ERP. La población de Lobitos, provincia de Talara, al observar el mar ennegrecido por un derrame de petróleo, denunció de inmediato el hecho y pidió intervención de las autoridades competentes para resolver este nuevo desastre ecológico que sucede en el mar peruano y sobre todo en la parte del Norte del Perú. El daño es alto, tanto como la indignación, pero las soluciones son pocas.
PETROPERÚ reconoció que las ennegrecidas aguas eran de su responsabilidad, pero no por derrame sino por una “fuga”, graciosidad semántica impropia en momentos de gran tensión. Remediar un desastre como el vivido, implica primero adoptar decisiones técnicas para limpiar el mar, aplicar parte de la experiencia de hechos sucedidos anteriormente y asignarle los recursos para que se pueda actuar.
Hacia Lobitos, un pequeño distrito de pescadores de la provincia de Talara, llegaron representantes de diversas entidades para tomar conocimiento de lo sucedido, para reclamar culpables, para identificar daños, cuantificar pérdidas y realizar ofrecimientos. La población esperó el último 24 de diciembre tener una propuesta seria, pero no asistió PETROPERÚ y se espera lo haga este 27 de diciembre.
Como sucede siempre, la reacción de los responsables es sobrepasados por la realidad y la dispersión de competencias se palpa en toda su magnitud. Chocándose entre si, varios funcionarios del gobierno central, regional y locales, van por la Playa Las Capullanas y otras adyacentes para observar desde alguna elevación el manto negro formado por uno de los recursos que le ha dado todo al Perú.
Las caletas de Lobitos y de Talara, sufren los impactos negativos de este desastre ecológico, pero más al Norte, la población de la caleta Cabo Blanco, denuncian que las aguas ennegrecidas los vienen afectando; en esta zona, existe una significativa masa de recursos hidrobiológicos que son el sustento para su población, tanto como las demás que se distribuyen por esta parte del litoral.
Pero, igualmente, el uso de las playas para fines de veraniego, una de las grandes potencialidades de Talara, se limita por la contaminación del mar y por ende, la disminución de la demanda. Los emprendedores vinculados al turismo claman una solución, pero para el gobierno central, principal beneficiario de la riqueza que se extrae, con lo avanzado sería suficiente. Pero no es así, las pérdidas son sociales y económicas.
Talara, es una provincia que sustentó su desarrollo, gracias al petróleo, una de las principales riquezas del litoral norteño; en todo este tiempo, la convivencia entre extracción de dicho producto y las actividades pesqueras ha sido normal. Pero los ingentes recursos obtenidos desde el siglo XIX hasta el presente, fue aprovechado por el gobierno central que lo usó y usa a discreción.
La población de Lobitos, de otras caletas deben defender a ultranza su litoral, ser vigilantes constantes y permanentes para que este tipo de situaciones no se vuelvan a presentar. No es la primera vez de un desastre de esta naturaleza; los pozos petrolíferos instalados en la parte marítima, necesitan ser replanteados y modernizados, en tanto que las actividades operativas de la refinería cumplir estándares que impidan que un yerro o dolo, causen estragos y pérdidas incalculables como las sucedidas recientemente.
La población de Talara, sobre todo las ribereñas al litoral claman en estos momentos pronta solución y la mejor manera de encontrarla, es actuando con responsabilidad, con ofrecimientos ciertos y asignación de recursos que permitan cumplir con la remediación del daño ocasionado. Por lo pronto, la población de Lobitos, sigue indignada y espera respuestas.