ERP. Cuando le pregunté a un estudiante de Medicina Humana por qué es tan importante la labor de un interno en cualquier establecimiento de salud, su respuesta fue firme: “porque si el médico cae o se ausenta, salvar tu vida está en mis manos”. Parece un enunciado sencillo, pero si uno le mete cabeza, en especial a eso de ‘salvar tu vida’, cobra sentido por qué de pronto estos chicos y estas chicas se han puesto en pie de lucha a lo largo de todo el Perú pidiendo algo que pareciera obvio, pero que no lo tienen: trato adecuado para atender oportunamente a los pacientes.
Por Nelson Peñaherrera Castillo
Durante las últimas dos semanas de abril, los y las estudiantes del último año de Medicina Humana han marchado en todo el país pidiendo que se les dé un estipendio económico equivalente a una remuneración mínima actualizada, equipos de protección personal, seguros de salud (si acaso se enferman durante su experiencia de internado), y hasta seguro de vida (si acaso fallecen mientras hacen el internado).
Eventualmente, el resto de estudiantes de otras carreras no médicas se les han integrado; entonces, ahora son los y las estudiantes de Ciencias de la Salud en pie de lucha.
Y es cierto. Cuando uno cae en cualquier establecimiento, sea por consulta ambulatoria o por hospitalización, ya ni les hablo de una emergencia, el ser más ausente entre todas las ausencias es el médico, ese profesional abnegado que, juramento hipócrita, perdón hipocrático de por medio, dijo el día de su graduación que por encima de todo salvaría tu vida; pero que a la mera hora, ni la sombra.
Así, es el interno o la interna quien asume la responsabilidad de poner en práctica todo lo que aprendió en los cinco o siete años de estudios –la verdad, no tengo claro cuántos—y lo suma a aquello que está aprendiendo en campo y que ni el mejor maestro ni el mejor libro le supo plantear como situación probable para que tú sanes, o simplemente no te mueras.
Claro que tampoco son todos los médicos o las médicas quienes se comportan cual estrellas de rock y casi casi que entran al consultorio o la sala con un séquito en modo Luis Miguel o Elizabeth Taylor, y se fajan ahí el tiempo y la vida para que todo salga bien. Pero, en mi experiencia, especialmente como usuario del sistema público de salud en Perú, la verdad es que son una minoría.
Como tú, a mí me ha tocado perder toda una mañana calentando un asiento en una sala de espera hasta que al señor médico se le ocurra comenzar a atenderte y casi casi que para diagnosticarte en modo telepático y fugaz… y que pase el siguiente. ¿Pero ya perdiste toda tu mañana!
El interno no hace eso de primera mano. Lo vas a ver yendo de allá para acá verificando información, vigilando signos vitales, elaborando las fichas que luego el médico validará, o romperá en mil pedazos si no están bien hechas, y luego de una hora se irá sabe Dios donde, pero de que no lo hallas en el hospital, sabes bien que ni por casualidad.
Esos internos y esas internas son quienes ya se cansaron de tanta majadería avalada por sendos colegios profesionales de todas las Ciencias de la Salud, y lo que están pidiendo es que si van a hacer el papel de ‘yanaconas’ o empleadas domésticas, que por lo menos se les brinde las garantías de trabajo mínimas, especialmente cuando estamos en un contexto de pandemia que no hay cuando acabe.
Lo hacen porque si van a ser los futuros y las futuras profesionales de Ciencias de la Salud atendiendo donde les toque atender, lo que querrán brindarte como usuario o usuaria del servicio es, al menos, la experiencia de que aunque falte medicina en farmacia, en consultorio se te ha tratado con dignidad, humanidad y solvencia. Claro está, si no se insensibilizan antes, o terminan de insensibilizarse si acaso ya les dio ese virus.
No están bloqueando carreteras, no están quemando llantas, no están destrozando propiedad pública o privada, digo, para compararlo a las otras tantas marchas que pusieron a nuestras ciudades y caminos a punto de zozobra; pero pensemos en quién fue ese tipo de bata que atendió al compañero herido durante el choque con la policía, o esa paciente que tuvo una emergencia antes de poder alcanzar el hospital y se vio obligada a alumbrar en la ambulancia. Es probable que haya sido un interno o una interna de Ciencias de la Salud. Podemos apostarlo.
