ERP. Es uno de los poetas de más grande trascendencia que ha tenido el país y en tal sentido, los homenajes son parte del reconocimiento a su creatividad y profundidad de sus poemas. El más grande poeta peruano, el hijo de Santiago de Chuco, César Abraham Vallejo Mendoza, recibirá este jueves 14, sentido homenaje al conmemorarse el centenario de su publicación más importante: “Los Heraldos Negros”.
Será en el marco de los Jueves Cultural, que la centenaria institución brinda a la comunidad piurana, esta vez de la mano de la Fundación Korillacta, quien hará vibrar a los presentes recordando los versos de este poema inmortal.
La cita, se inicia desde las 8 de la noche y se invita a la comunidad regional, en especial a los estudiantes para que reconozca a quien es considerado el más grande poeta católico, desde Dante, según el crítico Thomas Merton.
Traducido a todos los idiomas, Vallejo Mendoza, en Los Heraldos Negros ofrece poesía, que si bien en su aspecto formal tiene filiación modernista, constituyen el comienza de la búsqueda de una diferenciación expresiva propia, como finalmente ofreció a las letras universales.
En su corta vida, pues nació el 16 de marzo de 1892 y falleció en Paris, un 15 de abril de 1938, marcó a generaciones con sus versos, que llena de orgullo a nuestro Perú.
Para muchos críticos, los “Poemas humanos constituyen” lo mejor de su producción poética, que lo han hecho merecedor del calificativo de “poeta universal”.
Poema Los Heraldos Negros
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!