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Jue, Nov

Por qué fracasó tu campaña al Congreso (dolerá mucho)

Nelson Peñaherrera
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Por: Nelson Peñaherrera Castillo. Mi primera palabra sobre la contienda electoral complementaria para el Congreso de la República es que evidenció una seria debilidad de los diplomados, cursillos, cursos, clases o módulos sobre mercadeo político, especialmente a lo largo de Piura. O sus participantes estaban presentes en cuerpo pero pensando en las musarañas, o los instructores no se hacían entender, o hubo un tráfico de certificados tal que quien nunca estuvo en clase sacó la mayor nota.

De otra forma no se explica la ineficacia en los resultados de tu campaña, no importa tu tendencia. Y mi prueba es simple: bastaba con que a la reunión o espacio que yo fuera, la persona de mi costado advirtiera quién soy para que me hiciera la misma pregunta, “¿y por quién tengo que votar?”. Y ojo que hablo de personas con escolaridad superior completa y hasta posgrados, varones y mujeres (más varones) entre 30 a 40 años de edad, NSE C, sector urbano, que es curiosamente el “target” electoral departamental más numeroso; entonces, si invertiste en alguien que te dijo tener experiencia en campañas políticas y ahora le debes hasta a tu perro, obviamente te estafó. ¿O seguirás creyendo en la mala suerte?

Recordemos el conteo rápido extraoficial de Ipsos (que ha resultado ser uno de los más confiables) para Piura sobre número de curules asignados a agrupación política, que, hasta el domingo 26, tenía margen de error de más/menos un curul: Fuerza Popular lograba dos, y Alianza para el Progreso, el Partido Morado, Acción Popular, Podemos Perú y Somos Perú, en ese orden, se agarraban con uñas, dientes y pies de un único curul cada uno. Adiós, izquierda.

El escrutinio departamental del ONPE, ya superado el 95%, que me parecía una cifra más que segura para proyectar congresistas virtuales, confirmaba esa composición, en el mismo orden, aunque líos internos en un mismo partido hacían épica la batalla por el sétimo curul.

¿Qué nos dicen esos números? Lo mismo que en la esfera nacional: el electorado no quiere mayorías avasallantes y apuesta por una diversidad de tendencias que construya consensos antes que formar alianzas a favor y en contra que terminen haciendo a este Congreso el mismo dolor de cabeza de los últimos tres años. Ojo que solo tendrá una legislatura ordinaria completa para hacer casi nada, y luego todo el mundo pa’ su casa.

¿Qué falló? Pues, si tu asesor/asesora de campaña te prometió una victoria arrasadora, debiste auditarle sus instrumentos de medición; si no te mostró alguno, debiste desconfiar. Si decidieron no usarlos por falta de presupuesto, debieron aplicar mecanismos de propaganda cara a cara, no solo por redes sociales, y sin portátil, que al elector, y especialmente la electora (el 51% de quienes votan en Piura son mujeres) le permitiera saber incluso tus modales al tomarte un vaso con agua.

En este sentido, sigue siendo un error de campaña en nuestro departamento poner todas las fichas en Facebook, no porque Facebook sea ineficaz sino porque la mayor parte de gente usa la red para chatear, no para analizar información. Si querías apuntar a electorado joven, craso error, porque ese electorado ha descubierto Instagram (cfr. Huamán: 2019). Ah, y otro dato clave: la mayor parte de gente en redes sociales, si bien se conecta por celular, no suele tener crédito para usar datos; suele ahorrarlos para comunicarse con su familia mas bien.

Faltaron comunicación estratégica y estrategias de acercamiento

Otro error de campaña fue que en Piura aún no sabemos usar la metodología o el formato debate. Acá seguimos empleando la fórmula vendedor de combi (“señores pasajeros, damas y caballeros, el que les habla….”), cuando te dan un tiempo limitado; así que desde el segundo cero tienes que lanzar tu propuesta en compacto, en sencillo y con figuras que construyan imágenes reales en la mente del electorado. Se vienen las elecciones presidenciales en Estados Unidos: haz la tarea de mirarse al menos uno, unito, de los debates y estudia cómo el candidato o la candidata no está en modo declamación de jardín de infantes sino que ya tiene un discurso listo ni bien se baja de la silla donde espera su turno, siempre ágil y refutando los puntos débiles del contrincante sin olvidar el impulso a las fortalezas de la propia oferta.

