ERP/N.Peñaherrera. Desde el 30 de junio pasado, el distrito de Piura cuenta con una ordenanza antidiscriminación (OAD). Hubiese sido ideal que el alcance sea provincial, pero de existente a inexistente, la primera opción es buena.
La herramienta se aprobó con diez de los doce votos que conforman el Consejo Municipal.
El regidor Floresmilo Llacsahuanga y la regidora Milagritos Sánchez se abstuvieron usando argumentos francamente salvables y fatuos, como "dónde está la propuesta que presenté" o "la multa es muy cara" (¿en serio?).
Ojalá puedan reconsiderar su posición, porque en el contexto de la lucha contra esta lacra, no habla muy bien sobre su compromiso comunitario.
Igual, me quedé muy decepcionado de ciertas personas en Facebook que enmascaran su identidad en ciertos grupos ciudadanos 'vigilantes', que minimizaron la aprobación de la herramienta.
Es contradictorio, porque uno de ellos pedía respeto para el colectivo homosexual, que precisamente la ordenanza garantiza y a la que le echaron tierrita.
Mas bien, los ciudadanos jóvenes plenamente identificados (como Gino Ipanaqué, para mencionar uno), se alegraron de la noticia.
Incluso en Lima, la aprobación de la ordenanza ha generado buenos comentarios y hasta la usan de referencia.
El actor y activista Jason Day dijo el mismo lunes (tarde por la noche, en su cuenta de Twitter): "En el 2014, increíblemente, es muy necesaria. ¿Y #Lima, cuando?"
Para quienes se olvidaron, Day generó revuelo en Piura junto al actor Andrés Silva (quien al enterarse de la ordenanza, la retuiteó), en febrero pasado, cuando nos vinieron a poner a bailar contra la violencia hacia la mujer.
Tal visita fue celebrada y seguida por todo el mundo, incluso estos grupos ciudadanos que ahora minimizan la OAD.
La discriminación de cualquier tipo genera violencia; por lo tanto, es incomprensible el ninguneo o la abstención porque estamos hablando de un tema de derechos humanos, los que son universales y ante los que cabe o el apoyo o el rechazo, pero posiciones intermedias son más peligrosas que el rechazo mismo porque lo relativiza todo.
Y lo peor de todo es que la causa fue el celo político, ni siquiera una cuestión doctrinal de fondo o una objeción de conciencia.
Por eso, cuando alguien me pidió tolerancia ante estos votos, dije que por lo endeble de los argumentos, mi posición es condenar la ambigüedad.
Es loable el compromiso de los impulsores de la OAD piurana como el regidor Walter Eyzaguirre, el gerente Keelman Saavedra (con quienes ya venimos trabajando una iniciativa para educar e informar sobre la herramienta), y –de hecho- los y las demás nueve concejales que votaron a favor.
Obviamente, están apostando por la construcción de una comunidad donde, al margen del nivel de desarrollo económico, se privilegie la construcción de equidad entre cada habitante, por el simple hecho de que los seres humanos (al margen de cualquier condición) tenemos la dignidad como característica inherente común.
¿Qué parte de ese fundamento es difícil de entender? ¿Acaso todavía hay quienes se crean esa mentira de las clases sociales o de las élites VIP?
¡Por Dios (o por lo que crean), estamos en el siglo XXI! Ya debimos haber superado nuestros escollos de forma para comprendernos en el fondo.
´´esa es la razón por la que necesitamos ponerle un alto a la discriminación de cualquier tipo, y evitar que se convierta en una política de acceso a cualquier producto o servicio que se ofrezca al público.
Por lo mismo, es inadmisible que terminemos segregando a la gente por lo que parece, por su lugar de origen, por las personas que prefiere amar, por lo que dice, por lo que piensa... o por cómo vota.
(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)