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'Sebastián' y los otros que mendigan por la ciudad de Piura en busca de solidaridad

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ERP. Un indigente decidió ubicarse en los exteriores del local policial ubicado en el mercado modelo de Piura. Totalmente harapiento, con la barba crecida, mostrando los genitales y parte del vientre, dos hatos a su lado, levantaba la cabeza cada vez que un transeúnte se apiadaba de él para dejarle algunas monedas. A solo 2 metros, los policías solo observan el triste sentido de la vida de esta persona.

Es probable, que casos como estos se repitan en otros lugares de Piura; igualmente, los testigos presenciales miraran o con indiferencia o con condolencia; sin embargo, algo que queda latente es el abandono de este tipo de personas, que deberían recibir un trato diferente y contar con un lugar seguro, donde tenga no solo casa, sino alimentación, vestido y tratamiento médico.

“Sebastián” o como sea su nombre, no puede, no debe o no debería, usar la vía pública para despertar la lástima de quienes circulan por la zona. Las autoridades igualmente, no deberían actuar con frialdad e indiferencia cuando alguien usa su la vereda institucional para mendigar. “No podemos hacer nada, supera nuestras fuerzas pese al cuadro humano que ello significa” habla con voz baja y con desazón un integrante de la PNP.

El caso no es el único en una región de 2 millones de habitantes, que centra su economía en las agroexportaciones y también en el comercio intensivo; pero que, pese a ello, tiene diferencias e inequidades que son preocupantes. “Sebastián” requiere, necesita, el apoyo de la sociedad y sobre todo del Estado. Casas refugio, casas de protección, albergue o como se le quiera llamar, son alternativas que alguien debería asumirla.

En casos como los que mencionamos sería mucho más funcional adoptar decisiones frente al desvalido; extenderle la mano solidaria con sentido humano, llevarlo a un lugar determinado, donde encuentre apoyo temporal o permanente, pero con apoyo profesional. Sin embargo, como expresa un analista de este medio “Es como si hubiéramos perdido el sentido de la solidaridad y como si hubiéramos normalizado el dolor de otros, en tanto no sea tuyo, no tiene sentido”.

En tanto caminamos y nos acercamos a dejarle una moneda, observamos que “Sebastián” tiene reflejos, agradece con un gesto débil y luego sigue acostado recibiendo, no solo las monedas que le puedan dejar, sino el inclemente sol de la ciudad de Piura. A su cabeza, se yergue la peana de Santa Rosa de Lima, como testigo indolente de lo que le ocurre; otros transeúntes pasan raudos y ven el caso sin mayor importancia.

Algo se debe realizar con los otros “Sebastián” excluidos de este sistema que veneran muchos y que defienden con ardor. Es posible adoptar políticas públicas que los comprenda, pero como dice el Econ. Juan Aguilar Hidalgo “Nadie piensa los problemas de la ciudad”.

Diario El Regional de Piura

 

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