ERP. Alan Gabriel García Pérez, del falso valiente que pregonaba las veces que se presentó a rendir testimoniales en el Ministerio Público y que escribía con gran recurrencia “Otros se venden yo no”; que en audiencia del mismo día se “allanó” al pedido de impedimento del país, en pocas horas demostró sus miedos, temores y endeblez solicitando asilo al Uruguay y reclamarse como un perseguido político.
Alan García Pérez, no es un perseguido político, lo dice la primacía de la realidad y la contundencia de las pruebas que posee el Ministerio Público. Quiere aprovechar la actitud de la justicia para investigar los hechos y actos cometidos como gobernante, para generar distorsión de lo que realmente es y sorprender a la comunidad internacional para evadir a la justicia de su país.
García Pérez, como político y más aún como gobernante llevó al país a la peor crisis de su historia. No solo fue la bancarrota estatal, sino las acusaciones por actos de corrupción que nunca se esclarecieron. Después de una vida de opulencia gracias al asilo concedido por Colombia y con residencia real en Francia, retornó al Perú cuando sus delitos prescribieron.
Ganó las elecciones generales después de una derrota y del revolucionario formado en el Aprismo no quedó nada. Se reconvirtió al liberalismo y entendió que de economía no sabía nada y que debería dejar en manos de los que saben el manejo de la cosa pública. Lo que mantuvo, son los presuntos actos debajo de la mesa y que llevó a facilitar negocios de la empresa Odebrecht.
Previo a la situación actual, García Pérez logró una unidad de facto con el fujimorismo y el informe de la Comisión Lava Jato, que debería encontrar respuestas a muchas dudas sobre funcionarios públicos, concluyó sustrayéndolo de toda responsabilidad, pese a las evidencias que existieron en el proceso y que fueron precisadas por el congresista Víctor Andrés García Belaúnde.
Respecto al proceso penal los indicios demostraron que la monserga de “Otros se venden yo no” era totalmente falsa y que existían razones para impedir, primero, la salida del país y segundo el inicio de las investigaciones y diligencias para complementar lo existente. Lo cierto que la presencia del Fiscal José Domingo Pérez le genera temores por la independencia que ha demostrado en todos los casos a su cargo.
Frente a esos temores y miedos, incomprensible para un persona que se encuentra en política, decidió horas después de allanarse al pedido del Fiscal, ingresar a la residencia del embajador uruguayo para pedir formalmente asilo, argumentando que existe una persecución política en su contra, cuando en la realidad existen investigaciones en su contra por hechos de corrupción para favorecer a la empresa Odebrecht.
Algunos amigos del expresidente como Allan Wagner, la misma Mercedes Araoz que votó por blindarlo en el Congreso, discrepan de la decisión adoptada por García Pérez.
La última foto que se tiene de este personaje, es la mirada por la rendija de las cortinas de le embajada. Queda claro, que su valentía era una pose que dejó de ser en cuanto escuchó que podría seguir la misma suerte de otros involucrados en los hechos de corrupción impulsada por la empresa brasileña.
Es probable que Uruguay decida otorgarle el asilo y que Perú le otorgue el salvoconducto para salir del país o de repente negar este documento en señal de reconocimiento que no existe persecución política, como no la existe de verdad.
García Pérez, es el típico político avieso, que es valiente en el poder, pero pusilánime en este tipo de momentos. Si se compara con el fundador del Apra, no tiene punto de comparación, no solo por la valentía, sino por las riquezas acumuladas en vida. Una entrevista de Josefina Tonwsend recordó estas diferencias.
Para la gran mayoría de los peruanos, lo que debería de hacer García Pérez, es someterse a la justicia como corresponde y no salir corriendo como pretende, porque para nadie es un secreto que es el fin que busca.
El expresidente es un mal ejemplo para aquellos que aspiran ver una clase política más íntegra y con valores democráticos y de pleno respeto a la Ley. Huir por la ventaja o aprovechando las amistades que se tienen, con argumentos falsos y poco creíbles, es impropio de un mandatario que gobernó a los peruanos y que es incapaz de reconocer los que es evidente y lo es, al saber que recibió dineros mal habidos y como él mismo pregonaba “otros se venden (...)" y podría agregarse con mucho pragmatismo y por lo que se conoce "(...), él también se vendió”.