ERP. En un clima de mucha alegría y fervor, los fieles de la Parroquia "Sagrado Corazón de Jesús" de Pueblo Nuevo de Colán – Provincia de Paita, acogieron a su nuevo párroco el R.P. Luis Serra Álvarez del Villar, C.R.I.C. La Santa Misa de toma de posesión del nuevo párroco fue presidida por nuestro Arzobispo, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., y concelebrada por el R.P. Domingo García Hospital, sacerdote palentino y varios sacerdotes de la Congregación de los Canónigos Regulares de la Inmaculada Concepción, entre ellos el Superior Territorial del Perú, el R.P. Juan Atarama Carranza.
Luego de la lectura del Decreto de nombramiento del nuevo Párroco, nuestro Arzobispo presentó al Padre Luis Serra a la comunidad y le entregó las llaves del Templo, el Bautisterio, el Confesionario, el Libro de la Palabra de Dios y los utensilios para la Eucaristía, como símbolo de su ministerio pastoral en esta Parroquia. De esta manera Monseñor Eguren dio la bienvenida al P. Luis Serra, y al mismo tiempo agradeció la gran labor pastoral realizada por los padres palentinos a lo largo de estos años. Los fieles presentes expresaron con fuertes aplausos su alegría y gratitud por la llegada del nuevo Párroco.
Durante su homilía Monseñor Eguren reflexionó sobre las lecturas y el Evangelio del día de hoy, VIII Domingo del Tiempo Ordinario: "Queridos hermanos, hoy Jesús nos pide que no nos agobiemos, porque el agobio brota del poner nuestra seguridad en los bienes de este mundo, y del no creer, esperar y confiar en el Señor, dueño de nuestra vida. El agobio también surge cuando ponemos nuestra confianza más en nosotros mismos que en Dios, cuando hacemos a Dios a un lado y pensamos que todo depende de nuestras solas fuerzas. Pero, cuando hay verdadera fe en Dios y aprendemos a descansar en el Señor, poniendo nuestra confianza en Él, el agobio no aparece. Por ello el primer llamado de Jesús en el Evangelio de hoy es a poner nuestra confianza en Dios nuestro Padre que nos ama entrañablemente. Si Él se preocupa de dar alimento a las aves del cielo, cuanto más hará el Señor por nosotros sus elegidos, por ti y por mí que somos su imagen y semejanza. Por ello confiemos en el amor providente del Padre, una verdad que debe crecer cada vez más en nuestra conciencia y en nuestro corazón. La providencia de Dios lo gobierna todo, nuestra vida está en las manos del Señor y sólo Él sabe mejor que nadie lo que nos conviene. Él no se olvida de nosotros, no nos abandona nunca. Él nos quiere más de lo que una madre ama al hijo de sus entrañas".
Luego nuestro Arzobispo reflexionó sobre un segundo llamado de Jesús a nosotros: "Hoy Jesús también nos dice «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro... No pueden servir a Dios y al dinero» En efecto, el dinero y los bienes de este mundo no pueden ser la principal motivación y seguridad en nuestra vida, sino el amor del Señor. Con lo cual, cada uno de nosotros debe contestar en su interior a la siguiente pregunta: ¿Es el Señor el centro de mi vida, es la principal motivación de mi existencia? ¿O vivo preocupado y agobiado por los bienes de este mundo? Y junto con ello, hermanos, la gente hoy en día se ha olvidado que hay más alegría en el dar que en el recibir; hoy las personas se han olvidado de lo que significa compartir, cayendo en la codicia y la avaricia. ¿Dónde vas a poner el sentido de tu vida, en un dios que pasa y en las vanidades del mundo que son pasajeras y perecederas, o en Dios, en Jesucristo su Hijo único, que nos da lo que el dinero no nos puede dar: la felicidad verdadera y la vida eterna? Que los bienes de este mundo sean medios para alcanzar nuestra salvación y no el fin de nuestra vida. Y por otro lado que podamos ser instrumentos de la providencia divina con aquellos hermanos que tienen menos que nosotros y nos necesitan, compartiendo con ellos nuestros bienes, pues así tendremos un tesoro grande en el cielo".
Al finalizar su homilía nuestro Pastor reflexionó sobre la hermosa y gran tarea que tiene el P. Luis Serra como párroco de esta comunidad: "San Pablo hoy también nos da un claro mensaje «Ahora bien, lo que en fin de cuentas se exige de los administradores es que sean fieles». Esto es lo que tiene que ser un párroco al ser la cabeza de una comunidad parroquial como la de Pueblo Nuevo de Colán, un buen administrador de la gracia de Dios a través de los sacramentos que nos unen a Cristo y que nos dan la vida eterna; un buen administrador de la Palabra del Señor que da vida a través de la predicación y la catequesis. En una palabra un buen administrador del amor de Dios, en donde el párroco junto a los fieles van construyendo una comunidad de fe, de culto y de caridad centrada en Cristo. A ustedes no les faltará la solicitud y atención del nuevo Párroco, pero a su vez al P. Luis no debe faltarle la obediencia y la colaboración de todos ustedes", concluyó.