ERP/N.Peñaherrera. La primera vez que leí a Fidel Torres fue hace 14 años. era lo que ahora llaman un 'paper' (documento de trabajo, en castellano) sobre cómo los vientos, la tala de bosques y especialmente las inundaciones que produce el Niño en Piura se confabularían para convertir el promisorio tajo abierto de Tambogrande en una fuente de contaminación para la mitad de la costa del departamento.
Mientras ciertos empresarios y funcionarios del gobierno se rasgaban las vestiduras, vestían ropas ásperas y sazonaban su cabello con cenizas... sí, soy exagerado... corrijo: mientras empresarios y funcionarios hacían una guachiturra pataleta, yo me maravillaba leyendo y desmenuzando cada argumento científico.
Yo, abierto fanático de Carl Sagan y devorador de Beyond 2000, estaba extasiado alucinando con el programa 3D de mi cerebro, cómo se verían esos escenarios descritos por Fidel desde todos los ángulos (y en full-HD... ahora sí no exagero).
Unos meses después, cuando trabajaba en Malingas, cerca de Tambogrande, pude conocerlo en persona y asistir a una conferencia, donde se trajo abajo mis modelos imaginados.
Usando el Power Point, Fidel se había dado la tarea de componer gráficamente cada escenario propuesto, y no me quedó otra que respetar su autoridad como científico. Y comencé a seguirlo.
Constantemente conversaba con él, llegué a entrevistarlo on y off-the-record, y fue un asesor clave para que pudiera explicarle a mi audiencia hechos científicos que, usualmente, a veces vienen descritos en sánscrito, bien porque la persona que explica no tiene la habilidad de simplificar los conceptos, o bien porque quien les financia la investigación pide deliberadamente que todo luzca más encodificado que código binario.
Pero con Fidel no pasó así. Haciendo caso omiso a platónicos y aristotélicos, enseñó ciencia en espacios tan engolados del medio ambiente académico como debajito de un eucalipto cuatro chopitos más allacito... y se le entendía -se le entiende- perfectamente.
Le fue perdiendo el miedo a la radio, y me consta que pasó de tímidas entrevistas a didácticas clases magistrales, como que una vez me obligó a tenerlo hora y media en el estudio de Cutivalú (no le digan a Belia) porque el tema estaba muy interesante.
Ahora Fidel nos sorprende con un premio a su esfuerzo como investigador en un escenario que se lo conoce como la palma de su mano: la jalca o páramo piurano.
El Ministerio del Ambiente lo acaba de reconocer y el orgullo es doble: como amigo, como piurano.
Fidel es íntegro tanto como persona, así como profesional, y ahí está el resultado.
Lo escuché agradecer a la memoria de Bruno Revesz, "quien se nos ha adelantado", y a quien le endilgué ser padre de la Piurología. en el fondo, espero en Dios que lo que será el legado de Fidel inspire a la nueva generación de científicos y científicas que no creen en el copia y pega, y que hacen incómodas pero razonables preguntas allí donde todo el mundo cree casi dogmáticamente que todo fue dicho.
Y en la ciencia nada está finalmente dicho.
Por lo mismo, creo que Fidel nos sorprenderá en el futuro con más hallazgos. Noo, no lo creo. Tengo la certeza... y tampoco exagero.
(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @nelsonsullana)