Por ahora el Ministerio de Salud (Minsa) les ha dicho que va a revisar su petitorio mientras intentan pasar un proyecto de ley y redactan una norma técnica para incorporar las demandas de los y las manifestantes, según un oficio circular enviado la última semana de abril. Pero, quienes sabemos cuál es el proceso, al menos de un proyecto de ley, no es que sale el documento y todo queda resuelto.
Solo hablando del dichoso proyecto de ley, éste tiene que ser acogido por un grupo de congresistas que lo firmen y lo promuevan ante la Comisión de Salud del Congreso de la República, donde se le debe aprobar por mayoría para que tenga un dictamen que luego se eleve al pleno; en el pleno debe alcanzar un mínimo de 66 votos para que se convierta en ley. ¿Victoria? No. Aunque se exonere de segunda votación, debe regresar a Palacio de Gobierno para que la promulgue el Presidente de la República, siempre y cuando no se le ocurra observarla, y una vez rubricada, mandarla al diario El Peruano para que entre en vigencia al día siguiente de su publicación.
Escrito en un párrafo no demora ni medio minuto, pero toda la jarana si se hiciera de manera expresa serían tranquilamente dos semanas calendario, y esto si no hay semana de representación congresal, que ahí se nos convierten en tres, o al Presidente de la República no se le ocurre ausentarse del despacho en Lima.
Sin embargo, el Minsa ya dio una especie de plazo: los internos y las internas tienen que presentarse de todos modos el 16 de mayo a sus establecimientos de salud mientras se resuelve su pedido. La pregunta es… ¿y si no se resuelve hasta entonces?
Solo tomando el asunto de trajes de protección personal, que ahora se usa en todas las oficinas públicas pagadas con nuestros impuestos, un interno o una interna no puede ser relegado o relegada a tener un solo juego por día. Se le debería proporcionar los que hagan falta de acuerdo al tipo de trabajo propio sea en consultorio o sala.
Nuevamente, la pandemia de la Covid-19, gracias a quienes no se vacunaron porque no pudieron queriéndolo, y quienes no quisieron pudiendo, o porque no se distribuyó las dosis a tiempo, son un grueso de la población. Basta un brote, y si uno no está bien forrado, como dicen los estudiantes de Ciencias de la Salud, también te infectas: ya eres una baja.
Un personal de salud del nivel que sea sin un traje de protección personal en contexto de pandemia equivale lo mismo que enviar a un soldado al campo de batalla solo en calzoncillo y con chancletas. O sea, a ver cómo se las ingenia. Si tenemos un médico ausente, y encima tenemos un interno ausente, ¿quién va a salvar tu vida?
Y ya que hablo de ir en ropa interior, ojo que en la plataforma de lucha no se a hecho explícito que todavía hay profesionales que usan su posición para pedir favores sexuales a las internas, o, quién sabe, a los internos, y no se dice porque te juegas la graduación; sin embargo, según me han comentado, el asunto parece ser más común de lo que los medios podemos advertir.
Es lamentable que en un país donde el abuso parece normalizarse, éste sea otro que se suma a la lista y casi que pasa desapercibido; pero tratándose de gente que te va a sanar o va a salvar la vida, la cosa debería tener otro tipo de cuidado. De ese modo, aunque el médico siga ausentándose, no faltará ese o esa joven quien aún no puede firmar como “doctor”, pero que probablemente esté a tu lado para hacerte la vida menos complicada.
Así que cuando recibamos noticias sobre las protestas que siguen planeando los internos y las internas, no lo tomemos como otra de paro o huelga que se suma a las que ya tenemos en la larga lista, cortesía del gobierno de Perú Libre. Pensemos en que esos chicos y esas chicas están protestando para que se les dé todas las facilidades dignas que les permitan hacer todo lo posible para que tú no te enfermes más o fallezcas. De eso estamos hablando. Batas unidas jamás serán vencidas, ¿no?
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