Claro, lo es en casos donde todo límite fue roto.
Pero lo óptimo sería evitar el abuso sexual y todo tipo de abuso. Allí es donde necesitamos una educación que presente las cosas de forma objetiva, sin comentarios editoriales o dogmáticos, para que la voluntad y los valores de los individuos se forjen naturalmente, no que se manipulen convenientemente.
En eso andamos: educar para prevenir.
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