ERP. Hay algo que me está incomodando de la mayoría de políticos y políticas del Perú que, la verdad, no debería incomodarme ni extrañarme, pero que, apelando a la sapiencia que dicen tener, sí me había generado una alta expectativa con una condena firme y mayoritaria: el aparente culto que el presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, tiene por uno de los criminales de guerra más grandes del siglo XX, Adolf Hitler.
Por Nelson Peñaherrera Castillo
Sí, ya sé que en mi columna anterior le dediqué un par de párrafos al asunto; pero la aparente anomia de todo el mundo, en especial la llamada “clase política”, me regresa a tratar este tópico que, personalmente, considero muy grave pasarlo por alto sin siquiera tener una vaga idea de por qué ha sido uno de los mayores disparates de la realidad peruana, y quizás mundial.
¡Atención! Se recomienda discreción del lector o la lectora: Si eres fanático o fanática fundamentalista de Perú Libre, mejor no leas esto, salvo que desees tener un colapso hepático; pero yo me lavo las manos por ulteriores consecuencias.
Para quienes sigan sin entender la gravedad de tales aficiones, deberían recordar que Hitler fue un sujeto que en 1933 tomó el poder de Alemania en base a intrigas y un verbo encendido que subrayaba la supremacía de la gente blanca, rubia, ojos verdes o azules, y, de ser posible, ultra-modelado cuerpo de gimnasio, sean varones o sean mujeres. Y quien no se pareciera a ese ideal, no solo era discriminado; era perseguido hasta morir, literalmente, o ser víctima de crueles experimentos genéticos.
Claro que Torres alaba las carreteras y aeropuertos que este desquiciado mandó a construir, además de que hizo florecer la industria alemana, pero todo enfocado en declararle la guerra a quien se le interpusiera para conquistar al mundo. Como dijo alguien en mi muro de Facebook, las opciones de supervivencia de Torres ante un seguidor de Hitler hubiesen sido, o serían (porque sus seguidores persisten), nulas.
El nacional-socialismo, o nazismo, doctrina que Hitler impulsó y que ya he hablado varias veces en esta columna no murió con este criminal en 1945 cuando Alemania sucumbió ante la fuerza aliada ya en las postrimerías de la II Guerra Mundial. Puedes revisar mis otros artículos de esta infame saga aquí: https://tinyurl.com/4rwvfxbx
Hay gente que se ha dejado seducir por las ideas clave de Hitler al punto de fanatizarse, y hoy son un verdadero problema de seguridad pública en los países desarrollados de América del Norte y Europa, los neonazis, hordas de sujetos que atacan a latinos, negros, asiáticos, indios, y en fin, todo quien no sea de tez blanca por el único estúpido hecho de que no es blanco.
Entonces, si el señor Torres está tratando de hacer una hidrólisis del nazismo, en realidad le está haciendo el juego bajo un enunciado que muy creativamente se diseminó en Twitter hace dos semanas: mató, pero hizo obra. Una incomprenssible evolución del tan peruano “robó, pero hizo obra”. Yo esperaba que un o una congresista hiciera este razonamiento. Pasó con un puñadito. Contaditos, a decir verdad. ¿Y el resto?
Si no reaccionaron por ignorancia, son un peligro porque mañana otra “lumbrera” del régimen puede decir que Idi Amín o Muammar Ghadafi eran buenos gestores de su país, o que el dictador norcoreano es lo máximo por desarrollar industria bélica nuclear, y prácticamente se dejarán meter el dedo cual sacacorchos sin expresar un mínimo de incomodidad.
Y si no reaccionaron a sabiendas, también son un peligro, porque quiere decir que en el fondo, pero bien en el fondo, tienen su corazoncito nazi. Me pregunto en cuál de ambos grupos está Pedro Castillo quien no dijo ni una jota al respecto.
Ya si en el Congreso no podía hallar reacciones, las esperaba en los gobernadores regionales. Ignoro que alguno haya salido a pararle el macho a Torres y mandarlo a peinar calaveras por el disparate que dijo. Peor de los alcaldes y las alcaldesas. Quizás el de Lima Metropolitana. Pero, de ahí, ‘no one, sir’. Y en este caso, guardar silencio significa respaldar lo que dijo, y de paso respaldar los crímenes de Hitler. Salvo que el Perú sea una nación nazi, y yo ni enterado. Avisen.
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