ERP/N.Peñaherrera. El domingo pasado leía aquí un reporte sobre una intervención que realizó el Serenazgo de Talara en el cerro Azul, colindante a una carretera. Debo advertir que no conozco la zona.
Los efectivos hallaron una especie de dólmenes pequeños, cual altares, bajo los que se enterraron varias prendas de vestir, algunas de ellas presumiblemente pertenecientes a niños y niñas.
También se hallaron agujas hipodérmicas, aunque no fue posible precisar si estaban usadas.
Primera sospecha: curanderos haciendo ritos de hechicería. Puede ser: hay mucha investigación documentada sobre tal práctica.
Segunda sospecha: ritos satánicos. Puede ser: hay mucha información documentada que sostiene el uso de prendas, aunque esto se conecta mas bien con la llamada 'magia negra' o el vudú, muy extendido en Haití. ¡Momento! ¿Dije Haití? Mmmm...
Tercera sospecha: emos conectados a ritos satánicos. Aguanta tu carro: what?
¿Cómo el serenazgo de Talara conectó ese A con ese B? Consultemos Santa Wikipedia.
Los emos, dice un artículo sobre el que hay controversia, son un grupo que apuesta a la tristeza como forma de vida y que tiene una visión fatalista del mundo, y, aunque escuchan grunge, metal rock, Indie rock y rock alternativo (además del emo, su propio género), no hay ninguna conexión sugerida con ritos o cultos satánicos.
Nota al pie: yo también escucho grunge y rock alternativo, pero no me entristezco y recientemente me he vuelto 'fan' del salmo 91. Sigamos.
Lo que pasó en Talara, me hizo recordar un caso similar en Sechura, ocurrido hace unos años.
Unos padres pedían prisión para unos emos que habían logrado reclutar a uno de sus hijos, acusándolos de lo peor que pudiera imaginarse. ¿Pruebas? Ninguna, excepto la apariencia gótica.
Un colega me llamó para respaldar el punto de vista de los padres y le dije que no, porque si alguien opta por estar triste, está en todo su derecho y cualquier vulneración del mismo puede tipificarse como delito de discriminación.
Mejor dicho, los emos aludidos podrían denunciar a los padres por calificarles subjetivamente al punto de poner sus vidas en riesgo (pedían lincharles).
Claro que un emo jamás demandaría siquiera (o quién sabe, digo, un emo abogado a lo mejor sí lo haría), pero tenía la opción legal abierta.
Lo mismo pasa en Talara. Aunque el serenazgo puede tener una sospecha, sentarla públicamente como tal en base a la apariencia roza peligrosamente en lo establecido por el artículo 323 del Código Penal peruano (¿dónde carrizo están los abogados cuando se les requiere?).
La norma establece que, cuando el delito es cometido por funcionario público, y se prueba la convicción, se le puede deshabilitar.
¿Qué debieron hacer los serenos? Primero, investigar objetivamente, obtener una prueba legal irrefutable, y entonces exponer su teoría; pero, adelantar opinión, les pone en bandeja para tomar acciones legales... y bien merecidas.
Y así lo mismo cuando se actúa subjetivamente contra homosexuales, gente del campo, personas con discapacidad, población sin padrino en el Poder Judicial, afrodescendientes y mestizos... en fin, cuando el prejuicio comanda la acción, es cuando un fin noble como resguardar la seguridad ciudadana se convierte en otro riesgo.
Yo animo a los cuerpos de serenazgo de todo Piura a tomar capacitaciones en estos temas (como sí lo hicieron los de Miraflores, Lima), y en general a los de cualquier lugar donde lean esta columna.
Gastarán un poco en el cursillo, pero comparado con las indemnizaciones y reparaciones civiles que podrían pagar por actuar con prejuicio, bien vale la pena curarse en salud.
Igual con las fuerzas del orden, el periodismo, las empresas, y la ciudadanía en general. Dejemos de actuar con prejuicio: ya se probó que genera muchas pérdidas económicas.
(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)