ERP/N.Peñaherrera. Sí, lo admito y pido profundas disculpas por ello.
el domingo pasado, cuando aún teníamos resultados ONPE que no permitían proyectar nada, y solo contábamos con los resultados de boca de urna de una encuestadora que proporcionó sus cifras a muchos medios piuranos, incluyendo éste, nos lanzamos a analizar cuando el resultado final fue otro totalmente distinto.
Eso explica mi comentario del lunes último, y por eso reitero mis disculpas.
Aunque, en el fondo, por lo menos mi análisis tampoco estaba tan desacertado: era obvio que la gente tenía claro un candidato en su cabeza; de ahí que se haya equivocado al seleccionar el símbolo o que le haya mentido al encuestador (según la encuestadora, ésa sería una de las razones de la patinada en Sullana) ya es otra historia que no le compete resolver ni a la ONPE, ni al JNE, ni a esto es Guerra, ni al Café Rojo. Es un asunto de conciencia personal.
Si cada quien no fue lo suficientemente precavido o precavida para votar por la opción correcta, en todo el sentido del adjetivo "correcta", será asunto de remordimiento individual, un llamado de atención para que la próxima vez estemos más moscas.
Pero también es un jalón de orejas para las campañas. Se exaltó tanto la figura del líder que, de pronto, el nombre del partido se diluyó en la atmósfera. Claro que, con los nombres rimbombantes que eligieron para sus partidos o movimientos, hasta el mismo candidato podía dudar a cuál representaba.
De cualquier modo, aferrarse a una boca de urna, que solo es una aproximación del momento y desconfiar del resultado oficial es un despropósito.
Para ponerlo en perspectiva, es como confiar en el supuesto y desconfiar del hecho.
Ahora que si el hecho no te convence, ¡simple!, confronta tus actas (las de personero) con las oficiales que están disponibles en la Internet, y asunto resuelto. Si coinciden, caballero nomás; si no, hay cauces legales propios de la Ley electoral mediante los que se defienda la verdad.
Pero, de ahí a poner en zozobra la propiedad pública y privada es una completa irresponsabilidad que debe castigarse, caiga quien caiga.
Del mismo modo, no salir a decir "me equivoqué, la regué" también demuestra poco profesionalismo, cero ética y ni un miligramo de amor al trabajo. Quizás por éso la suspendieron en su momento.
Es cierto que pedir disculpas implica reconocer que se fue negligente o malintencionado, pero también significa que ya no se quiere avalar el error, sino abrirse a la reparación y a la reconciliación.
Como dije arriba, es un tema de conciencia... claro está, si aún se la conserva.
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