ERP. Se inició el año 2018 y los peruanos son testigos de la peor tragedia de la cual se tenga memoria. 51 muertes y quizá más, en un accidente de tránsito cuya explicación del ministro sería por “exceso de velocidad”; sin embargo, horas antes se informó de un accidente de tránsito de un empresario piurano en Tumbes y de una fallecida en Chulucanas y es probable que en el territorio nacional hayan sucedido este tipo de trágicos eventos.
Es decir, las carreteras siguen siendo inseguras y proclives a acontecimientos que causan dolor y tristeza a muchas familias. Es necesario, seguir aprendiendo de estas lecciones dolorosas y encimarse sobre los problemas, para plantear soluciones con mucha racionalidad y mucha tranquilidad. Frente a una muerte de esta manera y quizá de otras fortuitas, siempre quedará el lamento con mezcla de llanto y dolor.
La muerte expresa misterio, manifiesta mucho de incertidumbre e indeterminismo, igualmente se envuelve de sorpresas y tanto del quebranto de vidas que tienen todo para seguir adelante, pero una decisión o una acción los sustrae de esta realidad, para llevárselos a ese otro mundo de cuya existencia nadie tiene convicción o certeza.
Hemos seguido muy de cerca la tragedia nacional de Pasamayo y hemos escuchado las lecciones de vida, del joven Máximo Jimenez Vilcayaure quien tuvo la iniciativa de saltar por la ventana y gracias a su arrojo salvarse. Se recupera en el Hospital de Chancay y sin duda, burló la inminencia de una muerte segura para seguir respirando y viviendo, con todo lo bueno y con todo lo malo de lo que significa una existencia misma.
Máximo Jiménez, vivir para contarla. Se arrojó del bus en decisión temeraria que le salvó la vida
Otros se encuentran en proceso de recuperación y aunque el estado de ellos es grave, lo que sucederá podría llevarlos a agradecer cien o más veces por la dicha de saberse salvos en un momento de llamado perceptible de la muerte. Algunos llaman estos hechos como milagros o dones de Dios, para otros simplemente una gabela de la vida, para enrumbarse hacia una nueva realidad. Ambos argumentos, en estos momentos son válidos.
Nos conmueve el mensaje de Luz Mary Soto Diaz, lo que fueron sus últimos días de vida cuando decía "Gracias Dios porque en todo tiempo nos permitiste sentir tu compañía sin importar cuál fue la circunstancia, buena o mala permaneciste cerca, gracias por las personas que trajiste a nuestra vida, y gracias por las que te llevaste de nuestro lado, gracias por cada alegría y gracias también porque en la tristeza tu amor sanó nuestro corazón, gracias por llevarnos de la mano en cada victoria y mostrarnos el camino en medio de la frustración, gracias por los momentos duros que han fortalecido nuestro espíritu al mismo tiempo que has mostrado cuán grande es tu misericordia, gracias por la riqueza y gracias por que en la necesidad sabemos que contamos contigo, gracias por cada sueño cumplido, gracias por los que aún están en proceso de realizarse y más aún gracias por los que no se cumplieron pues tenías cosas mejores para nosotros, gracias por que por cada porción que te pedimos siempre tienes el doble que darnos, gracias de corazón, gracias en todo y por todo”.
Profesora Luz Mary Soto Diaz y su premonitorio mensaje
Entre los accidentados, muchos tendrán sus propias historias de vida y lecciones que permitirá que los tengan presentes. Es el caso del docente de la Facultad de Derecho de la USMP, Dr. José Manuel Rojas Bernal, de quien sus amigos de inmediato se interesaron por él, destacando sus cualidades intelectuales. No sé sabe si está en la lista de quienes se fueron o quizá entre los heridos; al menos es necesario mantener la esperanza.
Es el caso del fallecimiento de Carlos Guillermo Mechato Araujo, quien era funcionario del Banco de Crédito e integrante de la promoción de la Escuela de Administración de Empresas U.N.J.F.S.C. Sin duda, tanto como los demás, una gran pérdida.