Al respecto, también desperdiciaron el poco tiempo de la propaganda electoral: muchas candidaturas creyeron que su competencia directa eran las golosinas o los bancos y emprendieron campañas en las que no te quedaba claro si estaban ofreciendo un nuevo sabor de piña y toronja o la tasa de interés más baja del mercado; otros se fueron a un mundo demasiado etéreo donde quisieron meter un pliego de veinte puntos a como dé lugar teniendo en cuenta los diez a quince segundos limitados (veinte a veinticinco palabras), y todas terminaron prometiendo lo mismo o entrando en terrenos que corresponden al gobierno municipal o nacional. O sea, si ya tenías un electorado perdido en el espacio, las candidaturas terminaron por sacarlo de órbita y ponerlo a divagar por Alfa Centauri.

¿Qué falló? Ya lo dice el viejo y conocido refrán “quien mucho abarca, poco aprieta”. Todas las personas que nos hemos entrenado en incidencia en medios o exponemos nuestros puntos de vista (sin ánimo de robarle plata al pueblo mediante un cargo de elección pupular) hemos aprendido que es mejor concentrarse en uno, dos, excepcionalmente tres temas grandes, a estar hablando hasta de si Gisela debió usar vestido de gasa o si Peluchín luce mejor en zapatillas. Si ése es tu tema central, perdona, te equivocaste de campaña.

Y las de bajo presupuesto, como lo insinué párrafos arriba, en lugar de optar por actividades más creativas como el tocar puertas (que en otros lugares sí ha funcionado), que se les dio por recurrir al expediente del mototaxi con parlante, y al final no sabías si era otra candidatura o el señor de los helados, el champú de piña, o el del jurel fresco. O sea, plata echada al agua.

Como lo decía en una columna anterior, el otro aspecto es no tener miedo a impulsar mi plataforma al margen de si sea popular o no. Ya, si la gente no me apoya, bueno, ni modo, la gente no me apoya, pero algo que sí apreciará todo el mundo es que al menos eres coherente. Pero eso de andarte creyendo agua (adaptándote al recipiente que te contiene) termina creando más desconfianza; algo así como el galán que a todas las chicas les promete amor eterno, hasta que todas descubren el engaño.

congreso de la republica peru

En efecto, la mayoría no se concentró en el punto crítico de la elección: si se cerró el Congreso es porque no dejaba hacer ni michi, y la gente estaba con la chicha revuelta por la relación tóxica que se había ccreado entre legisladores, asesores y el Ejecutivo, que los medios de comunicación solo nos limitamos a cubrir, incluso en vivo. Entonces, lo primero que toda campaña debió hacer, a pesar del corto tiempo, es recuperar la confianza. Y la confianza no se logra mágicamente diciendo “confía en mí”; la confianza, queridos educandos y queridas educandas, se logra con acciones afirmativas. Ya si no sabes qué significa eso, te puedo dar un taller de dos días que te va a costar bien rico en todo el sentido de la palabra (lágrimas incluídas), pero por ahí debió comenzar todo.

Mitos que te mataron

Otro gran error: las candidaturas, estúpidamente (disculpa si soy duro), se llegaron a creer la falacia de que una provincia pone un o una congresista (yo lo llamo el Síndrome Chulucanas). ¡Mentira! Si tu asesor o asesora nunca te dijo que, independientemente de tu ubicación dentro del departamento de Piura, tenías que asegurar, en este orden, las provincias de Piura, Sullana, Paita y Talara para tener un curul, ¡te mintió! ¿Por qué? Porque representa más de la mitad de la población electoral departamental que está entre 1,2 y 1,3 millones de votos, los que divididos entre siete representontos, digo representantes, debía garantizarte al menos cien mil válidos para tener una triste opción. Si no lo lograste, saca línea. Si adicionalmente asegurabas el Bloque Andino (Ayabaca, Morropón y Huancabamba, en ese orden) más Sechura, podías respirar con tranquilidad.

Solo como dato: los coleros de la elección no superaron los quince mil votos válidos cada uno, o sea 15% del número mágico que te permita respirar con tranquilidad.

