ERP. Un comunicado suscrito por dirigentes de Perú Libre, le solicitaron al presidente Pedro Castillo que renuncie a su militancia. La organización fundada por Vladimir Cerrón en términos reales fue la ganadora de las elecciones generales del 2021 y sustentó su inscripción presentando un programa de gobierno, con ideas trasnochadas y atávicas, que llevó a una reformulación del mismo.
Justamente, una de las razones que llevaron a solicitar la renuncia del actual mandatario, es haber incumplido el programa e ideario del partido Perú Libre. Además de lo mencionado, se le señala como el responsable del quebrantamiento de la unidad partidaria, de la bancada y otros hechos más que le son imputados.
Castillo, tras el pedido no dudó en presentar su solicitud de renuncia a la militancia e indicó que lo hace por el bien del país. Sin embargo, Castillo, fue militante por conveniencia y no por convicción. En el país, existe una proliferación tremenda de organizaciones políticas, creadas con el facilismo que la propia Ley les faculta y al cual se adhieren políticos y políticas que ansían tentar un cargo electivo.
Castillo no es la excepción y Perú Libre tampoco se diferencia de otros partidos, más allá que pregone una ideología trasnochada. Su triunfo tras las elecciones generales del 2021, no difiere de la práctica común de otros con mayor antigüedad. Es probable que en las próximas elecciones culminen pulverizados y perdiendo su inscripción como ha sucedido con el Apra, Partido Nacionalista y Perú Posible.
Evidentemente, un partido político como otras democracias, implicaría una nueva clase política y es justamente la gran debilidad. Si alguien tiene dinero y ambiciones de hacer política en el país, le basta comprar sus planillones, recoger las firmas e impulsar el trámite para la aprobación del ente electoral. Estructuran luego una directiva para mantenerse eternamente en el cargo, lo logran, pero luego desaparecen con la misma facilidad como pretendieron perennizarse.
La democracia peruana, frágil y precaria como es, no ha sabido construir organizaciones políticas sólidas, que integren militantes con una ideología y doctrina, que trasciendan más allá de la ambición y de los intereses particulares. Se observa en el partido Acción Popular, el cual ha sido tomado por una cúpula que decide en función a intereses particulares y de grupo y no acorde a sus postulados que pregonan.
Y conforme se ha visto en las decisiones tomadas por los parlamentarios del anterior y del actual Congreso, los llamados líderes, no quieren en absoluto que haya un fortalecimiento de los partidos políticos. Las reformas impulsadas por Martín Vizcarra, desaparecieron en una Ley interesada, para dejar sin efecto, la implementación de normas que mejorarían la representatividad nacional.
No hay voluntad de abrir nuevos escenarios, existe la decisión de mantener el status quo y no fortalecer los partidos políticos y por ende la democracia peruana. Es una lástima este tipo de acciones, porque la degradación de los partidos, también llevan a la precarización del ciudadano y ciudadana. Los líderes, si se pueden llamar así, que gobernaron este país, no tuvieron la convicción de coadyuvar para que la práctica política mejore.
Es por eso, que ir a nuevas elecciones como se propone, en un marco legal similar al anterior, solo garantizará la repetición de la actual situación. Es decir, más allá de las pequeñas diferencias ideológicas, se seguirán dando, no los consensos, sino los acomodos a medida, como el actual caso del ya denominado fujicerronismo, en clara alusión a la alianza del partido Perú Libre con los fujimoristas de Fuerza Popular.