ERP. El distrito de Canchaque, perteneciente a la provincia de Huancabamba, es considerada como la Suiza piurana, por las características de su valle, por su vegetación, sus quebradas y la armonía con el ser humano; sin embargo, la furia de la quebrada que pasa por la ciudad, se convirtió en gran destructora, no solo de vidas humanas, sino igualmente de viviendas y también su preciado recurso turístico “Los Peroles de Mishahuaca’.
Era tal su belleza, que, en un concurso regional, con opinión de piuranas y piuranos, participó representando a la provincia de Huancabamba como una de las maravillas de la región Piura. Fue elegida como una de las 8 mejores expresiones turísticas de Piura y se le reconoció, por la limpidez de su agua, por lo refrescante que era y sobre todo por el encanto del paisaje canchaqueño.
En todo su esplendor “Los Peroles de Mishahuca” era una catarata que caía de la cordillera, de agua cristalina y que era el referente para quienes visitaban la ciudad de Canchaque. Era el mejor encuentro del visitante o lugareño con las espectacularidades de la naturaleza. Fue admirada y reconocida por miles de personas que la visitaron; ahora el encanto atávico, se perdió en una noche de furia de las aguas.
En otras temporadas, era la creciente que le daba mayor caudal, pero seguía y se mantenía el encanto; pasado el “invierno” como se le conoce a los meses de enero, febrero y marzo, recobraba el interés para visitarla. El entorno había sido mejorado para facilitar el acceso; hacia el lugar llegaban delegaciones regionales y también de otros departamentos; era, por belleza natural propia, una “Maravilla de la región Piura” y había que conocerla.
Sin embargo, la Maravilla de la Región Piura, no fue ajena al efecto destructor de la quebrada, las aguas de la cordillera, antes límpidas, bajaron con tierra y piedras, con una fuerza impensada, destruyendo en su cauce todo aquel obstáculo que le impedía avanzar. En ese laberinto de agua, tierra y piedras, destruyó uno de los mejores recursos naturales de Canchaque.
Este valle de buen clima, de olor a café y ubicado en la ladera de la cordillera que lleva hacia Huancabamba, estamos seguros, recobrará la armonía entre las aguas que se desprenden desde lo alto y su población. Aunque es difícil reconstruir la fisonomía, sabemos que el agua regresará a su fluir normal y recobrará su nivel prístino conocido. Eso lo hará la naturaleza y los hombres colaborar para que así sea.
En el futuro la población tiene una misión a cumplir. No más exposición al riesgo y al peligro, porque como es de entender, el agua, es un elemento indispensable para la vida, pero en una noche o día cualquiera se puede convertir en todo lo contario. Construir el lugar para vivir, muy cerca al cauce de la quebrada o el río, es una opción que se debe rechazar. Se han perdido vidas humanas y se ha destruido una maravilla regional.
Canchaque resurgirá.