ERP/N.Peñaherrera. Pensar en que una sola acción una vez en la vida va a parar cualquier tipo de violencia es una inocentada mayúscula, digo, a propósito del día que estúpidamente algunas personas ‘celebran’ hoy.
Acabar con ese flagelo, como con todos los flagelos, requiere de pasos pequeños que consigan metas gigantes.
Pero, ¿por dónde se debe comenzar?
Ayer, cuando tuvimos la oportunidad de iniciar el taller de formación de círculos Un Billón de Pie en Sullana, corroboré la importancia de que la gente diga lo que piensa en un esquema que le asegure que su voz será escuchada sin exaltarse ni denigrarse.
Y mientras revisaba los materiales que públicamente compartieron quienes fueron a la actividad, entendí por qué.
La razón es que estamos pensando por el resto, pero no le estamos dejando decir lo que piensa y si, acaso, esa solución que parece ser perfecta, o al menos correcta, es realmente perfecta… o al menos realmente correcta.
Y no solo se trata de dejar hablar, sino de escuchar con tranquilidad, entendiendo lo que la persona quiere decirnos, poniéndonos en sus zapatos por un momento para comprender por qué es tan importante que se anime a decir lo que, quizás, en otro espacio no le van a dejar decir.
¿Qué tal si la solución de los problemas de nuestra comunidad comienza por ese ejercicio; dar las condiciones para decir y tener la capacidad de escuchar con sentido de apertura?
Probablemente descubriríamos perspectivas, ideas, planes que jamás se nos hubieran ocurrido y que podría mejorar lo que considerábamos de vanguardia, lo máximo, ya no ya.
En vez de encerrarnos en casa, o en el cuarto, o en nuestros espacios, quizás debiéramos fijarnos como propósito para el año que comienza en unos días, la reintegración tanto con nuestro ser como con nuestra comunidad.
Y, del mismo modo como en ese círculo que hicimos, vale la pena sentarse frente a uno mismo, una misma, y dejarse hablar, y dejarse escuchar con esa capacidad de apertura.
A lo mejor no nos hemos dado cuenta de cuán valiosos, valiosas somos para nosotros mismos y nosotras mismas.
O a lo mejor no somos tan valiosos, valiosas como pensábamos, y es necesario corregir algo o mucho.
Todo pasa por decir y escuchar.
(Opina al autor síguelo en Twitter como @nelsonsullana)