Carlos Guillermo Mechato Araujo, dejó gratas lecciones a sus amigos promocionales
Quizá sin palabras y sin aliento, quienes se sienten conmovidos fueron los amigos y familiares de Yomaira Quiche Nicho, una joven madre de familia que se ganaba el pan de cada día trabajando como terramoza de la conocida empresa de transportes. Como toda mujer que busca abrirse un espacio en el mercado laboral, encontró en este trabajo la oportunidad para realizarse y para contribuir con la economía familiar.
El deceso de Yomaira Quiche, ha creado mucho dolor, tanto como las demás familias
La Policía Nacional destaca la triste historia de Yomaira Quiche Nicho quien deja en la orfandad a un bebé de apenas tres meses de nacido y también a otro menor de 6 años de edad, a quienes ella describía como sus “adoraciones”. Qué mejor y más grande cariño de madre a hijos, que cariño y amor de hijos a madre. Ella se fue sin quererlo, ellos se quedan solos sin desearlo.
Fue la pareja de Yomaira Quiche Nicho, Leonel Bautista, quien contó la tragedia que vive en su familia con la pérdida de su joven pareja y madre de los niños. Los vecinos de Yomaira Quiche Nicho la describen como una mujer muy alegre y extrovertida. Ella compartía con sus compañeros de la empresa de transportes y posteaba las fotos en su cuenta personal de Facebook.
Conforme sucedió con un joven de Sullana, fallecido recientemente en un accidente de tránsito, su padre con gran dolor dice que presintió la muerte de su hijo; es entendible que muchos de los familiares de los fallecidos en Pasamayo hayan sentido lo mismo. Muchas veces el corazón dice y alerta lo que podría suceder y es esa comunicación de ADN que en su misterio comunica pero sin poderlo evitar.
Ha sucedido este accidente y los peruanos tenemos razones para sentirnos dolidos. La muerte siempre crea tristeza y cuando es cruenta y abrupta mucho más. No es el descanso tras lo vivido, es el ser arrancado de una vida con todas sus realidades, con todos los esfuerzos, con todo el cariño, con todo el amor y también, porque no, con algunos odios propios de la convivencia social.
En este accidente y otros que se puedan presentar se buscan razones para entender el desastre. Lo expresó, creo indebidamente, el ministro de Transportes y Comunicaciones al referirse que fue el “Exceso de velocidad” lo que causó esta tragedia; podría ser, como no. Muchas veces, los sucesos se presentan y es como si ya hubiera estado escrito y como tal era la hora adecuada y el momento adecuado, como con redundancia se explica a veces.
Existen normas básicas para crear condiciones de seguridad y tienen que ver con la infraestructura, con las condiciones técnicas y mecánicas de los vehículos, así como la pericia de los choferes para conducirlos. En esta situación, este tipo de hechos deben permitir entenderlos, analizarlos y aplicar las medidas correctivas. Se aprende del dolor y se pueden mejorar los procesos para evitarlo; todo ello es posible si se tiene el conocimiento y la autoridad suficiente para corregirlo.
Lo anterior corresponde a las autoridades y también de la propia población.
El dolor por la pérdida de un familiar debe ser inmenso; sin embargo, los sátrapas e insensibles siempre existen. Se observó tras el accidente, donde varios zamarros aprovecharon la confusión para, en medio de la tragedia ocurrida en Pasamayo, robar las pertenencias de los fallecidos. Esta actitud no es nueva y es el lado carroñero de algunos, que dejan su condición humana para convertirse en desadaptados sin ningún tipo de raciocinio.
Como lección de vida, como compromiso a asumir
Del dolor también se aprende debe ser el epitafio final. Valen los lamentos, porque son expresiones humanas que no se pueden evitar; sin embargo, igualmente importantes es saber aprender de lo acontecido. Se nos quedan las historias de pareja de esposos, que siguieron el camino juntos hacia la eternidad y de otros que no llegaron a destino, más esas son realidades que solo serían un consuelo para aminorar los sentimientos que se puedan tener.
Pensar, que podríamos tener muchas mejores carreteras, pero igualmente sabemos que la corrupción ha minado esa posibilidad. Debe de igual manera aprender de estos momentos tristes para crear mucha más responsabilidad de quienes recibieron el encargo de manejar las competencias del Estado y sobre todo los recursos públicos. ¿Quizá pasará la historia y regresaremos a lo mismo?. No debe ser, sería el coro que se escuche del más allá, donde descansan las almas que se fueron.