ERP. Recientemente asumió el cargo de Presidenta del Poder Judicial la juez suprema Janet Tello, en cuya ceremonia estuvo presente Dina Ercilia Boluarte Zegarra, presidenta de la República, en el evento, no fue una invitada de honor, sino que sin correspondenterlo leyó un discurso preparado para la ocasión. Esta situación se repitió en la ceremonia de la nueva Junta Nacional de Justicia..
Dina Ercilia Boluarte, no es una presidenta que sea un ejemplo de estadista y menos una intelectual, como dijo recientemente el exdiputado por Piura, es una mujer que seguro jamás pensó ejercer este cargo; por lo tanto, asignarle roles de oradora en ceremonias institucionales es un despropósito, además de impertinente y sospechosa.
Desde que la “rehén” del Congreso, que llega a estos foros a leer tonterías, que lanza frases que no practica y tampoco comulga, ha demostrado tener una conducta mitómana, cínica, falsa y premeditadamente obediente a los designios del “Pacto mafioso”. Por lo tanto, su presencia en estas ceremonias diche mucho en su búsqueda de demostrar que es “la mujer más poderosa del país”.
Generalmente, el poder Ejecutivo y sobre todo los presidentes han tenido la capacidad de incidir en estas instancias y con su participación muchas veces han evitado estar sentados en el banquillo de los acusados, aunque en los últimos tiempos, hubo un renacer del sistema que llevó a avizorar que algo diferente podría darse. Todos esos logros vienen siendo reemplazados por el actuar amedrentador del Congreso de la República y con él su “rehén”.
En ambas ceremonias, Dina Boluarte, sin corresponderle habló del sistema de justicia, el Estado de Derecho e independencia, lo que constituyen unas falacias; ni es demócrata y tampoco, se evidencia, sabe distinguir tales conceptos. Ella es una mujer que la suerte la llevó a ese cargo y no tiene cualidades personales y profesionales para hablar en nombre del país.
Más aún, su nivel de legitimidad es casi inexistente, con un rechazo que supera el 95%, que en otras realidades ya estaría expectorada. Pero, por ahora es la protegida del Congreso de la República y en tanto lo sea, se le permitirá hasta que abandone el cargo para realizarse una intervención estética e incluso, declarar sandeces en temas diversos y desde un podio, pero no teniendo la solvencia para sustentar idea alguna ante la prensa.
¿Qué se buscó con su participación en dos instancias que han sido mancilladas por el Congreso de la República?. Seguramente, demostrar que poco a poco el “pacto mafioso” viene completando su objetivo de totalizar la institucionalidad. Antes lo hicieron con el Tribunal Constitucional, después con la Defensora del Pueblo, Contraloría general de la República y ahora con la Junta Nacional de Justicia.
Por lo menos, se espera que más allá de la Presidenta del Poder Judicial, se valoren los jueces que tendrán que resolver en un futuro los casos penales que comprometen a Dina Boluarte Zegarra y su entorno. Solo así el Perú recobrará confianza en sus instituciones y alzará la voz sin miedo contra aquellas personas, que como la mandataria Dina Boluarte, pretende decir con palabras lo que no practica con la acción.
Indebido, impertinente y sospechosa, la actitud del Poder Judicial y de la Junta Nacional de Justicia, politizando ceremonias que deberían ser una expresión libre de la independencia y autonomía que la Constitución Política del Perú, aún les garantiza.