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Jue, Abr

No le hagan ouija a Hipócrates

Nelson Peñaherrera
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nelson penaherrera castilloERP/N.Peñaherrera. Para nadie es un secreto que las cosas en Salud andan pésimas. Que si apenas tenemos tres camas de hospital por cada 10 mil habitantes, que si andamos a mitad de cobertura, que si las cuentas no cuadran ante el Ministerio, que si nuestros hospitales han colapsado con el dengue.

Eso lo sabemos, y lo sabemos demasiado bien… hasta por experiencia propia.

Durante los nueve meses que me estoy metiendo más a fondo en este tema, he reaprendido el significado de dos palabras: conocimiento y actitud.

La primera alude a lo que tengo como información aprendida y almacenada, a la que recurro si acaso me lo preguntan o si tengo que relacionar una cosa con otra desde el punto de vista mental, en desuso para la mayor parte de las personas.

La segunda va un paso más allá, porque significa cómo poner en la práctica (y de manera correcta) todo aquello que me lo sé de paporreta por pura teoría.

Esta semana, a manera de SOS, uno de mis amigos publicó una crítica (¿autocrítica?) a ciertas actitudes del personal médico en los establecimientos de salud de este país, especialmente con las mujeres.

Resulta que, apenas se llega a la consulta, uno no traspone la puerta que ya le dan la receta, sin necesidad de interrogatorio ni auscultamiento.

¡Guau! ¿Elías? ¿Jeremías? ¿Esdras? ¿Zacarías? ¿Nostradamus? ¿Jesucristo?

¡Nada, monada! Lo que pasa es que aparte de la formatería que tiene que llenar hasta el perro Boby que cuida la instalación, el personal está mayormente insensibilizado. No es culpa del formato sino de que se han dejado llevar por la corriente, por entregarse al sistema, por renunciar a las convicciones que les llevaron a seguir la carrera… si es que las tuvieron alguna vez.

Y las actitudes negativas se replican a nivel macro, en la manera cómo se administran los servicios de salud desde las cabeceras regionales, donde, como expliqué hace algunas semanas, se exige –casi con látigo en mano- cumplir con el número, pero no con salvaguardar vidas. ¿Captas el enfoque?

A ello se agrega el desprecio a la meritocracia, como la elección a dedo de personal porque resulta que quienes ganaron el concurso de plazas le hicieron ascos a sus plazas. ¿A eso se habrán referido cuando decían esta semana que “ya no habrá criterio político” para recibir nuevos y nuevas postulantes?

Por lo que estoy entendiendo, la Salud es una vocación tan respetable como la Comunicación; por lo tanto, aparte de gente que sepa mucho sobre el tema, quienes deberían estar a cargo de todo el sistema –desde la posta hasta la dirección regional- son personas con una actitud asertiva, de servicio, de amor por las personas, de ganas de conseguir el bienestar de la población.

Pero si quienes están en cada puesto son profesionales con anomia (ergo, mentalmente inviables), ¿de qué manera podríamos prevenir que nos enfermemos o curarnos si ya nos hemos enfermado?

¡Ay, Hipócrates, no te levantes, que ya vi que agarrarás un caduceo y te dedicarás a repartir golpe! Y con lo colapsados que andan nuestros servicios de emergencia…

(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @nelsonsullana)

 

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