ERP. Luis Castañeda Lossio se encuentra en prisión preventiva y siguió el camino de Susana Villarán; otros personajes son investigados por actos de corrupción y en todo este laberinto, el presidente de la República repite la monserga que ellos no negocian con corruptos. La referencia, se entiende, va contra los casos de Lava Jato, donde Odebrecht tiene gran parte de responsabilidad.
Esta lucha contra la corrupción avanza, gracias al coraje temporal de varios fiscales y jueces, quienes entendieron que el Perú se encuentra primero y que merece defenderlo de lacras que causan perjuicio a la institucionalidad del país. Con todos los obstáculos habidos, se viene avanzando y se podría decir, que los intocables de ayer no lo son tantos y que al menos, son sometidos a procesos judiciales.
Pero la corrupción no es un problema que se inicia y termina con el caso Lava Jato. Podríamos decir que se encuentra enraizada en la sociedad y sobre todo en la institucionalidad. Gobierno nacional, regionales y locales, siguen repitiendo los mismos actos, aunque haya casos que indicarían podrían disuadir, pero no es así.
En la labor periodística, recibimos testimonios respecto a como funciona la corrupción en el sector estatal. Es un flujo que muchos conocen, pero que nadie acciona. Y trataremos de enfocarlo de la manera más sencilla, porque no es demasiado complejo y tampoco es difícil comprenderlo.
Veamos, el gobierno nacional vía ministerios maneja montos significativos del presupuesto público. Los funcionarios que gestionan los mismos, saben cuales son los mecanismos de gastos y uno de ellos, es mirar como receptores de dineros para proyectos, a gobiernos regionales y sobre todo locales. Bastaría hacer una evaluación para saber cuántos viajes realizan a Lima y conocer su algarabía respecto a las transferencias logradas.
Algunos personajes que conocen los contactos en los ministerios, facilitan mucho mejor el proceso de obtener transferencias. La operación aritmética para la distribución es simple y, de acuerdo a las versiones que se podrían obtener en cualquiera diálogo, recibe lo suyo el limeño y lo propio el funcionario regional y local. Todo ello, implicaría el conocimiento, de las máximas autoridades, porque implican compromisos a cumplir y que son requisito para futuras transferencias.
Algunos se hacen llamar gestores por la habilidad de lograr transferencias para obras y/o proyectos, pueden ser para carreteras o para saneamiento. Tras cada viaje, estos gestores regresan satisfechos a sus regiones, provincias y distritos y se inicia el ciclo de los "compromisos" asumidos, y que está en la cara del propio presidente de la República, de sus ministros y que no la ven o no la quieren ver.
Escuchar decir a Martín Vizcarra que lucha frontalmente contra la corrupción, es no darse cuenta que en las propias entrañas del aparato público a su cargo, se reeditan día a día, estos procedimientos, donde “Todos ganan” usando una expresión recibida.
Esta situación que es real, no es percibida por los sistemas de control. Ellos, están mucho más preocupados por la formalidad que por la realidad. Es un asunto cuestionable, pero hasta el momento imposible de ponerle freno. La corrupción de este tipo, funciona y es repetible con la misma frecuencia de cada viaje que realizan las autoridades y funcionarios de provincias.