Ah, lo del Síndrome Chulucanas se describe así: durante la elección de 2011, en la capital de la provincia de Morropón llegaron a desarrollar la tesis de que el electorado de esa ciudad era capaz de poner dos congresistas en Lima. Ojo, ni siquiera la provincia sino la ciudad. Obviamente, cuando al periodista que me lo contó se lo expliqué todo con matemáticas de tercero de primaria, pues que le dio tal “depre” que casi corre a ahogarse en el río Ñácara, con tan mala suerte que, por esa época, no cargaba agua.

Y así, cada provincia ha llegado a desarrollar su mito electoral, producto de dos males: el encapsulamiento de la realidad que la politiquería ha venido aplicando para hacernos creer que nuestros líos son únicos en el planeta cuando no lo son, y ese cáncer llamado posverdad que nos lleva a asumir como cierto lo que es una opinión y como falso lo que es un hecho irrefutable. No es nuevo; no me cansaré de decir que eso fue desarrollado por los nazis durante la II Guerra Mundial.

Otro gran error de campaña fue esa típica cuando alguien te encuentra en persona, por teléfono o por chat y te lanza esa de “fulano o fulana está postulando”. Ya, bien por él o ella. “Y va por este o este otro partido”. OK, bien. Pero, cuando entrabas a la repregunta de rigor “¿y qué plantea?”, pues tu interlocutor o interlocutora o no lo tenía claro o lo ignoraba mayormente. Quien pensó que la sola imagen bastaba para llegar al hemiciclo, puede que haya completado la tercera parte del recorrido. En todo caso, debió presentarse a un concurso de belleza y todo el mundo le abriría los brazos.

Y ése es el otro error de principiante que están cometiendo casi todas las candidaturas: olvidarse que, en el contexto político de esta época, el universo electoral gira en torno al electorado y no a las candidaturas. Si la campaña se concentró en exaltar el ego, y no tuvo el resultado esperado, aquí está otra gran explicación probable de tu fracaso.

Pero, por encima de ello, el mayor error fue olvidarse que cuando corres al Congreso, en el contexto de la ley electoral peruana (no piurana, no sullanera, no barrial, no hogareña) vigente, no te basta acumular la mayor cantidad de votos preferenciales. En realidad , lo primero que tu campaña debió asegurar fue caudal de votos nacionales (no departamentales, no provinciales, no distritales, no barriales) para tu partido. ¿Por qué? Porque si no pasas la valla electoral en el consolidado de todo el Perú, así tengas cien mil votos, no entras al Congreso… bueno, de visita turística, quizás. Entonces, una vez que el partido garantizara caudal nacional, recién, en ese momento, justo entonces, ahicito nomás te ponías a asegurar tus votos preferenciales. ¿Te lo dijo tu asesor o asesora? No, pues; ni siquiera lo sabía.

Y esto me recuerda otro error de campaña que merece destierro de por vida en el desierto de Gobi: las candidaturas que se olvidaron de las tecnologías de la información como herramientas para averiguarles si sus hojas de vida son precisas o mentirosas. Es una posición altamente tarada mentirle al electorado sabiendo que quince minutos después, la gente va a cruzar información en todas partes y van a salirte antecedentes por todo sitio. La transparencia es uno de los efectos positivos de la tecnificación y la globalización, y en todo caso deberíamos darle más vuelo al asunto del gobierno electrónico, que deje de depender de la sola palabra de quien postula y adjunte automáticamente toda su información conforme se inscribe; por ejemplo, sus propiedades o sentencias efectivas.

Y un consejito final: comienza a ahorrar desde ahorita porque tus gastos fuertes van a dispararse desde octubre y se harán más fuertes en diciembre. Para enero de 2021, tu sistema de recaudación debe permitirte llegar hasta abril de 2021. Si no tienes cultura del ahorro, o al menos sabes hacer un presupuesto, estás en serios problemas.

Claro que estas son apreciaciones generales. Como cada campaña es individual, habría que analizar tu caso con la mayor sinceridad posible para saber en qué fallaste, pero lo anterior puede que sea el lugar común de todas las derrotas. O como dirían las abuelas: lo barato sale caro.

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