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Vie, Abr

Sarta de precauciones

Nelson Peñaherrera
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nelson penaherrera castilloERP/N.Peñaherrera. Alguna vez conté que mi sala de trabajo está cerca de la carretera Sullana-Paita, que es la vía crítica que conecta el centro de la ciudad con el creciente sector oeste.

También conté que un sonido ya común de todos los días son las sirenas de los bomberos, que casi siempre terminan en emergencias por incendio.

Y, oh casualidad, diciembre ha comenzado.

Claro, Nelson, hace tres días que comenzó, ¿dónde está la noticia?

Pues, la noticia está en que si no tenemos un alto sentido de la precaución, especialmente con una mercancía muy común este mes, podríamos ser protagonistas de una de esas emergencias. Y me refiero, damas y caballeros, ¡a los fuegos artificiales!

La venta indiscriminada o sin control de rascapiés, cohetecillos, cohetes, y cuasi-petardos podrían darle el tono festivo a las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Bueno, para quienes no pueden vivir en silencio, sí. Quienes lo apreciamos y los perros no opinamos lo mismo.

Y la diferencia radica precisamente en lo indiscriminado y la falta de control. Cuando los fuegos artificiales se asumen de esa manera, es cuando cambian su esencia como espectáculo a su imborrable huella como tragedia, que puede acarrear miseria y muerte.

Entiendo que las autoridades tienen planes para verificar que la venta de tales menjurjes se haga de forma segura, pero no tenemos que esperar a que la autoridad nos ponga mala cara para darnos cuenta que actuamos mal.

Si somos conscientes de que las personas afectadas pueden ser las personas que más queremos, entonces deberíamos poner más de nuestra parte para vender bajo advertencia.

Por ejemplo que los fuegos artificiales se usen bajo supervisión adulta, que haya límites mínimos a quienes ni se puede vender ni menos usar, que se empleen en espacios abiertos y alejados de redes eléctricas o depósitos con materiales inflamables (o más volátiles aún).

En fin, cosas que si no nos las dicta el sentido común, sí nos las puede recordar una charla con nuestro amigo el bombero, el héroe por antonomasia de esta temporada.

Aunque mi compañero que cubre policiales comience a detestarme, evitemos hacernos un titular por descuidar estos detalles. La verdad no vale la pena arriesgarlo todo por un momento de luz y ruido.

Que sepamos, nadie reventó cohetes ni encendió candelillas cuando nació Jesús. Se dice que una sospechosa estrella iluminó en el cielo con mayor claridad de lo usual, pero si algo reinó aquella noche fue una sobrecogedora quietud. Noche de Paz... hasta que alguien haga ¡pum!

(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @nelsonsullana)

 

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