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Vie, Abr

Cartilla electorera musical

Piura
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piura ciudadAsunto de símbolos, vocales y consonantes

ERP/Rafael Gutarra Luján. El Perú es único en el mundo. Qué duda cabe. El nuestro es un país de corazón serrano o sensual caricia. No hay término medio. O somos un alarde de mujerío sentimental: "Una mentira mató mi alegría, con dos mentiras se fue mi ilusión..." O de machonería compulsiva: "Mi chilala mi chilala me la matan me la matan..."

Las canciones de los dos grupos más populares de Piura se prestan (alquilan, truecan o venden) a algunas de las agrupaciones, movimientos, partidos o frentes que lanzan sus arengas, eslóganes o cuanta promesa electorera se les ocurra. En un lugar donde se come bien, se bebe bien y se escucha a raudales (escuchar proviene de obedecer, del latín obaudire), la música, el único arte capaz de penetrar en lo más íntimo de nosotros, se asocia -una vez más- al único poder, real, fáctico, que cada cierto tiempo se emboza en el llamado a las urnas.

Por altavoces a bordo de camionetas financiadas por empresarios e inversionistas de todo cuño se presta oído (bendito órgano que no tiene párpados) a la música que invade calles, parques y avenidas. Pancartas, volantes, paneles, gigantografías, banderas y banderines transfiguran ciudades y poblados en ambientes medioevales posmodernos. Y lo más sorpresivo: frente a los símbolos -una carretilla, un sombrero, un gallo, un árbol- que identifican a las agrupaciones que aspiran conseguir un presidente o consejero regional, o un alcalde o regidor provincial o distrital, hormiguean las vocales y consonantes, mismo gran abecé con estrepitoso fondo musical.

Si todavía no hemos erradicado la ignorancia y el analfabetismo, pese a la propaganda de analfabetismo cero -y los otros alfabetismos de la cultura oral secundaria (la de los medios y nuevas tecnologías)- ésta es una magnífica oportunidad para aprender a leer de una vez y para siempre. Como si se tratara de un gigantesco silabario multimediático (usar también la publicidad que difunde la televisión), se puede tomar la G del gallo, la A de Alianza para el Progreso, la H (que es muda) del Partido Humanista, la K de Fuerza Popular y la N de Nunca Más, combinarlas para formar sílabas y generar palabras y frases que tengan sentido. Así por ejemplo: G+A+N+A hace GANA y K+A hace KA, y repetido y con tilde en la segunda vocal se crea el nombre de un futbolista brasileño famoso, por decir lo menos. A+H es AH, y da como resultado una exclamación o una pregunta, según el signo que se utilice. Y así...

¿Qué se puede esperar de estas elecciones que se vienen y de las próximas generales? Con un expresidente en la cárcel, otro que elude la invalidación política y otro que no podría explicar su fortuna acumulada. Y la preferencia por la hija del expresidente cautivo, por el señor que dice ser peruano con pasaporte norteamericano y por el famoso cocinero millonario que nos ha vuelto narcisistas y voyeristas de nuestra propia comida. Se me ocurre preguntar no sé a quién, pero no puedo dirigirme a los jefes de campaña, sino a los votantes. Cada uno debe contestarlas según sus propias conveniencias y convicciones (si todavía las conservan): ¿a quiénes se pretende convocar con este asunto de símbolos, vocales y consonantes?, ¿sólo con fondo musical se puede convencer a la gente?, ¿podrá ser escuchado un campesino, una humilde vivandera, una mujer o un hombre pobre y analfabeto?

Gayatri Spivak, crítica literaria india, autora del texto fundamental de la corriente poscolonialista "¿Puede hablar el sujeto subalterno?", así como de una traducción del libro "De la Gramatología" del teórico deconstructivista Jacques Derrida, dice que no es posible representar a un otro silenciado por un sistema colonizador si se toman los parámetros provenientes del mismo. O sea que el subordinado, el seguidor, el sumiso, no puede ser escuchado ni representado por los intelectuales ni por las autoridades de esta clase, porque sencillamente no les importa un comino (no lo expone así, pero vale la pena ponerlo) el destino de un pobre.

¡Y a la miércoles aunque sea jueves el día que escribo! Me vienen unas ganas de no poner un aspa o una cruz sobre un símbolo, vocal o consonante. Y a lo mejor sí un ajo de indignación sobre el espacio en blanco de sus conciencias. Eso sería una buena manera de demostrar que aprendí a leer sus variadas promesas calamitosas. Y a ver qué sucede después, cuando sean conminados por los empresarios e inversionistas que financiaron esa ambiciosa cartilla electorera musical.

 

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