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Keiko Fujimori, prisión preventiva y estrategias para resolver tema penal

Editorial
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ERP. Keiko Fujimori Higuchi fue la heredera política de su padre, pasó de la adolescencia a realizar responsabilidades de una persona adulta. Sin la madurez suficiente para decisiones asertivas y pertinentes reemplazó a la madre como primera dama y optó irse con el padre ante la disyuntiva que trajo consigo la separación de la pareja presidencial.

Es probable que el ejercicio de la función de primera dama, las reuniones propias de un cargo honorífico, le creó una forma de concebir y entender lo que es el ejercicio del poder. Era importante en tanto, hija del presidente, era lo que era por ser hija de y no por la construcción de una identidad política y profesional propia que la distinga.

El gobierno del padre fue desastroso en derechos humanos, en institucionalidad e incluso en moralidad. Como todo advenedizo sin formación política, se dejó arrastrar por los vericuetos del poder y mediante prácticas vedadas en diversos campos, compró periodistas y propietarios de medios de comunicación que le permitieron difundir una agenda propia como si fuera de los propios medios. 

Sin mayor méritos que apellidarse Fujimori, Keiko pretendió ser presidentaSin mayor méritos que apellidarse Fujimori, Keiko pretendió ser presidenta

En tanto Keiko crecía y Kenji gozaba del engreimiento del padre, se contó que la economía mejoraba, que la pacificación fue su éxito y no de otros, se dio un golpe de Estado desconociendo la Constitución Política, se hizo gobernante de facto, convocó a un Congreso Constituyente, se hizo reelegir; formó el grupo Colina, mandó matar a inocentes, el país entró en procesos de corrupción y en todo ese contexto se desenvolvía la joven hija. 

En todo ello, Keiko estudiaba en Estados Unidos con recursos financiados por Vladimiro Montesinos. 

Vino el descalabro fujimorista y el padre fugó hacia el Japón, reconoció su doble nacionalidad, vivió una vida de lujo, incluso postuló para senador sin mayor éxito, hasta que decidió regresar creyendo que Chile lo podría proteger como en las épocas del siglo XIX. Pero no, fue apresado y después extraditado. 

Mantuvo su residencia en el país y siempre mantuvo una vida solvente. No se le conoció trabajo alguno y menos trabajo intelectual alguno. Incapaz de urdir un mensaje conexo y completo, se convirtió en la engreída de los medios de comunicación. Era la heredera de Fujimori y este tenía silencios que podrían influir en actitudes. Ya preso Fujimori, era necesario tener el brazo político para liberarlo.

Fue candidata al Congreso de la República en la lista congresal de la aspirante presidencial Martha Chávez que buscaba mantener vivo el fujimorismo. Su labor fue tan anodina y poco sustantiva y no se le recuerda por su labor congresal; si lo fue es solo un hecho anecdótico y poco relevante. 

Tras lograr la edad mínima para postular a la presidencia, se embarcó en esa odisea. No fue la política que después de destacar en las artes, letras u otras ciencias, la sociedad la reconoce por sus cualidades para ejercer un cargo de esta naturaleza; quizá fue la primera vez que alguien sin méritos suficientes busca el máximo cargo de la nación. 

Postuló la primera vez y perdió y la segunda igualmente saboreó la derrota. El voto no era contra Keiko, que quizá con un apellido diferente no hubiera logrado notoriedad, por sus escasas capacidades e incluso formación; el voto era contra todos los antecedentes de una agrupación y de un gobierno que destruyó las instituciones públicas, que asesinó a inocentes a mansalva y que se corrompía por dentro, con el cuento de la eficiencia y la efectividad. 

Gracias a leyes que perjudican a las minorías, obtuvo una cantidad de parlamentarios que le hubiera permitido tener una agenda propia y comenzar a acumular para participar en la siguiente elección presidencial. Se equivocó, tanto como hizo cuando pretendió engañar a los peruanos que los cócteles eran suficientes para justificar su millonaria campaña electoral del 2011 y 2016. 

Después de negar y seguir negando sobre hechos que se le imputan, responde a la justicia por lavado de activos agravado. Sigue convencida que es inocente y que los cócteles de recaudación millonaria son verdad; que los testigos protegidos mienten y que su destino es consecuencia de los ‘caviares’; además, sus aliados creen que existe concertación política para perjudicarla. 

En sus declaraciones demuestra ser una persona poco informada en temas jurídicos. A la fecha pernocta en un penal de Lima y su situación puede ser peor. Lamentablemente, estas situaciones vienen creando un panorama muy confuso en el país y no se tiene aún la salida a esta crispación pública. En todo esta conflictiva situación tiene como aliado a la figura alicaída de Alan García, quien podría seguir el mismo camino de Keiko Fujimori. 

Lo que si queda claro, que las estrategias utilizadas para defenderse no son las más adecuadas. Al contrario, la estarían llevando a una situación peor que pondrían en riesgo su libertad. 

Diario El Regional de Piura
 

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