ERP/N.Peñaherrera. El jueves terminamos el recorrido con la primera sesión del taller Un Billón de Pie, cuya finalidad es usar la educación para prevenir la violencia basada en género empoderando a estudiantes de quinto de secundaria.
Como uno de los facilitadores, fue muy grato, a pesar de la chacota y la bulla, poder trabajar con adolescentes. Siempre queda esa sensación de querer involucrarse más en sus vidas, y plantearles maneras de enfrentarlas exitosamente.
Aunque recién sabremos cuán efectiva fue la sensibilización cuando acaben las cinco sesiones educativas en agosto y la de réplica en setiembre, algunas cuestiones ya comienzan a saltar y constituyen desafíos a considerar no solo dentro del tema que estamos impulsando sino en todos los temas de interés de chicos y chicas.
Lo primero que noté es que ellos y ellas asimilan de inmediato los contenidos que se les proporcionan, pero de ahí a que los hagan suyos ya es otro cantar y ahí es donde se concentra la intervención.
Mejor dicho, deducen conceptos y contenidos con mucha rapidez, especialmente si vienen bien graficados (gracias, Esthefany Rodríguez); pero cuando los ponemos en el escenario de probar lo que teorizan, la verdad es que fracasan porque aún tienen en su mente una serie de construcciones basadas en el viejo paradigma que arrastramos en las sociedades patriarcales (los varones son fuertes y rudos, las mujeres son delicadas y sensibles, por ejemplo), y que resultan en actitudes discriminatorias (las mujeres no son tan inteligentes como los varones; o en los salones de belleza hay varones, mujeres y homosexuales –dixit-).
No es una queja. Es la línea de base, y el desafío que nos toca enfrentar.
Sin embargo, aunque se trata de colegios en situación de riesgo social (y uno que otro en riesgo de infraestructura), también es cierto que en sus aulas hay jóvenes por quienes debemos guardar demasiada admiración y respeto, además de considerarles un buen ejemplo.
Hay gente que campeona en deportes y pone a la provincia de Sullana en alto (ambos sexos), o están quienes salieron por toda la ciudad a pedir un mejor ambiente sea en un pasacalle o en un desfile cívico donde marcharon con tapabocas, como forma de protesta.
No son chicos-problema ni chicas-problema, sino personas que requieren información cierta para tomar decisiones adecuadas. Por lo menos, a mí me dio esa impresión.
No son alumnos ni alumnas; son Christopher, Ana, Carlos, Soraya, Erick, Ángela… en fin, como cada uno y cada una es.
Aprovecho aquí, a nombre de la campaña, para agradecer al profesorado de los colegios Ocho de Diciembre, Flora Córdova de Talledo, José Matías Manzanilla (su director se puso a acomodar estrados con nosotros), José Cardó, Carlos Augusto Salaverry, José Eusebio Merino y Vinces y Amauta. Nos vemos la primera semana de mayo, la primera semana de junio, la primera semana de julio, la segunda de agosto y en setiembre para sus réplicas.
¡Nos seguiremos poniendo de pie!
(Comenta a @ubpperu, @marcopaulini y @nelsonsullana en Twitter)
